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Un nuevo cierre de la frontera agrava la crisis entre Colombia y Venezuela

Maduro decreta el estado de excepción en tres municipios y las posibilidades de diálogo con Santos quedan mermadas

Javier Lafuente
Maduro, durante el Consejo de Ministros.
Maduro, durante el Consejo de Ministros.REUTERS

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, decidió el lunes por la noche cerrar otro tramo de la frontera con Colombia, en este caso el paso de Paraguachón, en el Estado Zulia; decretó el estado de excepción en tres municipios y ordenó la movilización de 3.000 militares. La medida supone una escalada en la crisis que viven ambos países desde el pasado 19 de agosto y que ha forzado el retorno de más de 18.000 colombianos que residían en Venezuela y la deportación de 1.500 personas, según cifras de Naciones Unidas.

Este nuevo cierre de la frontera pone en una situación complicada al presidente colombiano, Juan Manuel Santos. Partidario de lograr una salida negociada a la crisis, la tormenta se le está volviendo tempestad. En la Casa de Nariño impera la cautela. La encrucijada es tal que por momentos la diplomacia colombiana, ante la sinrazón de Maduro, transmite la sensación de navegar a la deriva más de 20 días después de haberse iniciado la crisis: la reunión de cancilleres celebrada en Cartagena de Indias una semana después del cierre de la frontera trajo consigo la llamada a consultas de los embajadores un día después; Colombia no logró siquiera que la Organización de Estados Americanos (OEA) convocara un encuentro de cancilleres para abordar la crisis. Para evitar otra derrota diplomática, desistió de acudir a Unasur, el organismo de integración sudamericano impulsado en su día por el fallecido Hugo Chávez.

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El Gobierno colombiano, ante la incapacidad de América Latina por buscar una solución rápida a la crisis fronteriza a través de los organismos multilaterales, cuya ineficacia y falta de liderazgo ha vuelto a quedar de manifiesto, decidió internacionalizar el conflicto y acudir a distintas instancias, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o la ONU, con cuyo secretario general, Ban Ki-moon tiene previsto reunirse la canciller y a quien Maduro ya vio durante su visita a China de la semana pasada. De hecho, el mandatario venezolano también recabó apoyos del presidente chino Xi Jinping y del ruso Vladimir Putin.

Durante su gira por Vietnam, China, Catar y Jamaica, donde se celebró una reunión de Petrocaribe, otro organismo de integración creado por Chávez, Maduro lanzó mensajes de que estaba dispuesto a sentarse a dialogar con Santos cara a cara para buscar una salida. En la misma línea se mostró el presidente colombiano, quien condicionó el encuentro a que se cumplieran varios compromisos: habilitar un corredor humanitario que permitiese a los niños cruzar la frontera para estudiar; facilitar la recuperación de los enseres que las familias dejaron en Venezuela y dar un trato digno a los deportados. Cuando parecía que las posiciones entre ambos se encaminaban a una reunión con la que poner al menos punto y aparte a la crisis -–Santos, a favor de la mediación de Uruguay; Maduro, de Argentina y Brasil--, todo volvió a saltar por los aires este lunes. “Aquí el único que puede poner condiciones soy yo, los agresores son ustedes", clamó Maduro durante el Consejo de Ministros en el que anunció el nuevo cierre fronterizo.

La actitud del presidente venezolano sitúa a Santos ante un escenario complicado. Aceptar una reunión entre ambos después de que haya elevado el tono no va a resultar fácil. Además de la campaña contra el paramilitarismo y el contrabando, algo que en cierta manera el Gobierno Colombiano no niega y asume que ha de trabajar parar mejorarlo, Maduro ha sumado en los últimos días un ataque furibundo contra los medios de comunicación del país vecino, lo que para Bogotá es intolerable. En la fracasada reunión de hace un par de semanas entre las cancilleres, la venezolana Delcy Rodríguez dedicó buena parte del encuentro a criticar las informaciones de los medios colombianos. “En nuestro país hay libertad de expresión”, le vino a cortar, tajante, su homóloga, María Ángela Holguín. Maduro insiste en que los medios han orquestado una campaña contra él y critica una supuesta condescendencia del Gobierno colombiano. “Santos, usted tiene armas legales para impedirlo y revertirlo. Han manipulado, es una guerra sucia e inmunda contra Venezuela y contra mí”, se lanzó Maduro el lunes, después de asegurar: “Toda la campaña de odio hacia mí y a Venezuela, primero me resbala, y luego es mentira”.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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