_
_
_
_
_
GENERAL GARCÍA SERVET | JEFE DE UN CENTRO DE OPERACIONES DE LA OTAN

“Nuestra misión es evitar incursiones como las de cazas rusos en Turquía”

Habla el responsable del mando de la Alianza Atlántica para la defensa aérea de Turquía

Miguel González

A primera hora del pasado viernes, el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de Torrejón (CAOC TJ) detectó un vuelo no identificado en el espacio aéreo de Turquía. Siguiendo el protocolo previsto, se dispuso la salida de dos cazas desde una base turca para interceptarlo. Pero, antes de que pudieran hacerlo, las autoridades de Ankara comunicaron que se hacía cargo del caso por sus propios medios. El avión (un drone) fue derribado. Rusia ha negado que fuera suyo. “A esta hora, aún no está clara su nacionalidad, pero se sabrá”, explica el general de división Rubén García Servert (Madrid, 1958).

El general español es el jefe de uno de los dos centros de operaciones aéreas de la OTAN. A sus órdenes tiene a 230 militares de 16 países aliados. Desde su cuartel general provisional —hasta que se mude a un búnker subterráneo de cuatro plantas con muros de hormigón de tres metros de espesor construido dentro de la propia base— se ocupa de la defensa aérea de todo el flanco sur de la OTAN, 6.500 kilómetros desde las Azores a la frontera turco-siria.

"El riesgo es que no sabes cuál es la actitud del que tienes enfrente y puede ser enormemente agresiva"

Esta última se ha convertido en la más caliente de la región, después de que Rusia haya entrado de hoz y coz en la guerra siria, provocando roces, y algo más que chispas, con los aliados.

La defensa aérea es la única de la Alianza que depende de un mando integrado en tiempo de paz. Eso significa que la orden para interceptar, identificar y, en su caso, derribar a un intruso parte de Torrejón, aunque la ejecuten cazas turcos asignados a la OTAN. Cualquier país puede desengancharse cuando quiera de la cadena de mando, pero Turquía no lo ha hecho, salvo el viernes.

El pasado 2 de octubre, un Su-30 ruso violó por primera vez el espacio aéreo de Turquía. Por orden del CAOC-TJ, dos F-16 salieron a su encuentro. Cuando alcanzaron a identificarlo visualmente ya se había dado la vuelta y volaba de regreso a Siria. Al día siguiente se repitió el incidente, aunque esta vez la intrusión fue tan breve que no hubo tiempo de interceptarlo.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
"Buscamos desescalar la tensión. No tenemos voluntad alguna de que los  incidentes vayan más allá"

“Han sido dos incidentes menores, no por su repercusión política sino por su trascendencia táctica. Lo que ponen de manifiesto es la solidaridad de todos los miembros de la Alianza con un país que está sufriendo este tipo de acciones”, explica. Servert no quiere opinar sobre si se trató de incursiones accidentales, como sostiene Rusia, o intencionadas, como denuncia Washington. “Ese análisis no corresponde al nivel táctico”, se excusa.

En la sala de operaciones, el equipo de servicio —al mando de un teniente coronel apoyado por expertos pilotos, radaristas o controladores— vigila 7-24 (es decir, siempre) una pantalla con miles de puntos luminosos. Cada uno es un vuelo, la mayoría civiles. Cuando alguno no está identificado o se desvía de su ruta, se activan las alarmas. Como sucedió con los aviones rusos.

“Nuestra misión es que esas incursiones no se produzcan y, si se han dado, que no se repitan. Que quien entra o intenta entrar se vaya por donde ha venido. Nuestro objetivo es desescalar [la tensión]. Estamos en tiempo de paz, aunque por el ruido de los tambores parezca otra cosa. Las normas en caso de conflicto serían distintas”, advierte.

Eso no significa que la situación no entrañe riesgos. “Somos una alianza defensiva y no tenemos voluntad alguna de que estos incidentes vayan más allá. Pero no sabes cuál es la actitud del que tienes enfrente y puede ser enormemente agresiva”.

Quizá por eso, Turquía ha preferido dejar su defensa aérea bajo control de la OTAN, contar con el plus de legitimidad que le otorgan los 28. Presenta ventajas, pero también limitaciones. Aunque desde Torrejón se puede ver todo lo que vuela en Siria, “yo oficialmente no miro. Me ciño milimétricamente a mi mandato, que acaba en la frontera”.

Pertenecer a un club como la OTAN tiene sus paradojas. El número dos de Servert es un general griego, en cuyas manos queda la defensa de Turquía cuando él no está. Pero eso no es inconveniente. “Cuando cruzas esta puerta te olvidas de qué país eres”, asegura.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_