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El triunfo de los antipolíticos en la campaña electoral de Estados Unidos

Trump y Carson, sin experiencia política, lideran las encuestas del Partido Republicano

Donald Trump y Ben Carson
Donald Trump y Ben CarsonAP

No ser político es una baza en la campaña presidencial en Estados Unidos. Dos hombres sin experiencia política lideran las encuestas de los aspirantes del Partido Republicano a la Casa Blanca: Donald Trump y Ben Carson. Sus formas son antagónicas, pero el fondo de su estrategia es similar. Ambos ensalzan esa falta de experiencia como el mejor contrapeso al establishment político. Y se jactan de hablar claro, denostando el término políticamente correcto.

Trump lleva un mes y medio al frente de los sondeos de los 17 aspirantes a la nominación republicana en las elecciones de noviembre de 2016. Por ahora, al magnate inmobiliario de 69 años le sigue dando réditos su retórica arrogante y populista contra la inmigración ilegal y la globalización comercial.

El apoyo a Carson se ha disparado en el último mes tras su intervención en el primer debate televisivo de los republicanos. El neurocirujano retirado, de 63 años y el único candidato negro, está en segundo lugar en las encuestas (con un respaldo del 13,5%), según la media de los últimos sondeos hecha por la publicación Real Clear Politics. Trump goza de una cómoda ventaja (27,8%).

Pero en Iowa, el primer Estado que en febrero escogerá al candidato del partido, Trump y Carson están empatados (con un 23%), según una encuesta difundida la semana pasada por la Universidad de Monmouth. En tercer lugar, con un 10%, se sitúa Carly Fiorina, exejecutiva de Hewlett Packard que tampoco ha ocupado cargos políticos.

Trump y Carson ensalzan su falta de experiencia política como el mejor contrapeso al establishment 

Es la primera vez desde julio que Trump no está distanciado en Iowa. En la encuesta en ese Estado rural, el médico se impone a la estrella televisiva entre las mujeres, cristianos evangélicos y gente que se declara muy conservadora. Y su valoración general entre los votantes es mucho más positiva.

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Frente a la actitud beligerante de Trump, la de Carson es reflexiva, como la de un predicador que habla con suavidad. Es más conservador que el magnate. Defiende posturas cercanas al subgrupo republicano del Tea Party. Su historia de éxito cautiva a las bases: fue criado solo por su madre, casi iletrada, en un barrio deprimido de Detroit, y llegó a la prestigiosa universidad de Yale y a ser el primer jefe negro y el más joven del servicio de neurocirugía pediátrica del hospital John Hopkins de Baltimore.

Dan Balz, veterano analista del diario The Washington Post, atribuía el domingo el auge de Trump, Carson y el senador independiente y socialista Bernie Sanders en el bando demócrata al hartazgo ciudadano con la política convencional y al recelo ante una posible elección entre dos dinastías políticas: el republicano Jeb Bush y la demócrata Hillary Clinton.

Carson evita las frases polémicas

Ben Carson ganó notoriedad política en 2013 al criticar, durante un acto en Washington frente a Barack Obama, la reforma sanitaria del presidente, que consideró "lo peor que le ha pasado a este país desde la esclavitud". En el pasado, también equiparó a EE UU con la "Alemania nazi", dijo que ser homosexual es una elección o cuestionó la teoría de la evolución. Pero durante la campaña electoral, ha evitado ese tipo de comentarios polémicos, lo que le diferencia de Donald Trump.

Antes, el neurocirujano había plasmado su experiencia personal y profesional en varios libros, que son éxitos de venta. En América la hermosa: redescubriendo qué hizo grande a esta nación, publicado en 2012, denuncia que EE UU ha perdido el "compás moral", en un símil con otros casos de países en declive, como el Imperio español o la antigua Roma. Defiende la responsabilidad individual en el ámbito socioeconómico -critica la cultura de subsidios públicos a minorías raciales- y compara la corrección política con la pérdida de libertad en una dictadura.

“Lo que ocurre es una revuelta populista contra la totalmente predecible y cerrada política hiperpartidista de los dos grandes partidos”, sostiene Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia, famoso por sus aciertos electorales.

El fenómeno no es insólito. La fatiga con el statu quo ya propició el auge en las elecciones de 1992 del millonario Ross Perot, que se presentó como candidato independiente y logró el 19% del voto presidencial. La irrupción de los outsiders también enlaza con la concepción de este país: los políticos escuchan al pueblo.

Y el deseo de cambiar Washington tampoco es nuevo. Como prueba de ello, Caballero sin espada, la película de 1939 de Frank Capra sobre la historia de un joven e idealista senador que, al llegar a Washington, se enfrenta a poderosos legisladores y grupos de presión.

Sin embargo, muy pocos no políticos llegan al poder. Antes de las elecciones del pasado noviembre, en el Senado solo 8 de los 100 miembros no habían ocupado antes un cargo político, según The Washington Post. En la historia reciente de EE UU, solo hay un caso de un presidente sin experiencia política previa: el general Dwight D. Eisenhower (1953-1961).

“No soy un político”, dijo orgulloso en mayo Carson al anunciar su candidatura presidencial. “No tengo mucha experiencia destrozando presupuestos, haciendo el tipo de cosas que nos han llevado al problema actual. Pero tengo mucha experiencia solucionando problemas”.

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