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Lukashenko, revalorizado por la crisis de Ucrania, logra su quinta reelección

El presidente de Bielorrusia potencia su imagen de estadista ante las crisis de su región

Foto: reuters_live | Vídeo: Reuters Live

El conflicto entre Ucrania y Rusia ha favorecido al presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, y le está permitiendo transformar su imagen de "último dictador de Europa" en la de estadista responsable y protector de su país ante las turbulencias que agitan a los vecinos. Este domingo, Lukashenko ha revalidado en las urnas (por quinta vez, y por abrumadora mayoría) el cargo de presidente que ejerce desde 1994.

Tres pretendientes desafiaban al líder desde posiciones consideradas marginales, entre ellos por primera vez una mujer, la psicóloga Tatiana Korotkevich. El porcentaje oficial obtenido por Lukashenko (casi el 83,49% de los votos) y el grado de conflictividad poselectoral eran las incógnitas más relevantes. Korotkevich, la más popular de los tres aspirantes, ha dicho que no piensa convocar protestas callejeras y asegura haber aprendido de las elecciones anteriores y del Maidán en Ucrania.

Lukashenko ha zigzagueado entre la Unión Europea y Rusia y aprovecha la ubicación fronteriza de su país para obtener ventajas en ambos lados, sin dejar de ser el aliado más próximo de Moscú, por ser miembro del Acuerdo del Tratado de Seguridad Colectiva y de la Unión Euroasiática, además de firmante de un acuerdo destinado a fundir a Rusia y Bielorrusia en un solo Estado.

Quinta reelección

El presidente Alexandr Lukashenko ha obtenido el 83,49% de los votos en las elecciones presidenciales de este domingo (su quinta reelección). En total, más de cinco millones de votos de los siete millones que estaban llamados a las urnas. La tasa de participación fue de más del 87%, según la Comisión Electoral.

En segundo lugar, figura la opción "contra todos [los candidatos]", que logró el 6,4% de los sufragios.

En tercer lugar ha quedado Tatiana Korotkevich, la psicóloga y pedagoga que obtuvo un 4,42%.

En las presidenciales de 2010, a Lukashenko se le adjudicó el 79,65% de los votos.

En el panorama geopolítico actual, en Bruselas se vería como un éxito que estos comicios no deriven en las cargas policiales y los encarcelamientos que marcaron anteriores elecciones, la última vez en diciembre de 2010, cuando fueron arrestadas 700 personas y 7 de los 10 candidatos enfrentados a Lukashenko. La mejora del clima electoral podría permitir a la UE levantar las sanciones vigentes contra 140 funcionarios bielorrusos.

La campaña electoral ha sido tranquila y poco visible. Los candidatos encarcelados en diciembre de 2010 fueron liberados, tal como exigía Bruselas, y hoy exhortan al boicot a las urnas.

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Rusia es el principal mercado de Bielorrusia, cuya economía ha sufrido por la devaluación del rublo ruso y la caída de los precios del crudo, que ha afectado también al importante negocio de las dos refinerías bielorrusas alimentadas con petróleo a precio de mercado interno ruso.

El año 2013 marcó el apogeo de la clase media en Bielorrusia, señala el economista Alexandr Chúbrik. Después, la capacidad adquisitiva disminuyó y los ingresos medios, que superaron los 600 dólares, están hoy por debajo de los 400, calcula Chúbrik. Pese a la coyuntura desfavorable, Lukashenko ha amortiguado la subida de precios con el fomento de la competencia interna en el sector agrícola, según el economista Alexandr Alesin.

Bielorrusia no se sumó al veto de Rusia a las mercancías occidentales. Por eso, los grandes centros comerciales de Minsk, que proliferaron durante el boom de la clase media, ofrecen un amplio surtido de frutas, verduras, pescados, quesos y otros productos de la Unión Europea prohibidos en Rusia.

Uno de los negocios generados por las contrasanciones rusas ha sido el contrabando a Rusia de mercancías vetadas, que se etiquetan como “hecho en Bielorrusia” tras una manipulación más o menos profunda. Pero el contrabando de ostras o papaya de Bielorrusia tiene límites y depende de la disposición de Moscú (ahora escasa) a hacer la vista gorda, señala Chúbrik.

Bielorrusia es uno de los grandes productores lácteos de Europa, pero sus exportaciones a Rusia se enfrentan a la competencia de las empresas rusas deseosas de cubrir ellas mismas el hueco abandonado por las mercancías occidentales.

En público, las autoridades negarán que la crisis de Ucrania haya beneficiado a Bielorrusia, pero en realidad es así, comenta Alexandr Alesin, experto en temas industriales. Especialistas ucranianos muy cualificados vienen a trabajar a Bielorrusia, que además facilita viviendas a los inmigrantes dispuestos a insertarse en los programas de desarrollo agrario.

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La industria bélica de Rusia ha transferido a Bielorrusia pedidos que antes ejecutaba Ucrania. “Rusia gasta mucho dinero en su rearme y Bielorrusia actúa como contratista y subcontratista. No podemos sustituir del todo a Ucrania, pero nuestras empresas venden su producción de alta tecnología, óptica, radio, cálculo y láser”, afirma Alesin. El volumen de ventas de tecnología y producción militar de Bielorrusia alcanzó los 1.000 millones de dólares en 2014 y está en alza, señala el experto. El potencial de alta tecnología que Bielorrusia tuvo en época soviética ha resurgido. Algunos populares juegos de ordenador y aplicaciones de móvil son de origen bielorruso.

Por otra parte, la intención de Rusia de esquivar a Ucrania como país de tránsito incrementa la importancia de Bielorrusia que ya se había posicionado antes por su cuenta en las rutas chinas hacia Europa, explica Alesin. Con el giro hacia el Este, Rusia, antes recelosa, se ha unido a Lukashenko. Según Alesin, esto puede potenciar un nuevo modelo económico con gran peso de la logística y el transporte y capaz de absorber a los parados que producirá la reestructuración de la industria estatal en declive. Esta reestructuración se impone porque en Rusia las empresas bielorrusas han dejado de ser competitivas frente a los chinos, que aventajan por sus precios a los bielorrusos, incluso después de pagar los aranceles de los que están exentos los bielorrusos, afirma Chúbrik.

La neutralidad y la desnuclearización son fines de la política del Estado, según la constitución bielorrusa. El objetivo entraría en conflicto con la base aérea militar que Rusia quiere establecer en la región de Magiliov, en el sudeste del país. En septiembre, el Kremlin publicó un proyecto de acuerdo que permitiría a Moscú emplazar aviones de combate en el suelo bielorruso. Putin ordenó a los ministros de Exteriores y Defensa que acabaran de negociar y firmaran el acuerdo. Colocado en una delicada posición, Lukashenko tuvo que desmentir públicamente el trato que se está gestando desde abril de 2013 por lo menos, cuando el ministro de defensa de Rusia Serguéi Shoigú, planteó a Minsk el plan para crear una base de aviación rusa con aviones cazas y un regimiento aéreo.

“Lukashenko demoraba lo más posible la firma de un acuerdo formal con Rusia sobre la base, porque, por una parte, quería recibir alguna compensación económica, y por la otra, quería que eso perjudicara lo mínimo a sus relaciones con occidente”, dice Alesin. “Rusia insistió porque no quiere que Lukashenko mejore sus relaciones con occidente y porque comprenden que la base vincula aún más estrechamente a Bielorrusia con Rusia”. En la base se instalarían 24 aviones de combate que en teoría pueden llevar armas nucleares. La fórmula jurídica propuesta por Moscú excluiría el control bielorruso.

Afirma Alesin que la idea de la base no gusta a los bielorrusos y opina que la oposición ha captado bien este ánimo al convocar esta semana una concentración en contra del proyecto, que reunió a 400 personas en Minsk.

“Lukashenko sintió el peligro y dio un paso atrás en público para que los electores valoraran su papel de garante de la soberanía del Estado”, dice Alesin.

En la calle en el centro de Minsk, Korotkevich se pronunciaba el viernes contra la base que “convertiría nuestro país en un blanco” y también contra las dos otras instalaciones militares rusas (un centro de radar y otro de seguimiento y comunicaciones de la flota del Norte) ya existentes en Bielorusia. “Cuando acabe su plazo en 2020, no les renovaremos el contrato”, afirma.

Las intenciones de la candidata recordaban las de aquellos activistas proeuropeos del Maidán de Kiev que planeaban revisar el acuerdo de la instalación de las bases rusas en Sebstopol, en Crimea.

“Bielorrusia actúa como un escudo de defensa para Rusia y en nuestro territorio tenemos el sistema de defensa antiaéreo más denso del mundo en interés de Rusia, que quedaría desnuda si pierde ese escudo”, afirmaba el experto. fin

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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