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Trabas para viajar, exportar o invertir

El Gobierno de Macri anunciará la eliminación las restricciones a la compra de divisas

Alejandro Rebossio
El ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay.
El ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay.MARCOS BRINDICCI (REUTERS)

El cepo cambiario ha consistido en una acumulación de limitaciones en el mercado de divisas con diversas consecuencias problemáticas.

Compra limitada de dólares

Los ahorradores solo podían comprar dólares por el equivalente al 20% de los ingresos declarados. Hacienda era la que autorizaba un determinado cupo mensual para adquirir la moneda estadounidense, que es aquella en la que las clases altas y medias de Argentina han ahorrado desde la década de los setenta. Además, regía un tope de hasta 2.000 dólares por mes. Aquellos que no recibían la autorización oficial recurrían al mercado blue o ilegal, que funcionaba en las llamadas “cuevas” de las propias casas de cambio, sociedades bursátiles o agencias de viajes. Hasta ayer mismo, el dólar oficial cotizaba a 9,83 pesos y el ilegal, a 14,48.

Permiso a los turistas

Los viajeros debían pedir autorización a Hacienda para hacerse con divisas. Los residentes que viajaban al extranjero solo podían adquirir por la vía oficial lo que las autoridades les permitían según un misterioso criterio que tenía en cuenta el destino y la cantidad de días del viaje. En cambio, podían pagar sin restricciones con tarjeta de crédito o débito fuera de su país. Pero muchos recurrían al mercado ilegal. Los turistas extranjeros también cambiaban sus divisas en las “cuevas” para conseguir una mejor tasa de cambio, y al irse solo podían deshacerse de sus pesos en esos locales.

Dinero preso y poca inversión

Las multinacionales apenas podían girar los beneficios a sus casas matrices. El Banco Central autorizaba con cuentagotas que las filiales de empresas extranjeras repatriaran beneficios a sus países de origen, lo que desalentó la inversión. Se calcula que estas compañías acumulan unos 10.000 millones de dólares sin remitir a sus países, según Matías Kulfas, que fue gerente general del Banco Central entre 2012 y 2013, y que ahora considera que el cepo fue un “error”. Ese dinero se vería afectado por la devaluación que provocará la liberación del tipo de cambio, con las consiguientes pérdidas para las empresas.

Pero no solo se desincentivó la inversión extranjera, sino la de los propios argentinos, que han acumulado fuera del sistema financiero, en cajas fuertes y en bancos del extranjero, hasta 400.000 millones a lo largo de la historia, según la ONG Tax Justice Network. Pocos estaban dispuestos a traer dólares para cambiarlos en el mercado oficial cuando en el ilegal cotizaban entre el 50% y el 70% más caros, según la temporada.

Barreras a las compras

Los importadores necesitaban autorización para comprar divisas con las que pagar los productos. En 2012 se generalizaron las barreras para las compras externas no solo para bienes de consumo sino también para insumos y maquinarias usados por el aparato productivo de Argentina. En la actualidad, los importadores, incluidas las industrias locales, deben 9.500 millones a sus proveedores del extranjero. Las trabas impidieron que el peso caro incentivara un aluvión de productos importados.

Desaliento a la exportación

Muchos exportadores perdieron competitividad por la apreciación de la moneda argentina, tanto en la agricultura como en la industria y los servicios. Una devaluación los alentaría. Sin embargo, las exportaciones de bienes y servicios de Argentina suponen solo el 15% de su PIB, lo que evidencia que su mercado interno es clave para su economía y una depreciación del peso lo deteriorará. 

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