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El Tribunal de Cuentas rechaza las finanzas del Gobierno de Rousseff

La decisión del órgano sirve a la oposición para dar espaldarazo jurídico a la petición de destitución de Rousseff en el Congreso

Augusto Nardes llegando al plenario del TCU este miércoles.
Augusto Nardes llegando al plenario del TCU este miércoles.Fernando Bizerra Jr. (EFE)

La presidenta Dilma Roussef intentó postergar el golpe, pero no fue posible: como se esperaba, el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU), un órgano de supervisión del Poder Ejecutivo en Brasil, ha rechazado este miércoles, por unanimidad, las finanzas de su Gobierno en 2014. La gestión de la presidenta del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) ha sido condenada por maniobras fiscales para maquillar las cuentas públicas. Es la primera vez desde los años 80 que el órgano rechaza las cuentas de un presidente.

El TCU es una institución de bajo voltaje político, pero toda la atención mediática se ha volcado en acompañar la votación. El motivo es que el rechazo de las cuentas es una de las apuestas de la oposición para intentar dar respaldo jurídico a una petición más de destitución contra Rousseff en la Cámara de los Diputados, en medio de una grave crisis política.

El Gobierno basa su defensa jurídica en que las maniobras fiscales conocidas como pedaladas siempre se han practicado

Durante toda la semana, el Gobierno ha basado la defensa jurídica del Gobierno Rousseff en que las maniobras fiscales conocidas como pedaladas siempre se han practicado, pero nunca antes han sido castigadas. Rousseff también ha intentado detener en análisis del TCU en la más alta corte de Brasil, el Tribunal Supremo Federal, pero sin éxito.

El informe del TCU se lleva ahora a una Comisión Mixta del Presupuesto del Congreso Nacional y después al plenario. Para la oposición, si se consiguen los votos suficientes para rechazar las cuentas en el Legislativo, estaría abierto un camino para atribuir a la presidenta el crimen de falta de honradez administrativa. Esto puede dar lugar a una solicitud de destitución.

De todas maneras, el golpe a la gestión es más político que práctico, por ahora. Hay quienes entienden que no cabría la destitución de Rousseff por crímenes cometidos en el mandato anterior (ella fue reelecta en 2014 y empezó un nuevo mandato en enero). Sin embargo, se estudia si las maniobras no se produjeron hasta febrero de este año, en el actual mandato. Otros dicen incluso que, como es mandataria reelecta, sus decisiones del pasado sí afectan al actual Gobierno. Todo oscilará en función de los inestables apoyos de la presidenta, que cuenta con menos del 10% de aprobación y tiene aliados poco confiables en el Congreso.

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