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Terragno: “Estas elecciones son entre pasta y pollo”

Para algunos es ingrato votar a Macri, explica, pero hay dos opciones, como en los aviones

Rodolfo Terragno (Buenos Aires, 1943) fue periodista, vivió el exilio durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), es historiador y escritor. Pero sobre todo es un histórico de la Unión Cívica Radical y hombre clave en los gobiernos de Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando De la Rúa (1999-2001). Ahora apoya a Macri –su partido está en la alianza Cambiemos- pero él está a la izquierda del candidato. Muy crítico con el kirchnerismo, cree que ha generado mucha división y deja mucho fanatismo.

Pregunta. ¿Cómo llega Argentina a las elecciones?

Respuesta. Argentina es un país curioso. Hay gente que dice que a principios del siglo XX era uno de los diez países más poderosos del mundo, cosa que es falsa porque se toma el PIB per cápita. Con ese criterio hoy el país más rico es Qatar. Y eso no es cierto, depende de la exportación de petróleo. Argentina dependía de la exportación de granos en el momento en que había una gran demanda mundial. Sí fue un gran centro cultural. Tiene tres Nobel en ciencia y España solo dos. Todo eso es visto con nostalgia. La idea de que Brasil supere a Argentina es algo que hiere el sentimiento nacional.

P. ¿Argentina en realidad nunca fue tan importante?

R. Era un país subdesarrollado que tenía el petróleo de la época, que era el trigo. Hoy se ve que en el pasado hubo grandes políticos y que ahora estamos ante una decadencia. Estamos frente a una elección que, comparándola con la comida en los aviones, es en gran medida pasta o pollo. Uno no puede decir que no, que quiere arroz con maricos. Yo prefiero el pollo, pero es una opción cerrada. Para mucha gente es ingrata, pero tiene que conformarse.

P. ¿Por qué no le gusta tanto el “pollo” de Macri?

R. Mi partido es más de centroizquierda, el suyo más de centroderecha. La democracia exige convivencias. Macri ha demostrado actitudes democráticas en la capital. Trasladó la sede del Gobierno no a Puerto Madero (barrio lujoso) sino al sur, a una de las zonas más pobres, y creó el Metrobús, que trae en media hora menos a la gente que viene a trabajar desde el sur. Plantearlo como un ultraconservador es un error. Macri va a depender mucho del radicalismo, que es la primera fuerza parlamentaria dentro de Cambiemos y va a gobernar tres provincias.

P. ¿Cree que puede funcionar el miedo a Macri?

R. Son argumentos que pueden hacer algún efecto pero fíjense: el kirchnerismo era menemista en los 90, YPF fue privatizada por Menem y Kirchner conjuntamente. El kirchnerismo hace muy poco llevó como jefe del Ejército a Milani, que era un militar del período de la represión. Kirchner y su esposa fueron defensores hasta el final del sistema de paridad uno a uno del peso con el dólar, que llevó a la hecatombe (de 2001). Es un tanto extraño que aparezcan como la alternativa a los 90.

P. ¿Qué quedará del kirchnerismo?

R. Puedo aisladamente encontrar cosas que me parecen positivas. En Néstor Kirchner la reestructuración de la deuda, una intención de tener una Corte más digna. En el Gobierno de Cristina Kirchner tal vez un impulso a las ciencias. Cosas aisladas, pero la herencia del kirchnerismo es muy pobre.

P. ¿Cómo saldrá la sociedad de estos 12 años tan intensos?

R. Herida por la división que ha creado el kirchnerismo y la que se ha producido del otro lado. Vamos a tener dificultades porque Argentina tiene una de las cinco inflaciones más altas del mundo, déficit fiscal, atraso cambiario (un peso caro), una inmensa cantidad de subsidios que si se los quita, se incendia el país y si no se los quita, se incendia el fisco. El que maneje eso va a tener dificultades porque venimos de diez años de ‘sojacracia’. Entonces es probable que, como la gente juzga al árbol por los frutos, surja una añoranza respecto del período kirchnerista. Injustificada pero comprensible.

P. ¿Puede gobernar este país alguien que no es peronista?

R. Eso es en un mito. A Perón lo derrocaron (1955), a Isabel también (1976). Hubo cinco intentos de presidencia fallidos a finales de 2001. Duhalde renunció varios meses antes de que terminara su mandato. Salvo Menem y los Kirchner, el peronismo tuvo muchos problemas de gobernabilidad. Ahora también sería muy difícil para Scioli. Tendría que enfrentar los mismos problemas de aparecer haciendo el ajuste, la devaluación. Hay también una suerte de radicalismo llorón que dice “no nos dejan gobernar”. Si a uno no lo dejan gobernar no merece gobernar porque gobernar es superar los obstáculos, resistir, avanzar, lo que hizo Alfonsín. Es una pobre excusa. Para mí es evidente que en la etapa final Alfonsín lo derrotó la hiperinflación, y que a De la Rúa lo derrocó el 1 a 1 y no la conspiración. Y yo integré los dos gobiernos.

P. ¿Cómo ve anímicamente a la sociedad argentina?

R. Está excesivamente politizada, es muy difícil encontrarse con alguien y preguntarle cómo está sin que inmediatamente empiece a hablar de política. Este gobierno ha generado un fanatismo en muchos sectores de la sociedad.

P. ¿Y ve a Macri con fuerza para enfrentarse a esta situación?

R. Su personalidad no lo sugiere. No tiene el arquetipo de un líder. Pero tiene mucha firmeza. Eligió Maria Eugenia Vidal para la provincia de Buenos Aires y se dijo “este hombre no está capacitado para gobernar”. Y resulta que Vidal ganó. Yo pienso que no tiene la fisionomía del líder pero sí la fuerza necesaria para gobernar.

P. ¿Viene un giro del continente hacia el centro derecha?

R. Hay una gran exageración. Se dice que la Argentina sigue los mismos pasos de Venezuela, en todo caso sigue los pasos del primer Perón del cual Chávez fue pobre imitador. Yo he sido un adversario intransigente de este Gobierno pero hay que reconocer que aquí no hay presos políticos, no se ha apoderado de los medios porque se lo impidió la justicia. Decir que esto es chavista me parece un exceso. Y también plantear a Macri como la derecha es exagerado.

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