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Castro: “La relación especial entre Cuba y México avanza”

La mejora de las relaciones económicas entre ambos países da a México la oportunidad de recuperar terreno frente a Brasil y España

Jan Martínez Ahrens

Se vieron, se rieron y se abrazaron. Cuba y México, dos países a los que ni siquiera la Guerra Fría logró separar, tuvieron este viernes un reencuentro histórico en Mérida (Yucatán). En la primera visita de Estado de un presidente cubano a México desde 1960, Raúl Castro enterró los malos momentos vividos con los gobiernos panistas (2000-2012) y estableció con Enrique Peña Nieto la hoja de ruta de los próximos años. Una senda de mejora de las relaciones económicas que para Cuba, en pleno deshielo, supone una necesidad, y para México, la oportunidad de recuperar terreno frente a Brasil y España. “Nuestra relación especial avanza”, zanjó Castro en su discurso.

Bajo una fina llovizna tropical, Raúl Castro llegó a Mérida (Yucatán) con retraso, sin mucho tiempo pero acompañado por el viento de la historia. Un antiguo vínculo, poblado de imágenes en blanco y negro, que arrancó la noche del 26 de junio de 1956, cuando un revolucionario de 29 años llamado Fidel Alejandro Castro Ruz fue detenido por la policía secreta mexicana en las calles del Distrito Federal. Durante un mes, su destino, junto con el de Raúl Castro y el Che Guevara, quedó en manos del régimen priísta. Finalmente, en una operación bien calculada por la inteligencia mexicana, fueron liberados. Desde aquel momento, México apoyó su causa. Dio comienzo una larga amistad. La relación especial entre México y Cuba.

Para Peña Nieto, que viajó a Cuba en 2013, la devolución de la visita supone un éxito diplomático

Casi 60 años después, y de la mano de uno de los últimos protagonistas de aquel capítulo, ambos países se sentaron juntos a rediseñar su futuro bilateral. Las perspectivas no son malas. México, aunque por debajo de lo previsto, mantiene su crecimiento, y el deshielo con Estados Unidos ha disparado el atractivo de la isla caribeña. A ojos de muchos empresarios, la paulatina apertura comercial puede más que la pobreza y el antediluviano sistema político cubano. Incluso la figura de Raúl Castro, el viejo e impenitente revolucionario, ha ganado enteros tras su encuentro con Obama en la pasada Cumbre de las Américas. En este momento dulce, sin fricciones mutuas, ambas diplomacias buscaron rentabilizar todo aquello que les fuese posible. Incluido el apretón de manos. “El cese del injusto, ilegal e inmoral bloqueo es una victoria de la solidaridad mundial. Estamos en un momento de relanzamiento de nuestras relaciones. Vamos a fortalecer los vínculos comerciales, culturales y diplomáticos”, explicó el líder cubano.

Para Peña Nieto, que viajó a Cuba en 2013, la devolución de la visita supone un éxito diplomático. En términos internos lanza un guiño a una cierta izquierda con la que siempre ha coqueteado el PRI. También confirma que la estrategia de acercamiento elegida al inicio del mandato, tras el invierno panista, ha sido un acierto. Bajo esta luz, la llegada del líder cubano, aunque fuese por sólo 24 horas, devolvió a la política exterior mexicana el aire de gran jugador de la escena americana.

Este dividendo político fue la base de la visita. Pero no la agotó. La mejora del intercambio comercial también pesó en la agenda. Ahí las cifras muestran una fuerte asimetría. En 2013, las exportaciones de México a la isla representaron 372 millones de dólares, sólo el 1% del total. Y las importaciones aún menos: 14 millones, un 0,01%. Un registro mínimo, pero que para Cuba, una economía cerrada y pobre, es crucial, hasta el punto de que México es su sexto socio comercial. “Los números no acompañan e incluso están por debajo de las obtenidos en la mitad de los años noventa. Por eso están haciendo un esfuerzo al más alto nivel”, señala el profesor del CIDE Rafael Elías Rojas.

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En esta línea, para Castro el objetivo principal fue la reactivación de las relaciones comerciales. Cuba ha emprendido el camino hacia un nuevo modelo económico, pero las cifras siguen sin cuadrar. Padece un déficit crónico de casi todo lo que no sean discursos y los flujos muestran una excesiva dependencia de Venezuela y China. En este contexto, México es un socio próximo (la distancia es de 200 kilómetros), tiene una treintena de empresas dispuestas a dar el salto y, como demostraron los acuerdos cerrados ayer en turismo, educación y agricultura, quiere ampliar su campo de juego. “Valoramos mucho las nuevas oportunidades que brinda Cuba”, señaló Peña Nieto.

La estancia, que termina hoy por la mañana, también le permite a Castro sacarse algunas espinas. Desde hacía 13 años ningún presidente cubano pisaba tierras mexicanas. La última visita, con motivo de la Cumbre de Monterrey, acabó en desastre diplomático. El mandatario mexicano Vicente Fox, en un intento de evitar que coincidiera con el presidente George W. Bush, despachó a Fidel Castro de la reunión con un lapidario “comes y te vas”. El viernes, recibido con honores, Raúl regresó a una tierra que en los momentos capitales de la historia se ha mantenido a su lado, y donde su revolución vivió un momento germinal. “Nunca lo olvidaremos”, sentenció Castro.

El tema bilateral más espinoso correspondió a la emigración. Cientos de cubanos se agolpan estos días en la frontera sur de México. Procedentes de Quito, su destino final es Estados Unidos. El miedo a que Washington, tras el deshielo y por la presión de los republicanos, ponga fin a las leyes que favorecen la acogida de cubanos ha acrecentado su llegada. Las autoridades mexicanas les dan un buen trato y les ofrecen un salvoconducto de 20 días para que alcancen el norte. Pero ambas diplomacias, como demuestra el protocolo de entendimiento cerrado sobre este asunto, son conscientes de que este aumento masivo de migrantes en una de las fronteras salvajes de América no deja de ser una fuente de conflictos. Y, a la postre, una demostración de los problemas internos de Cuba.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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