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Argentina juzga el kirchnerismo 12 años después de su salida del caos

Las primarias del domingo son el termómetro de las presidenciales de octubre

Carlos E. Cué
Cristina Fernández de Kichner, con Daniel Scioli.
Cristina Fernández de Kichner, con Daniel Scioli.REUTERS

Argentina vota hoy en unas particulares elecciones primarias obligatorias que en la práctica se convierten en una primera vuelta informal que marcará los comicios presidenciales del 25 de octubre. Los argentinos las aprovecharán para juzgar al kirchnerismo, la enésima reinvención del peronismo, que ha dominado la política los últimos 12 años y ha protagonizado la salida del caos de la crisis de 2001-2002, la del corralito. La división es enorme pero las encuestas apuntan que los argentinos apostarán por la continuidad.

Una vez más, Argentina es un caso atípico en Latinoamérica. Mientras a su alrededor los presidentes, sean de izquierdas o de derechas, se hunden por la crisis económica y los escándalos, Cristina Fernández de Kirchner resiste impertérrita, con la valoración más alta entre los países clave de su entorno. La presidenta no puede presentarse a la reelección —intentó cambiar la Constitución y fracasó— pero el peronismo al que pertenece ha logrado reinventarse para seguir en el poder con una nueva mutación: Daniel Scioli, un hombre que nunca fue kirchnerista y al que la presidenta siempre despreció porque lo veía muy a su derecha, se ha convertido en su heredero y todas las encuestas lo señalan como probable vencedor hoy, aunque si la diferencia que logra con su gran rival, Mauricio Macri, es pequeña, la oposición aún podría ganar las elecciones de octubre en la segunda vuelta, cuando se una todo el voto antikirchner.

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“El peronismo tiene una gran adaptabilidad a las circunstancias, es el darwinismo en clave de Gobierno”, ironiza Gustavo Marangoni, presidente del Banco Provincia y uno de los hombres fundamentales en el mundo de Scioli. “Ahora cumple 70 años. Nació con otros movimientos en Latinoamérica o Europa que han desaparecido. Creo que en su adaptabilidad está el secreto”, insiste. Un análisis muy extendido en Argentina cree que precisamente el peronismo logra pervivir porque varía sus formas —puede ser de izquierda, de derecha o de centro— y ahora parece protagonizar un giro al centro con Scioli. “En algunos años tuvimos mucha inflación ideológica. En 2003 Argentina estaba al borde de la disolución y quería un liderazgo enérgico. Ahora busca un liderazgo de consenso, y ese es Scioli. Él ya ha dicho que cambiará cosas pero esto no va a ser Brasil con su ajuste duro. Si tomas medidas drásticas hay desencanto y necesitamos que la gente nos acompañe”, explica Marangoni.

Las primarias de hoy marcarán las presidenciales ya que si Scioli, el favorito, arrasa y pasa del 40%, la experiencia demuestra que muchos argentinos indecisos apostarán por el ganador, y con ese plus la carrera hasta octubre puede ser un paseo. Si el resultado está más igualado, en cambio, otros se animarán a votar a la alternativa y hay posibilidad de cambio.

La clave en cualquier caso está en el juicio a los 12 años de kirchnerismo, que marcará las elecciones. El Gobierno se ha concentrado en una pregunta: ¿A usted le van mejor o peor las cosas que hace 12 años? El salto desde el hundimiento de 2002, con un 57% de pobreza y un 21% de paro, es tan fuerte que eso le basta.

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Desde el lado de Macri las cosas se ven de manera muy diferente. “Argentina está saliendo de la mejor década en los últimos 100 años en cuanto a los precios de las materias primas que exporta. La última vez que pasó fue en 1910 y Argentina se convirtió en una potencia mundial. La presidenta se ha gastado ese dinero en hacer política, y a mucha gente no le importa la corrupción mientras el consumo esté desatado, pero otros muchos quieren cambiar”, resume Federico Pinedo, jefe de los diputados de Macri en el Congreso. “El Gobierno ha llevado adelante planes sociales muy importantes, como la asignación universal por hijo, ha aumentado la cobertura de las pensiones al 96%. Todo eso lo vamos a mantener. Pero ahora llevamos cuatro años de estancamiento. Macri viene a normalizar el país, a eliminar la pobreza, a cambiar la educación, porque el 50% de los niños no estudian en la secundaria. Vamos a ser un país homologable a los demás, donde se respetan las leyes y la división de poderes, donde los inversores pueden estar tranquilos, donde se negocia para pagar la deuda”, asegura Pinedo.

Muchos kirchneristas puros temen que Scioli de un giro y vuelva a una línea más similar a la del mentor del gobernador de Buenos Aires, Carlos Menem. Ricardo Forster, el intelectual de referencia del kirchnerismo y secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional en el Gobierno, cree que Scioli continuará la tarea. “Después de 12 años, en la sociedad hay gran consenso en la recuperación del papel del Estado. Hasta la oposición lo apoya ahora. Ellos se centran en la corrupción pero este es el Gobierno menos corrupto desde la dictadura. Scioli sabe que la Argentina actual no es la de 1989, cuando había una gran desilusión y el país estaba disponible para ser un laboratorio neoliberal. Va a tener presiones pero ha optado por la continuidad”, asegura.

Otros intelectuales son muy críticos. José Nun, que llegó a ser secretario de Cultura con Néstor Kirchner, ahora es durísimo con su mujer y su legado. “La sociedad está anestesiada con subsidios y consumo. Los sectores más desposeídos, si no ven alternativas claras, prefieren conservar lo poco que tienen. Esto no es aprobación democrática a una gestión sino puro populismo basado en el consumo y no en el crecimiento de los derechos, justicia y educación”, resume.

Hernán Iglesias, un joven escritor y periodista que ahora trabaja para Macri, cree que todo está muy abierto. “Hay algo de miedo al cambio. Gente que tiene un televisor nuevo, una nevera, una moto, pero sale a la calle y el camino es de tierra, no hay cloacas, se inunda —los alrededores de Buenos Aires sufren situaciones dramáticas desde el jueves—. Y se conforma. Pero otra parte de la clase trabajadora cree que la vida es algo más que tener un plan social, que le gustaría un buen trabajo y sus hijos tengan una buena educación. Por eso Macri lanza la idea que no hay que conformarse, que Argentina se merece algo mejor”. Los argentinos empiezan a decidir hoy si quieren continuidad o cambio.

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