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Nueve muertos en uno de los peores ataques con arma de fuego en EE UU

El tiroteo ocurrió en la universidad local de Umpqua, en Roseburg. Obama pide al Congreso una "modesta" legislación sobre las armas

Vídeo: PABLO XIMÉNEZ
Pablo Ximénez de Sandoval

Un pequeño pueblo de Oregón, en el noroeste de EE UU, se vio este jueves envuelto en horror y muerte tras sufrir uno de los peores ataques con armas de fuego de los últimos años. Al menos nueve personas han perdido la vida y otras siete se encuentran heridas por disparos de un hombre joven, identificado como Chris Harper Mercer, de 26 años, que asaltó el campus de una escuela universitaria pública del pueblo de Roseburg, a unos 300 kilómetros al sur de Portland. Autoridades y vecinos de esta comunidad rural tratan ahora de encontrar el móvil de este crimen inimaginable en otros países avanzados pero que en EE UU, en palabras del propio presidente, son “rutina”.

Eran las 10.38 de la mañana cuando unos golpes secos comenzaron a oírse desde el interior de las clases del Umpqua Community College de Roseburg. Según los relatos de los estudiantes, tardaron unos segundos en darse cuenta de que eran disparos. Comenzaron a correr, tirando las mesas, cuando escucharon los gritos provenientes de algunas de las clases.

“A las 10.40 me iba a cambiar de clase y entonces nos dijeron que estábamos en situación de emergencia y que debíamos salir del edificio”, relataba a EL PAÍS John Parker, de 36 años, estudiante de Apoyo Social en el campus. A las siete de la tarde locales, mientras anochecía en Roseburg, Parker estaba entre los coches de policía que cerraban el paso a la carretera que lleva al lugar de los hechos. Los estudiantes salieron con las manos en alto mientras la policía rodeaba el lugar. La comisaría de la policía estatal se encuentra al otro lado de la carretera rural, junto a la autopista 5 que recorre todo el oeste desde Tijuana hasta Seattle. Los agentes llegaron en cuestión de minutos.

La policía del condado de Douglas se enfrentó a tiros a un individuo al llegar al lugar de los hechos. El sospechoso murió en el intercambio de disparos. Las ambulancias trasladaron a varios heridos a los hospitales cercanos. Otras 11 víctimas fueron halladas en el interior del campus, todas en aulas de un mismo módulo con el suelo lleno de sangre.

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Las autoridades tardarían más de ocho horas en identificar a Harper. Según las primeras informaciones, no es un estudiante del campus. La policía investiga ahora cuál es su conexión con este lugar así como cualquier rastro de su actividad en Internet.

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Nada más llegar, la policía informó in situ de entre 7 y 10 muertos, cifra que iría aumentando por minutos durante la mañana hasta que la fiscal general de Oregón confirmó la cifra de 13 muertos. Finalmente, el sheriff volvió a informar de 10 muertos. La confusión y la falta de datos es extraña en un incidente de este tipo. A las siete de la tarde locales aún no se sabía si el tirador se contaba entre esos diez fallecidos. Un fotógrafo local testigo de los primeros minutos describió la escena como “puro caos” en el diario local NRToday.

Las fuerzas de seguridad locales y estatales, con apoyo del FBI a lo largo de la mañana, buscaron durante horas posibles bombas trampa alrededor del campus. El sheriff de Douglas dio la amenaza por terminada pasadas las dos de la tarde.

Roseburg es un pueblo en el sur de Oregón en medio de una zona rural. El aeropuerto más cercano está a hora y media por carretera. Este centro público de formación profesional tenía 13.600 estudiantes el año pasado, la mayoría entrados en la treintena. El sheriff Hanlin describió que la pequeña comunidad estaba “aterrorizada”. “Es un impacto enorme para esta comunidad tener un crimen de este nivel”.

El testigo Parker llevaba un arma en la cintura mientras hablaba con EL PAÍS a las puertas de la masacre. Tenía su permiso, todo en regla. Cuando salió escoltado por la policía del campus, avisó con tranquilidad de que llevaba una pistola. “Me la quitaron, la desarmaron, la pusieron en el suelo y después me la devolvieron”, decía satisfecho de la diligencia de la policía del condado. Parker, después de haber vivido en primera persona el peor tiroteo en el oeste americano en años, opinaba que no hay que endurecer las leyes sobre armas, sino poner más énfasis en la salud mental.

El presidente Obama fue informado del suceso minutos después de las primeras informaciones. De nuevo, la Casa Blanca reaccionó diciendo que está en manos de los políticos dar “pasos significativos” para que estas cosas ocurran con menos frecuencia en el país más rico del mundo. La imposibilidad para Obama de hacer avanzar cualquier legislación en el Congreso a este respecto ha sido “una fuente de frustración para él”, según palabras del portavoz de la Casa Blanca.

En una comparecencia desde la Casa Blanca, visiblemente irritado como pocas veces durante su presidencia, Obama dejó clara su frustración por tener que volver a reaccionar ante una “carnicería” que se repite “cada pocos meses” y que sería evitable, subrayó, si el Congreso permitiera al menos una “modesta regulación” de las armas. “Las condolencias y las oraciones no bastan. No es suficiente”, criticó Obama, para quien este tipo de violencia “de algún modo, se ha convertido en una rutina”. Y eso es peligroso: “Nos hemos vuelto insensibles en esta materia”, advirtió.

El último tiroteo en un centro educativo en este estado del noroeste fue en junio de 2014

El último tiroteo en un centro educativo en este estado del noroeste fue en junio de 2014, cuando un adolescente mató a un estudiante en los vestuarios del instituto Reynolds de Troutdale (Oregón). También hería a un profesor de gimnasia que estaba en ese momento en el lugar y que fue quien dio la voz de alarma. El tirador se suicidó después.

Recientemente, con una frialdad y número de víctimas parecido, ocurrió el del pasado mes de junio en Charleston, Carolina del Sur, donde un joven supremacista blanco entró en una iglesia de la comunidad negra y mató a tiros a nueve personas durante el rezo. El impacto del suceso provocó la retirada de símbolos racistas en el estado sureño y un debate nacional sobre el racismo. Sin embargo, las llamadas del presidente Barack Obama a trabajar en una nueva regulación sobre la posesión de armas no han llevado a ningún avance.

“En algún momento, este país deberá enfrentarse al hecho de que este tipo de violencia masiva no ocurre en otros países avanzados”, dijo entonces Obama. Estados Unidos tiene prácticamente un arma por habitante en circulación. En diciembre de 2012, la matanza en una escuela infantil Sandy Hook, en Connecticut, acabó con la vida de una veintena de niños y seis de sus profesores. Desde entonces, ha habido otros 137 tiroteos en centros escolares y universidades de Estados Unidos.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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