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Forster: “El kirchnerismo no va a desaparecer”

El intelectual kirchnerista defiende sus logros pero admite cansancio en sectores sociales

Ricardo Forster (Buenos Aires, 1957) es uno de los principales intelectuales kirchneristas. Doctor en filosofía y catedrático de la Universidad de Buenos Aires, en 2008 fue uno de los fundadores de Carta Abierta, el grupo de pensadores fieles a los Kichner. En 2014 fue nombrado jefe de la nueva Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, un nombre que él mismo admite como polémico. Forster habla con la posibilidad de la derrota muy presente en las elecciones presidenciales del próximo día 22, pero está seguro de que el kirchnerismo no desaparecerá tan fácilmente.

Pregunta: ¿Se esperaba llegar así a la segunda vuelta?

Respuesta. Incluso en 2003, después del estallido de la Argentina, con los bancos cubiertos para que la gente no entrara, las corrientes de derecha sacaron el 43 % de los votos, si sumás (Carlos) Menem y (Ricardo) López Murphy. Pero en la historia argentina, la única opción que tuvo la derecha fue a través de golpes de Estado. Esta es la primera ocasión en el que centro derecha, con (Mauricio) Macri, ha logrado perforar ese techo. Cambiemos y el PRO lograron tomar sectores de clase media baja, incluso sectores populares. Han logrado que esos sectores voten un modelo de sociedad que probablemente les produzca muchísimo daño.

P. ¿Qué ha hecho mal el kirchnerismo para que esos sectores quieran cambio?

R. Más allá de los errores hay que ver las condiciones de época, culturales. La política es atravesada por las estéticas.

P. ¿El kirchnerismo se ha quedado viejo?

R. No diría que viejo, hoy disputa la mitad de la sociedad. Que una fuerza política con la complejidad de estos 12 años argentinos, con las disputas, llegue con un porcentaje cercano al 40% no me parece mal. Es un caudal político de mediano y largo plazo importante. Es un Gobierno que no tendió a la negociación, salió a disputar.

P. ¿Hay un hartazgo de esa tensión, de esa batalla ideológica?

R. Las sociedades, sobre todo en el capitalismo contemporáneo, son de lo fugaz, de lo inmediato. En política pasan cosas por el estilo. Hay jóvenes que no vivieron la crisis del 2001, que no tienen memoria de la década del 90, mucho menos de la dictadura de (Jorge) Videla. Eso produce distancia, cansancio en algunos sectores. Veremos. Creo que ese 7 u 8% que votó a la izquierda va a apoyar a (Daniel) Scioli.

P: ¿Scioli es de izquierda?

R. Representa este camino de 12 años, hitos que cualquier persona progresista en Argentina reconoce como valiosos: política de derechos humanos, de unidad latinoamericana, 'reestatización' del sistema jubilatorio, recuperación de empresas públicas, inversión educativa, repatriación de científicos. Cualquiera lo reconoce más allá de las críticas que tenga a la modalidad de Cristina (Kirchner), al tema de la corrupción, del autoritarismo.

P. Es difícil convencer a alguien de que Macri supone volver a los 90 cuando Scioli estaba ahí.

R. Sí, claro, Scioli inició su vida política apadrinado por Carlos Menem. Pero yo creo que el Scioli político que hoy es el candidato del Frente para la Victoria no es el mismo.

P. ¿Y Macri no ha cambiado?

R. Me parece que Macri ideológicamente tiene una constancia. El macrismo tiene un elemento de neopopulismo conservador que en Argentina ha funcionado. Ha aprendido del menemismo. Pero nadie es igual exactamente a quien era hace 20 años atrás.

P. ¿No es un fracaso del kirchnerismo que Scioli, que no era kirchnerista puro, sea el candidato?

R. La decisión fue muy clara. Creo que hay un convencimiento de que Scioli-(Carlos) Zannini es la fórmula que mejor puede representar al Frente para la Victoria en una competencia exitosa. Sabiendo que Scioli tiene su propia marca.

P. Mucha gente del kirchnerismo está frustrada.

R. Hay gente que hubiera preferido que sea (Jorge) Taiana, (Agustín) Rossi, (Sergio) Urribarri, (Florencio) Randazzo. Pero eso es como ustedes dicen a toro pasado, ya está. Frente a un momento dramático de la historia argentina como este ya no hay discusión. Después del 22 de noviembre se podrá discutir todo, tanto si se gana como si se pierde. Seguramente serán distintos los tonos.

P. Si pierde Scioli, ¿qué quedará del kirchnerismo, de toda esta época?

R. Para cualquier fuerza política una derrota electoral es un trago amargo. Sabemos lo que viene con Macri. Vemos lo que pasa en otros países, en España, Francia, Italia, Grecia, Portugal, el nivel de exigencia hacia las políticas de ajuste. Van de nuevo por eso en Argentina. Pero no les va a ser fácil. El kirchnerismo no va desaparecer, los dinosaurios no van a desaparecer, como cantaba Charly García.

P. ¿No habrá una frustración? Después de 12 años muchas cosas han mejorado, pero el índice de pobreza está muy alto, por ejemplo.

R. Quizás en lo inmediato, si no gana el Frente para la Victoria, se pueda expresar esa sensación de frustración. Pero a mediano plazo va a haber un reconocimiento de los núcleos centrales y del valor histórico de estos 12 años. Hay que mirar el ciclo histórico que comienza el 24 de marzo de 1976, cuando llega la dictadura. Y va hasta 2001. El kirchnerismo ha reconstruido Argentina.

P. Tampoco han conseguido una educación pública al nivel de la que dio fama a Argentina.

R. Soy profesor hace 31 años en la Universidad de Buenos Aires, y diría que el sistema ha recuperado en estos años una gran cantidad de cosas. La educación pública batalla contra la descomposición social de Argentina de la década del 90, que fue terrible. La reconstrucción de eso no se resuelve en una década. Con la asignación universal por hijo (creada en 2009) se incorporó a la educación entre 20% y 30% de población que estaba fuera del sistema. Pero eso a los docentes les plantea un problema porque tienen que modificar su cabeza para vincularse con chicos que venían del desamparo total. Me parece que a veces se es un poco despiadado con las experiencias latinoamericanas: se les exige lo que no se les exige a otras. Por ejemplo es ofensivo cuando se plantean términos como dictadura. Incluso cuando se creó esta secretaría se me atacó a mí como si yo fuera una mezcla de Hitler, Mussolini, Franco y ‘1984’ de Orwell.

P. El nombre, coordinación para el pensamiento nacional, era polémico.

R. Es un nombre a discutir, hasta equívoco, lo concedo, pero nombraron a alguien como yo para esa secretaría. Era la primera vez que asumía un cargo público, tengo una trayectoria como intelectual en Argentina y fuera, una obra publicada. Soy descendiente de judío europeo, formado en la tradición de la Escuela de Fráncfort, dediqué 25 años de mi vida a escribir sobre Walter Benjamin. Fue un insulto atroz. Auschwitz está dentro de mi historia. Si uno se detiene a ver lo que hicimos en un año y tres meses, no tiene nada que ver con el imaginario o ese fantasma de nacionalismo, de esencialismo. Hay una brutal simplificación de este complejo período político en Argentina y en América Latina.

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