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Los Ángeles reabre sus colegios tras descartar la amenaza terrorista

Las autoridades se unen en defender la decisión de cerrar el martes por el estado de tensión tras la matanza de San Bernardino

Pablo Ximénez de Sandoval
Estudiantes a la entrada de un colegio en Los Ángeles, el miércoles.
Estudiantes a la entrada de un colegio en Los Ángeles, el miércoles.AFP

El millar de colegios e institutos públicos de la ciudad de Los Ángeles reabrieron como cualquier otro día este miércoles para sus más de 640.000 alumnos, un día después de que el cierre repentino de los centros provocara un trastorno en la ciudad y contribuyera a alimentar la sensación de acoso terrorista iniciada por el atentado de San Bernardino hace dos semanas. Ese atentado parece haber cambiado por completo los baremos para hacer creíble o no una amenaza en el sur de California. Mientras los niños volvían a clase el miércoles por la mañana, la policía cerró de repente toda el área de salidas del aeropuerto internacional (LAX) porque un perro había detectado una bolsa abandonada en la terminal de American Airlines.

El martes, apenas una hora antes de que comenzaran las clases, la autoridad educativa de la ciudad dio la orden de cerrar todos los centros bajo su jurisdicción por una “amenaza creíble” de ataques con bombas. En apenas unas horas, la amenaza fue puesta en duda y finalmente descartada, cuando cientos de miles de familias buscaban a la desesperada una solución para dejar a sus hijos. Los Ángeles (la educación es competencia municipal) es el segundo distrito escolar más grande de Estados Unidos, con tantos alumnos como la población total de la ciudad de Sevilla.

Todo comenzó con un email enviado la noche anterior al jefe del Consejo Escolar en el que se amenazaba con atacar varios colegios. Tras consultar con la policía de la ciudad y con el FBI, el superintendente del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) decidió el cierre de los colegios y lo anunció a las 7 de la mañana con el argumento de que la seguridad de los estudiantes era lo primordial y reconociendo que prefería pasarse de prudente.

En apenas dos horas, la policía y el mismo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, comunicaban a la prensa que ellos habían recibido la misma amenaza y la habían descartado casi inmediatamente porque era una “broma”. Las autoridades de Nueva York, cuyo jefe de policía, Wiliam Bratton, era hasta 2009 el jefe de la policía de Los Ángeles, insistieron de manera especial en que era absolutamente evidente que se trataba de una amenaza falsa, dejando en evidencia a las de Los Ángeles. Bratton llegó a decir expresamente que Los Ángeles había “sobreactuado”. El jefe de policía la ciudad californiana, Charlie Beck, dijo que “es muy fácil criticar una decisión cuando no tienes que asumir sus consecuencias”. Curiosamente, ambas administraciones consultaron al FBI antes de actuar.

Mientras, en Los Ángeles, el alcalde y el jefe de policía salieron a defender la decisión del superintendente de las escuelas, Ramón Cortines, que accedió al cargo este año de manera precipitada desde su retiro tras la dimisión del anterior responsable por un escándalo de contratación. Las órdenes de Cortines se ejecutaron al completo. La policía registró los casi mil centros escolares a lo largo del día antes de descartar la amenaza.

La decisión de Los Ángeles no fue en general mal recibida por los afectados. Además, en la noche del martes, los candidatos republicanos hicieron varias menciones al incidente durante su debate en Las Vegas, como ejemplo del estado de nervios en el que vive una parte del país desde el ataque de San Bernardino.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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