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Civismo a madrazos

Censurados en los medios, el humor gamberro de Los Supercívicos exhibe al mal mexicano Sus vídeos triunfan en Internet

Los Supercívicos en la Ciudad de México.Vídeo: JORGE HUALDE
Juan Diego Quesada

El hombre de bigote y camisa a cuadros que dejó su coche aparcado en el espacio reservado a minusválidos baja ahora por la rampa con los brazos extendidos. Tiene el punto chulesco de quien se salta las normas, un John Wayne de mal gusto. El que lo graba dice que va a subir el vídeo a YouTube para que todo el mundo vea que el señor, a quien ya se le ve una mueca de fastidio, “camina perfectamente con sus dos piernas”.

-Felicidades, amigo- le dice.

-Vete a chingar a tu madre- responde el del bigote, y huye del lugar a toda velocidad.

El vídeo ha sido visto por 1.3 millones de personas en redes sociales.

Se titula “el bigotón mienta madres”.

Los Supercívicos, Arturo Hernández y Alex Marín y Kall, son la pesadilla de los ciudadanos irresponsables de la Ciudad de México. Bajo el paraguas del humor, la pareja exhibe en vídeo a los que –como el bigotón- aparcan en lugares indebidos, invaden el carril bici, paga mordidas a la policía o no cede el asiento en el metro a las embarazadas.

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En más de una ocasión han acabado a golpes o alguien que no estaba muy contento con la broma ha terminado enseñando la empuñadura de una pistola. “Nos la jugamos. Me dicen que soy un payaso, que soy un ridículo. Les molesta mucho que les digamos que lo que están haciendo está mal, pero es pura ignorancia. A través de nuestros vídeos lanzamos un mensaje. Es una forma de educar. El que ve los vídeos ya sabe que no tiene que tapar una rampa o tirar basura en la calle”, cuenta Hernández, que durante años trabajó de presentador en la MTV de Miami.

El formato no tiene cabida en televisión. Los Supercívicos se emitió un tiempo en Tv Azteca y después en MVS, pero en ambos casos fueron sacados del aire. “Hemos hecho cosas contra Bimbo, Axtel, Burger King. Molestamos a los anunciantes”, dice Hernández. La salida natural ha sido Internet, donde han encontrado un público que devora sus vídeos. La página de Facebook cuenta con más de 350.000 seguidores.

Cada día que salen a grabar es una aventura. Marín y Kall, un humorista de barba larga al que no es raro encontrarse en algún bar de stand up comedy, dice que son una especie de “corresponsales de guerra”. Lo explica un poco más: “Güey, esto está peligroso”. El otro día, el dueño de un negocio que guardaba los aparcamientos frente a su local, algo que está prohibido, le dijo que le iba a “partir su madre” por andar grabando. Alex cree que la gente “está bien pinche loca”.

Uno de los vídeos más divertidos de Los Supercívicos se grabó en el metro. Hernández se vistió de Jesucristo, con túnica y corona de espinas. En la mano llevaba un copón con agua bendita que rociaba a los viajeros que ocupaban sin necesitarlo los asientos destinados a ancianos, minusválidos y embarazadas. Gritaba a los infractores “levántate y anda”, y vociferaba extasiado “milagro, milagro” cuando el aludido entraba en razón y cedía el asiento. No faltó el ofendido que amenazó con darle “un putazo”.

Las armas de defensa de Álex y Arturo son la cámara de vídeo y el móvil con el que graban. Siempre le advierten a la persona agresiva que todo quedará registrado. En el caso de los automovilistas graban la matrícula y la leen en alto. Si algo ocurre acudirán a la policía con las pruebas. Pero no todo el mundo se detiene. A principios de año un conductor que circulaba por el carril bici se llevó por delante a Arturo, que le impedía el paso con una bicicleta. El coche lo arrastró en el capó 70 metros, hasta que Arturo cayó en una jardinera. Su mujer le pidió que se buscara otro oficio.

Los seguidores de sus vídeos han creado una comunidad de gente que está harta de las cosas mal hechas en la ciudad. La página sirve como un lugar de denuncia. Desde el hombre que graba las dificultades que tiene para acceder al metro con un carrito de bebé hasta el joven que retrata cómo un policía le lanza insultos homófobos. Tampoco los políticos se libran de las puyas irónicas. “El problema de México es el político”, se arranca Hernández, ”el PRI es una porquería y el PAN no lo llegó a hacer bien. Tiene que haber un cambio muy grande, una regeneración para que vayamos a mejor”.

Avisado queda el defeño: en caso de infracción puede quedar retratado para siempre como un tramposo. Razón: Los Supercívicos.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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