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Al menos 17 sirios mueren al hundirse una patera en aguas turcas

Los guardacostas turcos han rescatado a 55.000 migrantes en 2015

Andrés Mourenza
Los féretros con los cadáveres de los refugiados sirios fallecidos en el hundimiento de este domingo son cargados en una furgoneta a las puertas de la morgue de Bodrum. (AP Photo/Hamdi Yorur)
Los féretros con los cadáveres de los refugiados sirios fallecidos en el hundimiento de este domingo son cargados en una furgoneta a las puertas de la morgue de Bodrum. (AP Photo/Hamdi Yorur) H. Yorur (AP)

El mar Egeo volvió a engullir, este domingo, las vidas y esperanzas de varias familias de refugiados que trataban de alcanzar la Unión Europea. Una barcaza de madera y ocho metros de eslora, en la que viajaban 37 personas y que partió durante la madrugada de la costa turca, se hundió mucho antes de llegar al que, según declararon los supervivientes, era su destino: la isla griega de Leros.

“Veinte personas han sido rescatadas y [los guardacostas] recuperaron los cadáveres de otras 17”, explicó el delegado del Gobierno en la provincia turca de Mugla, Amir Çiçek, a la agencia de noticias pública Anadolu, y añadió que se cree que no hay desaparecidos en el naufragio. De los muertos –todos ellos de nacionalidad siria- cinco eran niños y otros cinco, mujeres, según la agencia de noticias privada DHA.

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La barca se hundió a unos cuatro kilómetros de la costa turca y parte de los que viajaban en la barca pudieron sobrevivir gracias a que vestían chalecos salvavidas. Aún así, hubieron de nadar cerca de un kilómetro hasta alcanzar el islote Çavus, donde fueron recogidos por la Guardia Costera de Turquía. A los supervivientes se les tomó declaración y, de acuerdo a DHA, uno fue visto esposado pues se sospecha que podría ser parte de la red de traficantes que organizó la travesía.

El punto de salida de la patera, la localidad de Yalikavak (en la parte noroeste de la península de Bodrum) y el de llegada, la isa griega de Leros, indica un ligero cambio en las rutas utilizadas por quienes tratan de ganar las costas europeas. Hasta hace unas semanas, la vía más utilizada era cruzar la estrecha franja de mar que separa las playas de Akyarlar, en la zona suroccidental de la mentada península, de la isla de Kos, ya que se trata de uno de los puntos más cercanos entre las costas de Turquía y Grecia: apenas 6 kilómetros. Pero desde la muerte de Aylan Kurdi –el niño sirio la imagen de cuyo cuerpo tendido sobre las arenas de Akyarlar estremeció al mundo- la seguridad ha sido reforzada en este punto, tanto en tierra a través de retenes de la Gendarmería que impiden a los migrantes alcanzar las playas, como en el mar mediante patrullas de la Guardia Costera que tratan de detener su paso en mar abierto.

Sin embargo, las rutas indicadas por los traficantes a los refugiados son extremadamente móviles y se han trasladado a otros lugares como las playas del oeste y noroeste de la Península de Bodrum, desde donde se navega hasta las islas griegas de Kalymnos o Leros (más de 30 kilómetros de travesía), o, ya en el norte del mar Egeo, a la costa de Behramkale y Assos, desde donde los botes parten hacia la isla de Lesbos (unos 10 kilómetros). Ante tanta capacidad de adaptación de las redes de tráfico y ante el elevado número de refugiados, los guardacostas turcos consultados por este diario aseguran que están desbordados y apenas pueden hacer frente a la nueva ola migratoria. De acuerdo a datos oficiales, más de 1.400 embarcaciones han sido interceptadas en el mar por los guardacostas turcos en lo que va de año, rescatando con vida a 54.751 refugiados y migrantes. “En todo el año pasado, rescatamos a menos de 15.000 personas. Este año, hasta el 15 de septiembre, su número se acercaba a 55.000. Solo en el pasado agosto, salvamos a 18.000 personas y la cifra va en aumento. Hasta fin de año pensamos que puede ascender a 70.000”, aseguró esta semana uno de los comandantes de la Guardia Costera, Bülent Olcay. Además, 106 traficantes han sido detenidos por las fuerzas de seguridad turcas.

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