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Los talibanes se ceban con la prensa en Afganistán

Una nueva generación de periodistas y medios de comunicación sufre el acoso de los extremistas por dejar al descubierto sus atrocidades

Silvia Ayuso
Un grupo de talibanes escucha el discurso del nuevo mulá de la provincia de Farah.
Un grupo de talibanes escucha el discurso del nuevo mulá de la provincia de Farah.AP

Cuando los talibanes emprendieron la toma de Kunduz, Lotfullah Najafizada, director de ToloNews, la primera cadena de noticias 24 horas de Afganistán, envió a diez periodistas a cubrir in situ la ofensiva que tomó por sorpresa tanto al Gobierno afgano y como a la comunidad internacional. Los informadores “reporteaban con las balas silbando sobre sus cabezas”, recuerda Najafizada.

 Lo que contaron no gustó nada a los talibanes que, el 12 de octubre, declararon a ToloNews y a su competidora 1TV “enemigos personales” que serán considerados “objetivos militares a ser eliminados directamente”. Una amenaza de la que no se salva nadie. “Ningún empleado, presentador, directivo, equipo de noticias o reportero de estos canales gozará de inmunidad”, subrayaron los talibanes.

 “Los medios se han convertido en un problema para la estrategia talibán”, considera Najib Sharifi, que dirige el Comité para la Seguridad de los Periodistas Afganos (AJSC), una organización que supervisa la situación de la prensa en este país.

 En un país de población muy joven que, en muchos casos, apenas recuerda la era talibán, el trabajo de los periodistas en Kunduz provocó una “concienciación nacional de lo que supondría que regresaran al poder los talibanes, y estos ahora sienten que la prensa se ha convertido en un gran obstáculo” para sus objetivos, explica.

Violencia contra los periodistas

Los talibanes jamás fueron amigos de la prensa. Durante su mandato, entre 1996 y 2001, solo había una emisora de radio y un puñado de periódicos. Tras su expulsión, el panorama mediático afgano floreció al abrigo de la comunidad internacional. Hoy en día el país cuenta con unas 200 emisoras de radio, alrededor de 80 estaciones de televisión y centenares de publicaciones. Pese a todas las dificultades, incluidos los obstáculos del propio gobierno -el 72% de los casos de violencia e intimidación a la prensa proviene de las fuerzas de seguridad o de funcionarios de bajo rango, señala Sharifi- Afganistán se precia de tener una libertad de prensa mejor que la de muchos de sus vecinos, como Pakistán o Irán, coinciden los observadores de los medios.

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La prensa afgana es una de las mayores “historias de éxito” de estos 14 años de era post-talibán, asevera Abdul Mujeeb Khalvatgar, director de Nai, una organización que entrena a periodistas afganos y los defiende ante casos de acoso. Y ahí está el error de cálculo de los talibanes, señala. Porque aunque la desprecien, los extremistas necesitan de los medios para que se sepa de ellos. Pero con lo que no contaban, dice Khalvatgar, es con que fueran a informar de manera tan rigurosa.

Los talibanes habían asegurado en los últimos meses que han cambiado muchas de sus políticas y que no iban a volver a cometer las atrocidades que realizaron en tiempos pasados. Pero en Kunduz “hicieron lo contrario y fueron más crueles incluso que antes, cometiendo violaciones, matando a mucha gente, destruyendo medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos. Y todo eso lo contaron los periodistas con rigor”, recuerda Khalvatgar. De ahí que para los talibanes la prensa sea ahora un “gran obstáculo”, acota Sharifi.

Con todo, la amplitud de la amenaza tomó por sorpresa a los periodistas. “No nos lo esperábamos, porque nuestra cobertura de Kunduz fue bastante equilibrada, criticamos más al gobierno que a los talibanes”, dice Najafizada. El director de ToloNews valora la solidaridad de la prensa afgana, que respondió al unísono amenazando con “boicotear” la cobertura de los talibanes.

Puede que el vacío informativo suene hueco frente a las balas y las bombas, pero la contra-amenaza ha resultado efectiva, al menos por el momento. Porque la “mayor vulnerabilidad” de los talibanes, apunta Sharifi, es su necesidad de que se informe sobre ellos, hasta el punto de que en algunas provincias se han producido amenazas a periodistas para que transmitan sus comunicados. “Para los terroristas, el espacio en los medios es como oxígeno, es lo que los hace relevantes en el debate político”.

La amenaza talibán sacudió al equipo de ToloNews, pero ningún periodista ha renunciado, asegura Najafizada. “Tenemos cuidado, pero no ha cambiado la forma en que trabajamos”, dice. Porque no se puede, agrega. Afganistán es un país donde casi dos tercios de la población tiene menos de 25 años. Y esta “generación post 11-S es la generación de la libertad, decir lo que opinamos está en nuestro ADN”, afirma el directivo, de 28 años.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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