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“Las inundaciones y las sequías son dos de los grandes retos del futuro”

La directora del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres analiza los efectos del cambio climático

Cristina Galindo
La profesora Guha-Sapir, en La Casa Encendida, en Madrid. La muñeca vendada se debe a una inflación, seguramente por teclear "demasiado".
La profesora Guha-Sapir, en La Casa Encendida, en Madrid. La muñeca vendada se debe a una inflación, seguramente por teclear "demasiado".Álvaro García

El futuro que describe la doctora Debarati Guha-Sapir está lleno de inundaciones, sequías, terremotos y conflictos armados. Pero su visión de lo que le aguarda al mundo es más optimista de lo que cabría esperar. Esta experta en la investigación de desastres naturales y conflictos civiles a nivel global, directora del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres y profesora de salud pública en la Universidad de Lovaina (Bélgica) considera que cada vez hay más recursos y técnicas para socorrer a las víctimas y proporcionar ayuda humanitaria. Los efectos del cambio climático, como las mayores inundaciones y la sequía, son dos de las grandes amenazas, junto a la guerra, según la profesora, que recientemente dio una charla en La Casa Encendida de Madrid.

Pregunta. El mundo actual disfruta de avances jamás pensados hace medio siglo y, sin embargo, hay más desastres naturales que antes. ¿Por qué?

Respuesta. Efectivamente, los desastres naturales son ahora más comunes que hace medio siglo. En los años ochenta y noventa se llegaron a triplicar. Desde entonces se han estabilizado en más de 200 anuales. Sin embargo, si nos fijamos en los relacionados con el cambio climático, como las inundaciones y las sequías, veremos que han subido, mientras que los desastres geológicos, como terremotos y volcanes, han bajado. Prestamos más atención a los tsunamis, porque son más espectaculares, pero el mayor problema que tenemos son las inundaciones, que siguen creciendo. Y no solo en los países en desarrollo. Hace poco hubo 20 muertos en Cannes por ese motivo.

P. ¿El calentamiento es la única razón?

R. El calentamiento global ha provocado que las lluvias sean más frecuentes y más fuertes. Pero además la urbanización excesiva contribuye a empeorar la situación. Construimos ciudades enormes llenas de hormigón, sin dejar el suficiente suelo abierto que absorba el agua de lluvia. Todo está cubierto con cemento. Eso es insostenible. Incluso una tormenta común puede convertirse en una inundación. Los deslizamientos de tierra, tan habituales en países más pobres, están también relacionados.

P. ¿Las grandes ciudades están en peligro?

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R. Lo están. El suelo tiene una capacidad limitada para absorber agua. Las inundaciones ocurren a veces en los centros urbanos porque no hay capacidad de drenaje. Así que el cambio climático es un factor, pero no el único. Si miras las estadísticas ves cómo el número de inundaciones que han provocado daños importantes e incluso muertos en Europa con repercusiones negativas está creciendo.

P. El pronóstico no parece muy halagüeño.

R. Bueno, tenemos la certeza de que las inundaciones van a seguir creciendo en todo el mundo, incluida Europa. Por eso tenemos que mejorar los mecanismos de respuesta ante las lluvias intensas. También hay que trabajar en la prevención de las sequías. Hay que tener en cuenta que el impacto suele ser más devastador en los países con menos recursos. Una sequía en España o en California tiene efectos negativos, pero en África suele acabar en tragedia. Las inundaciones y las sequías son dos de los grandes retos del futuro.

P. ¿Cómo afrontar el incremento de estos desastres?

R. Las predicciones meteorológicas son cada vez más acertadas. Lo que no tenemos es una respuesta eficaz. No tenemos un gatillo, un detonante, que vincule una alerta determinada con una respuesta automática. Ahora hay 2,8 millones de personas gravemente afectadas por la sequía en Malaui. Y nadie está haciendo nada al respecto. No actuamos hasta que la situación se pone tan mal que la gente empieza a morir. Y, cuando llegamos a ese extremo, la asistencia tarda un mes en llegar.

“La mayoría de la población de zonas en guerra no querría dejar su casa si tuviera acceso a servicios básicos”

P. ¿Qué podemos esperar de la cumbre del clima que se celebrará en París en diciembre?

R. En esas cumbres se habla de lo que sucederá en 50 años, pero

lo que tendríamos que hacer es transformar esas discusiones que se mantienen en la estratosfera en acción sobre el terreno. Hemos hecho muy poco por los granjeros, por los agricultores, en Vietnam, en China. Tenemos que ayudarles a adaptarse a los cambios, que sepan por ejemplo las consecuencias de la deforestación.

P. Junto a varios colegas, ha dirigido un equipo que publicó el pasado septiembre en la revista British Medical Journal un análisis exhaustivo de las víctimas de la guerra en Siria.

R. Ese conflicto es el mayor desastre humanitario desde la II Guerra Mundial. Hemos querido aportar evidencia científica de que las armas explosivas tienen efecto desproporcionado y letal en niños y mujeres. Analizamos 78.769 muertes violentas ocurridas en Siria entre 2011 y 2015 para comprobar el impacto de los distintos tipos de armas sobre la población civil y vimos que el 25% de las víctimas de las bombas son mujeres y niños, casi todos residentes de territorios controlados por los rebeldes.

P. Había elementos que apuntaban a eso desde hace tiempo. ¿Qué aportan los datos?

R. Documentar las muertes en un conflicto es esencial. En esa guerra se habla de unas 200.000 víctimas mortales. Hay que saber quiénes son. Con ese estudio hemos establecido un patrón. El régimen sirio y las facciones rebeldes aseguran que sus objetivos son el enemigo. Los datos muestran que esto no siempre es así, y no porque haya una estimación de alguna organización, sino porque hemos contado una a una las víctimas según los registros hospitalarios. Esto es una prueba más de que es la población civil la que acaba siendo víctima de los bombardeos. Los responsables de estos, también entre la comunidad internacional, deben ser conscientes de que mueren muchos niños.

P. El recrudecimiento del conflicto está provocando grandes oleadas de refugiados que huyen de la zona.

R. Ningún control de frontera, ninguna valla va a detener a la gente que huye, porque no les queda más remedio que irse. Creo que Europa debería ampliar sus cupos de acogida de refugiados. A largo plazo la comunidad internacional tendría que intentar paliar los problemas en los lugares de origen. Los acuerdos de paz no siempre dan a la gente lo que necesita. La población quiere un trabajo, comida y escuelas. La mayoría de la población no querría dejar su casa si se les proporcionara unos servicios básicos.

P. No siempre es posible proporcionar ayuda en medio de un conflicto. En Siria, por ejemplo.

R. Es cierto que Siria es un caso especial, porque es un conflicto muy intenso. Aun así conozco a un refugiado sirio cuya familia quiere seguir allí mientras tengan lo mínimo. En otros países, con conflictos más estancados, se pueden hacer muchas cosas. En general, la ayuda humanitaria ha mejorado de forma increíble en los últimos años.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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