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La represión policial en Tucumán revoluciona la campaña argentina

Miles de personas salen a la calle por segunda noche consecutiva mientras el Gobernador Alperovich, que controla la provincia hace 12 años, dice que no sabe quién ordenó golpear

Carlos E. Cué
Enfrentamientos entre manifestantes y policía en Tucumán (Argentina).
Enfrentamientos entre manifestantes y policía en Tucumán (Argentina).Miguel Velardez.

MIles de ciudadanos de Tucumán volvieron a tomar la Plaza de la Independencia de San Miguel de Tucumán, frente a la Casa de Gobierno, para exigir por segunda noche consecutiva, y con más fuerza y más gente que el día anterior, unas elecciones limpias. Esta vez no hubo represión policial y la gente se quedó horas, cada vez en mayor número, protestando con cánticos, caceroladas y bombos.La protesta no hace más que crecer para exigir unas nuevas elecciones, algo que los actuales gobernantes, vencedores según el escrutinio provisional, rechazan de plano.

Las imágenes de la represión policial de las protestas en Tucumán después de unas polémicas elecciones que ganó quien lleva en el poder 12 años han provocado una enorme polémica en Argentina, un país poco acostumbrado a que la policía golpee a manifestantes. Tan duras fueron, que incluso el propio Gobernador, José Alperovich, que controla con mano de hierro esta provincia desde 2003, se ha desvinculado y asegura que no sabe quién dio la orden de reprimir.

Aparte de lo poco creíble de esta afirmación en un hombre que ejerce un control absoluto de la provincia, esta declaración muestra la preocupación de Alperovich y de su aliado, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con las imágenes de Tucumán. El portavoz del Ejecutivo, Aníbal Fernández, dijo que no le "satisface" la represión porque "no es saludable". Alperovich no ofreció la dimisión de ningún responsable y se limitó a decir que la justicia estaba investigando quién había dado la orden de cometer "excesos policiales".Horas después, el jefe de la policía tucumana, Dante Bustamante, aparente cabeza de turco elegida por Alperovich, fue imputado por la represión y la fiscal llegó a pedir su detención, aunque el juez la descartó.

A medianoche los concentrados no hacían más que crecer y algunos se animaban a subir las escaleras de la Casa de Gobierno en un ambiente de enorme tensión

Mientras la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, aliada estos 12 años del gobernador Alperovich, se refugiaba de nuevo en el silencio, como sucedió en plena crisis de las inundaciones de Buenos Aires, Alperovich recibía duras críticas de sectores cercanos al kirchnerismo. El CELS, la organización de defensa de derechos humanos liderada por el periodista Horacio Verbitsky, referente intelectual del Gobierno, le responsabilizó en un comunicado: "Hoy el gobernador de la provincia de Tucumán, José Alperovich, declaró que está en desacuerdo con la represión y que la justicia está investigando las responsabilidades. Sin embargo, él es quien está a cargo del gobierno de la policía provincial que llevó adelante un operativo violento, descontrolado y sin profesionalidad", sentencia el texto.

El candidato kirchnerista a las presidenciales, Daniel Scioli, también condenó los excesos policiales pero insistió en que su formación ha ganado las elecciones. "Espero que Macri tenga la grandeza de reconocer la derrota como hizo el oficialismo cuando perdió las elecciones", insistió.

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La oposición no reconoce el resultado electoral por las múltiples irregularidades. El candidato opositor a la gobernación de Tucumán, José Cano, ha exigido una nueva votación con más garantías y anular la del domingo. Inmediatamente le contestó el presidente de la junta electoral y de la Corte Suprema, Antonio Gandur, un hombre cercano a Alperovich: "Eso es imposible, en la elección no hemos detectado ningún fraude".

El Gobierno insiste en que las elecciones fueron "normales". Alperovich llegó a decir que "ojalá se abran todas las urnas" para comprobar la victoria de que él ha designado como sucedor, Juan Manzur, por 14 puntos. "Los que tienen miedo a abrir son los que han hecho trampa, nosotros no hemos hecho trampa", insistió. Sin embargo insistió en que no depende de él sino de la justicia electoral. MIentras, el director nacional electoral, Alejandro Tullio, aseguró que "quemar urnas no es fraude porque no altera el resultado, se tienen que hacer las elecciones complementarias y ese resultado se suma al anterior; es otro delito pero no fraude".

Tucumán se ha convertido en el epicentro de la campaña para las elecciones argentinas con una imagen inédita en este país: miles de manifestantes concentrados durante horas a la puerta de la Casa de Gobierno, en la plaza de la Independencia, la principal de San Miguel de Tucumán, exigieron el lunes por la noche que se repitan las elecciones ante el fraude generalizado detectado. Después de unas horas en las que iba aumentando el número de manifestantes concentrados en la plaza, con una imagen transmitida en directo por televisión a todo el país que recordaba más bien a otras protestas en regímenes no democráticos, el Gobierno de José Alperovich, que lleva 12 años en el poder con mano de hierro, decidió reprimir con dureza la protesta.

Hubo carreras, durísimas cargas policiales a caballo y a pie, gases lacrimógenos, pelotas de goma y varios heridos. En juego está la gobernación de Tucumán, una provincia que tiene un presupuesto de 3.000 millones de dólares que Alperovich y los suyos controlan a su antojo y ahora, si no se repiten las elecciones, cosa poco probable, gestionará su sucesor, Juan Manzur.

La gente, sobre todo los más jóvenes, solo se dispersó momentáneamente. No se fue muy lejos. Y poco después, en cuanto la policía dejó de reprimir presionada por las imágenes durísimas que se difundían por toda Argentina, volvieron a la plaza. A medianoche los concentrados no hacían más que crecer y algunos se animaban a subir las escaleras de la Casa de Gobierno en un ambiente de enorme tensión que solo se calmó ligeramente cuando una senadora de la oposición hizo de mediadora con la policía, calmó a los más exaltados y entró al palacio para entrevistarse con los cuatro detenidos por las protestas.

El asunto de la represión policial, habitual y casi asumida en otros países, es especialmente sensible en Argentina desde 2001, cuando el presidente Fernando De la Rúa tuvo que abandonar en helicópero la Casa Rosada (sede del Gobierno) después de una feroz represión que acabó con 28 muertos. Desde entonces, es casi tabú. Los Kirchner han dado órdenes expresas a la policía para que no reprima nunca a los manifestantes salvo casos muy extremos. Eso hace que en Buenos Aires sean muy frecuentes desde hace años los cortes imprevistos de arterias clave por pequeños grupos de manifestantes que nunca son reprimidos. Las imágenes de Tucumán, especialmente duras y que se difundían en twitter bajo el hashtag #tucumanazo -una referencia al cordobazo, una lucha en Córdoba en 1969 que marcó el principio del fin de la dictadura de Onganía- contrastan con esta orden de no reprimir las protestas de la que siempre ha presumido el kirchnerismo.

Algunos manifestantes se movieron desde la plaza principal hasta la casa del futuro gobernador si no se repiten los comicios -algo muy poco probable- Juan Manzur, defendida por la policía. La noche se presumía muy larga en Tucumán, que pese a ser la provincia más pequeña del país –aunque es la quinta más poblada- va camino de convertirse en un hito de la campaña electoral que superará incluso el impacto de las inundaciones en Buenos Aires que han perjudicado la imagen de Daniel Scioli.

Aunque parezca una contradicción, la victoria de su formación en Tucumán. por 14 puntos según el escrutinio provisional, puede salirle muy cara a Scioli. Las imágenes de irregularidades, con más de 40 urnas quemadas durante el recuento porque los resultados no eran los esperados, miles de coches pagados por los candidatos para llevar a los ciudadanos de los barrios más humildes a votar con regalos de bolsas de comida como agradecimiento, y sobre todo la represión de la protesta al día siguiente pueden perjudicar gravemente la imagen de Scioli, que busca una campaña muy tranquila en la que logre ampliar votos por el centro.

Scioli ha tratado de reducir la importancia de las irregularidades y el Gobierno insiste en que solo se quemaron unas pocas urnas, menos del 1% del total. El candidato kirchnerista ha pedido al líder de la oposición, Mauricio Macri, que acepte la derrota por 14 puntos que detecta el escrutinio provisional. Pero la oposición reclama que se repitan las elecciones ante el cúmulo de irregularidades y no reconoce el resultado. Macri critica con dureza las irregularidades y reclama abrir todas las urnas y ver el resultado definitivo antes de asumir la derrota.

Macri tiene muy difícil su victoria el 25 de octubre y mucho más si tiene tan pocos votos en el norte pobre de Argentina, pero tendrá más opciones si logra polarizar y movilizar a millones de argentinos a votar contra el kirchnerismo y contra imágenes como las que se han visto en Tucumán, que difícilmente dejarán indiferente a millones de ciudadanos en un país donde son habituales las polémicas en las elecciones pero nunca al nivel de Tucumán y menos con miles de manifestantes en la plaza que no reconocen el resultado.

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