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Alemania restablece el control fronterizo para frenar a los refugiados

La medida busca ordenar la masiva llegada de refugiados en el límite con Austria

Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS - LIVE

Agobiado por la llegada masiva de refugiados —60.000 arribados en dos semanas— y tras recibir duras críticas tanto del Gobierno regional de la fronteriza Baviera como de los ministros del Interior de los 16 Estados federados, el Gobierno alemán decidió el pasado domingo reintroducir de forma temporal los controles en su frontera con Austria, una drástica medida que supone el fin del gesto de puertas abiertas a todos los migrantes y deja sin efecto, por ahora, los acuerdos de Schengen en la primera potencia económica de Europa. “El objetivo es detener el flujo”, explicó el ministro del Interior, Thomas de Maiziére.

De Maizière, en una comparecencia breve y sin preguntas, declaró que el acuerdo de Dublín sigue vigente y pidió a todos los países de la Unión Europea que respeten la letra del acuerdo, que obliga a los refugiados a tramitar su solicitud de asilo en el primer país al que llegan.

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La decisión gubernamental de reintroducir los controles fronterizos con Austria fue aprobada, según el ministro, “tras un debate amistoso” por los tres partidos que integran el Gabinete de la gran coalición, la CDU de Merkel, su hermano bávaro, la CSU, y los socialdemócratas del SPD. La decisión, anunciada la víspera de que los ministros del Interior y Justicia europeos debatan este lunes el reparto por cuotas para aliviar Grecia, Italia y Hungría, pretende “detener el flujo [de refugiados] a Alemania y volver a un proceso ordenado”, dijo De Maizière.

“Este paso es una señal para Europa y significa que Alemania sigue haciendo frente a sus responsabilidades, pero las cargas de los refugiados deben ser repartidas en forma solidaria”, añadió el ministro alemán. “La introducción de los controles fronterizos no resolverá todos los problemas y lo importante es trabajar en las regiones en crisis de las que actualmente huyen tantas personas”, insistió.

De Mazière recordó que Alemania no es la responsable de acoger a todos los refugiados que están llegando a Europa y señaló que el acuerdo de Dublín —que Alemania dejó de aplicar durante semanas— sigue estando vigente. “Exijo que todos los Estados miembros europeos se adhieran a él en el futuro. Los refugiados no pueden elegir a su antojo un país para solicitar asilo”.

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El anuncio pone fin también a la generosa acogida que impulsó la canciller, Angela Merkel, en la última semana y con la cual cosechó elogios en toda Europa. Merkel decidió, el pasado día 4, y después de consultar con su homólogo austriaco, Werner Faymann, abrir de par en par las fronteras de Alemania a los refugiados atrapados en Hungría, una medida que provocó la llegada masiva de peticionarios de asilo. En las dos últimas semanas arribaron más de 60.000, una llegada que desbordó completamente a las autoridades regionales bávaras.

“Tomamos esa decisión la semana pasada en una situación de emergencia. Estoy convencida de que fue lo correcto”, dijo Merkel anteayer en Berlín. La canciller ha tomado la iniciativa para poner en marcha nuevas medidas para regular la llegada de perseguidos.

Pero la generosa iniciativa de Merkel fue cuestionada con inédita dureza por el jefe del Gobierno bávaro, Horst Seehofer, uno de sus principales aliados y líder de la CSU, que calificó la decisión de la canciller como un “grave error” que tendrá consecuencias para el país durante mucho tiempo. Los ministros del Interior regionales advirtieron que la llegada masiva de refugiados podía causar caos.

El caos comenzó a dibujarse este fin de semana en Múnich, que se declaró desbordada por la constante llegada de asilados. El sábado llegaron 12.200 personas según la policía federal. A las cinco de la tarde de este domingo el flujo se detuvo al ordenar el Gobierno alemán la suspensión del tráfico ferroviario con Austria.

Antes del anuncio, unos 1.800 refugiados estaban de camino a Múnich, una situación “preocupante” según ACNUR. “Los distintos controles fronterizos en los países dejarán a los refugiados en un limbo legal”, advirtió la agencia de la ONU.

Múnich llegó este fin de semana al límite de su capacidad de asistencia humanitaria en una estación central de ferrocarriles llena de refugiados. La llegada masiva de refugiados y la impotencia de la ciudad para ofrecerles un techo y una cama, llevaron al alcalde de Múnich, Dieter Reiter, a enviar un llamamiento de auxilio a sus colegas de otras ciudades alemanes e, indirectamente, al Gobierno federal. “Ya no sabemos qué hacer con los refugiados”, dijo el alcalde antes las cámaras de la segunda cadena de televisión, ZDF, en la noche del sábado. “Múnich y Baviera son incapaces para enfrentar este gran desafío solos y me siento decepcionado al tener que admitir que ya no tenemos más lugares para los refugiados que llegan a la ciudad”, añadió el alcalde.

Ante la falta de albergues, cientos de personas tuvieron que dormir en la noche del sábado al domingo en los pasillos de la estación central de ferrocarriles, una realidad que volvió a despertar la solidaridad de la población. Gracias al llamamiento del alcalde, cientos de muniquenses llegaron a la estación para donar colchones y sacos de dormir.

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