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Anne Hidalgo, alcaldesa de París: “No tenemos miedo”

Discurso de la regidora de la capital francesa tras los atentados del 13-N

Anne Hidalgo, alcaldesa de París, homenajea a las víctimas del 13-N frente al restaurante Le Petit Cambodge el día siguiente de los atentados.
Anne Hidalgo, alcaldesa de París, homenajea a las víctimas del 13-N frente al restaurante Le Petit Cambodge el día siguiente de los atentados.Getty Images

Señor presidente de la República,

Señor presidente del Senado,

Señor presidente de la Asociación de Alcaldes de Francia, querido François Baroin,

Señor vicepresidente de la Asociación de Alcaldes de Francia, querido André Laigniel,

Señoras y señores alcaldes de Francia, queridos compañeros,

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Les recibo hoy con el corazón afligido en nombre de todos los parisienses en una ciudad castigada, apenada y enlutada, pero más decidida que nunca a vivir y a vivir libremente.

El viernes por la noche, los terroristas vinieron a desafiar lo que más odian: la vida cosmopolita, generosa, insumisa y vibrante de París y de Saint-Denis, unidos en un único e igual destino común.

Es en estos barrios en los que cohabitan todas las generaciones, todas las lenguas y todas las culturas donde han tratado de impedirnos vivir y vibrar, hablar y escuchar, intercambiar y compartir.

Con lo que han querido acabar es con nuestra libertad —esa libertad que en cada una de nuestras comunas intentamos proteger y compartir— esa libertad que es al mismo tiempo el aire que respiramos, la lengua viva que hablamos y la sangre que corre por nuestras venas.

Por tanto, todas las comunidades reunidas presentan las condolencias de la República a las víctimas con un espíritu de fraternidad. Y con ese mismo espíritu deseamos todos juntos a los numerosos heridos que se restablezcan para vivir esta vida infinitamente preciosa de la que los terroristas han querido privarles.

Mis queridos compañeros, somos testigos hoy de esta comunión y de esta unión igualmente sagradas frente al terrorismo bárbaro que nos ha atacado y que nos amenaza.

No tememos, ni tampoco respetamos, a nuestros enemigos”

Todos juntos decimos solemnemente ante el mundo: no tenemos miedo.

No tememos, ni tampoco respetamos, a nuestros enemigos, pero debemos temer los sentimientos que podrían suscitar en nosotros: el sentimiento del miedo que desnaturaliza, de la cólera que desfigura y de la duda que divide.

No les daremos la satisfacción de tener miedo, sino que nos encontrarán con la guardia alta. No les daremos la satisfacción de la cólera, sino que nos encontrarán implacables. No les daremos la satisfacción de dudar, sino que nos encontrarán apegados a este diálogo democrático que tanto odian.

Puedo decírselo en nombre de todos los parisienses y pensando en todos con los que me he cruzado desde el viernes: seguiremos en pie y seguiremos siendo nosotros mismos, seguiremos asumiendo ante el mundo nuestra identidad colectiva como parisienses, apegados tanto para ellos como para la humanidad entera a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad —apegados tanto a nuestra singularidad en el mundo como a nuestra apertura al mundo— apegados, por último, a nuestro arte de vivir apasionadamente en paz.

También puedo decirles que si la sociedad parisiense está herida, sabe transfigurarse en la adversidad, para sobrevivir, pero también para vivir, para vivir en la paz y en el respeto, honrando sus ideales, suscribiendo sus valores y asumiendo su cultura.

Como simple ciudadana invito a todo el mundo a abstenerse de pronunciar cualquier palabra que hiera o que divida”

Asimismo, creo en nuestra capacidad colectiva para vivir juntos como queremos en una sociedad que es cosmopolita desde los puntos de vista social, cultural y religioso. Estas palabras vienen inspiradas por lo que me dicen los parisienses desde el pasado viernes.

Cuando hablo de los parisienses, hablo de mujeres, de hombres y de niños, nacidos aquí o muy a menudo en otros lugares, franceses o no, habitantes o no de nuestra capital, pero todos ellos están apegados a lo que inspira nuestra ciudad desde hace tanto tiempo y a lo que revela a aquellos que la descubren y la viven. Este deseo de libertad, este deseo de vivir juntos.

Como simple ciudadana y como simple parisiense invito a todo el mundo, cualquiera que sea su afiliación política, a abstenerse de pronunciar cualquier palabra que hiera o que divida para buscar y hacer valer solo el interés general.

Esta supervivencia y esta vida las hacen posibles todos aquellos que nos protegen: quiero saludar aquí a los policías, a los bomberos, a los militares, a los sanitarios y a todas aquellas y a todos aquellos a los que el horror no ha paralizado sino que ha movilizado.

También quiero saludar a los agentes municipales que, tanto aquí como en todas las comunidades de nuestro país, son centinelas que se alzan para defender y aumentar la cohesión de la sociedad francesa. A aquellas y aquellos que nos permiten diariamente vivir juntos, les vuelvo a decir que confiamos en ellos en este momento decisivo de nuestra Historia.

Son numerosos e infinitamente respetables las mujeres y los hombres que se comprometen desde el viernes a que la sociedad parisiense resista al ataque que ha sufrido.

Mis queridos compañeros, uno de los pensadores de nuestro Siglo de las Luces escribió que “el sentimiento de nuestras fuerzas las aumenta”.

París sufre, pero está en pie y mira al frente, está vivo y vivirá”

Por tanto, es fundamental que los franceses puedan sentir la magnífica unidad que se desprende de esta asamblea en la que están representadas unas comunidades tan diversas.

Asocio en ella a los alcaldes del mundo que nos han enviado unos magníficos testimonios de solidaridad, y pienso especialmente en las otras ciudades mártires del terrorismo, y en concreto en Beirut, golpeada el día anterior a los atentados de París.

Mis queridos compañeros, el París que ha sido atacado es el París de todos nosotros. Sufre, pero está en pie y mira al frente, está vivo y vivirá.

¡Viva la República! ¡Viva Francia! ¡Viva París y Saint-Denis!

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