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Las FARC piden perdón en Bojayá por su peor masacre

Trece años después de que una bomba explosiva cayó sobre una iglesia y mató a 79 personas, la guerrilla reconoce su responsabilidad en el lugar donde ocurrieron los hechos

Sally Palomino

Uno de los peores ataques de las FARC durante 50 años de conflicto colombiano ocurrió en el año 2002 en Bojayá, en el departamento de Chocó. Una bomba que cayó sobre la iglesia del municipio causó 79 muertos. El pasado domingo, Pastor Alape, en representación de la guerrilla, acudió al lugar de los hechos para pedir perdón.

El recuerdo que tenían de la presencia de las FARC en su pueblo todavía se siente como una pesadilla. En mayo del 2002, Bojayá, en el occidente colombiano, se hizo pedazos. Mientras sus habitantes trataban de protegerse de los enfrentamientos entre las FARC y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un cilindro bomba cayó en la iglesia donde la comunidad se ocultaba. El techo se les vino encima, los santos que rodeaban el lugar se fueron al suelo, 79 personas murieron, unas 100 resultaron heridas y al menos 6.000 más tuvieron que salir corriendo. La guerra los sacó de su pueblo.

El domingo pasado, las FARC volvieron. Pastor Alape, miembro del secretariado de la guerrilla, vestido de blanco y escoltado por el Comité Internacional de la Cruz Roja, se reunió con más de 300 personas para pedir perdón. Junto a él estaban otros guerrilleros, pero Alape fue quien tomó el micrófono. Reconoció que cometieron un error, que en Bojayá nunca debió ocurrir esa tragedia que aún hoy se siente en las calles, en las caras de sus habitantes. El pueblo quedó marcado como el lugar donde se evidenció la crudeza del conflicto en Colombia.

“En Bojayá se abona el terreno de la reconciliación para la paz”, escribió Alape en su cuenta de Twitter, al referirse al encuentro que esperaban desde el año pasado, cuando lo solicitaron ante una delegación de víctimas que viajó a La Habana en el marco de los diálogos de paz. El jefe negociador de la guerrilla, Iván Márquez, dijo que el acto de perdón fue humanitario y necesario para avanzar en el proceso de paz. “Por la conmovedora tragedia de Bojayá se ha pedido perdón. No se trató de un acto obligado, sino de una decisión libérrima del corazón”, escribió Márquez.

Los compromisos

El encuentro, de unas dos horas, tuvo como uno de sus escenarios el mismo lugar donde ocurrió la tragedia. En la iglesia, ante algunas fotografías de las personas que murieron, las FARC pidieron por primera vez perdón a sus víctimas en el lugar donde sucedieron los hechos. Sin cámaras y sin medios de comunicación. Víctimas y victimarios, acompañados por el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo y la directora de la Unidad de Víctimas, Paula Gaviria, se escucharon.

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La iglesia de Bojayá, destruida en 2002 por un bombardeo de las FARC.
La iglesia de Bojayá, destruida en 2002 por un bombardeo de las FARC.LUIS ACOSTA (AFP)

En la reunión, que contó con el apoyo de Naciones Unidas, se realizó un acto de limpieza según tradiciones ancestrales y se entonaron cantos propios de la región del Pacífico colombiano. Los zapatos de los asistentes fueron llenados con tierra y semillas como acto simbólico. “Estamos sembrando la paz”, decían. También hubo una representación teatral que mostró la vida del pueblo antes y después del atentado. Hablaron de su pasado, de lo que viven ahora y de lo que se imaginan si se firma la paz.

Alape aseguró que las FARC están dispuestas a reparar a las víctimas y a garantizar la no repetición. El pueblo lo escuchó. Y aunque la guerrilla aceptó su responsabilidad, las víctimas esperan que el Estado colombiano también lo haga. La justicia condenó al Gobierno de la época por la omisión de garantizar la protección de la población, que terminó siendo el blanco del fuego cruzado entre las FARC y las AUC. Por eso, las víctimas exigieron. Un día después, el lunes, en una rueda de prensa en Bogotá, representantes de la comunidad detallaron cómo esperan que el Estado los repare.

“Estas exigencias y solicitudes fueron plasmadas desde al año 2010 y todavía no tenemos respuestas concretas y eficaces”, dijo Delmiro Palacios. En nombre de su pueblo espera que esta vez y con el proceso de paz como trasfondo, sí les cumplan. Piden lo que para muchos podría ser obvio: la identificación de los restos de todas las víctimas de ese 2 de mayo y de los días anteriores cuando los combates entre las FARC y la AUC anunciaban que lo peor estaba por venir. “Necesitamos la entrega individualizada a cada familiar y la construcción de un panteón propio para su digna sepultura”.

No piden dinero, exigen justicia. Por ejemplo, que las 110 personas que resultaron lesionadas en el atentado reciban atención médica idónea para lograr su rehabilitación. También esperan que el reconocimiento de responsabilidades no se quede en un acto público. “Este debe asumir la justicia transicional como una de las garantías que nuestros pueblos necesitan; debe significar que todos los hechos cometidos en nuestro territorio no se van a repetir”.

La sentencia que condenó a la Nación por omisión y no proteger de forma adecuada a la población quedó en firme el pasado septiembre. La condena exige que el Ministerio de Defensa y la cúpula militar de la época reparen de forma individual a las víctimas, a través de una indemnización económica. Además, solicita que se investigue al entonces presidente, Andrés Pastrana. Pide también que la Nación reconozca la responsabilidad en los hechos.

En Bojayá ahora esperan el otro perdón, 13 años después de la tragedia.

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Sobre la firma

Sally Palomino
Redactora de EL PAÍS América desde Bogotá. Ha sido reportera de la revista 'Semana' en su formato digital y editora web del diario 'El Tiempo'. Su trabajo periodístico se ha concentrado en temas sobre violencia de género, conflicto armado y derechos humanos.

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