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Buena Vista Social Club
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De presuntos terroristas a la Casa Blanca

Después de estar vetados en EE UU, el deshielo permite a los músicos del Buena Vista Social Club actuar ante Obama

Omara Portuondo y Compay Segundo (sentados, en primer plano), junto a otros integrantes del grupo Buena Vista Social Club
Omara Portuondo y Compay Segundo (sentados, en primer plano), junto a otros integrantes del grupo Buena Vista Social Clubjorge uzon (afp)

Corría el año 2003 y el cantante Compay Segundo estaba de cuerpo presente en la funeraria Rivero, a escasos metros de la antigua Sección de Intereses de EE UU en La Habana, hoy la flamante embajada norteamericana. El legendario autor de Chan Chan había muerto a los 95 años y muchos dolientes recordaban que hasta el último suspiro fumó puros y bebió ron sin restricciones, además de tener una amante cincuenta años menor que él —“y con nada de viagra ¡eh!, sopón de carnero, con eso me basta”, alardeaba—. La escena era la siguiente: la cantante Omara Portuondo lloraba desconsoladamente en una mecedora, mientras otros ilustres músicos del Buena Vista Social Club recordaban sus anécdotas y comentaban con indignación la negativa reciente de las autoridades de EE UU de conceder el visado de entrada a varios artistas cubanos invitados a la gala de los premios Grammy. Al año siguiente el mismo veto se repitió y afectó al cantante Ibrahim Ferrer, pese a que había ganado tres Grammy y era uno de los nominados.

El único terror que conozco es cuando voy a tocar un piano y suena mal

Cuba estaba todavía en la lista de países patrocinadores del terrorismo, y esa fue una de las razones para denegarles la entrada en 2004. Fue entonces cuando Omara y Ferrer se plantaron: “No entiendo por qué nos han negado esta visa, yo no me siento terrorista, no lo soy, no puedo serlo”, dijo el segundo. El pianista Guillermo Rubalcaba, otro damnificado, fue aún más agudo: “Estoy preocupado porque nos llamen terroristas pues el único terror que conozco es cuando voy a tocar un piano y suena mal”.

El jueves por la noche, Omara, Eliades Ochoa y otros artistas del famoso proyecto de Ry Cooder —millones de discos vendidos desde 1997— se presentarán ante el presidente Barack Obama en la Casa Blanca. Los difuntos Ferrer y Rubalcaba, igual que Compay Segundo, no llegarán a la cita y es una lástima. “Dejen la bobería y pónganse a bailar el son”, le soltó una vez Compay a un diplomático norteamericano tras actuar en el Hotel Nacional. Pero nada. Aunque tarde, al final EE UU dejó la bobería, sacó a Cuba de la lista de países terroristas y se puso a bailar el son del deshielo. Ahora que hasta los Rolling Stones y Julio Iglesias quieren tocar a la isla, conviene recordar el sinsentido de una política que consideró a Ibrahim y Omara terroristas y que ha perjudicado a los cubanos de a pie, no a los Gobiernos. Washington y La Habana negocian hoy el alcance de sus relaciones y pueden enmendar el error, y más que nunca vale una de las frases de guerra de Compay: “Caballeros, ya esta bueno, muévanse ya”.

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