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La economía amenaza los avances hacia la paz en Colombia

El Gobierno insiste en que el fin del conflicto traerá crecimiento, pero el desplome de los precios del petróleo es un grave hándicap

Un pozo petrolero en Colombia.
Un pozo petrolero en Colombia.

Colombia encaraba el año más decisivo de su reciente historia, el de la firma del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, con relativa calma en la economía. Sin embargo, desde finales de 2015 la situación no resulta tan halagüeña como se vaticinaba. Pese a que el Gobierno insiste en que la paz irá acompañada de un crecimiento de la economía, su elevada dependencia del capital exterior le hace especialmente vulnerable al desplome de los precios del petróleo.

Para este año, Colombia había proyectado su presupuesto en función de un precio del barril del petróleo cercano a los 60 dólares, más del doble del nivel actual. Dos tercios de las exportaciones colombianas dependen del crudo y el carbón. La caída del precio del barril ha provocado un desplome de unos ingresos fundamentales para el país y se ha trasladado directamente a la balanza por cuenta corriente, el saldo entre los ingresos y los pagos al exterior.

A principios de octubre, ese déficit alcanzó el 8,1% del PIB, uno de los más altos entre los países emergentes y que revela una elevada dependencia del capital exterior para financiarse. “El riesgo es que Colombia pierda la confianza de los inversores internacionales y la financiación se pare de golpe”, advierte Adam Collins, de Capital Economics, en Londres.

La situación de sus vecinos y principales socios comerciales tampoco ayuda mucho a impulsar las ventas al exterior. Según los últimos datos disponibles, de noviembre pasado, las ventas externas se redujeron un 37,7% en comparación con el año anterior. En esos 11 meses de 2015 la caída fue de un 35,1%, por lo que se estima que Colombia dejó de ingresar unos 17.910 millones de dólares (16.410 millones de euros).

Apoyo del Banco Mundial al proceso

El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, visitó esta semana Colombia y mostró su disposición a apoyar el "posconflicto". "El Banco Mundial está listo para ayudar a aprovechar las oportunidades que vienen con la paz", señaló Jim. Serían créditos y donaciones a través de un fondo multidonantes. Uno de los sectores más beneficiados con el nuevo escenario será, en su opinión, el turismo.

Si las conversaciones de paz llegan, como parece, a buen puerto, el Gobierno de Juan Manuel Santos debe abordar un plan posconflicto que requerirá ingentes recursos. Según reveló el diario El Espectador, el excandidato a alcalde de Bogotá Rafael Pardo, al que Santos ha encomendado el ministerio del Posconflicto, prevé invertir 470 millones de dólares en lo que han denominado Estrategia de Respuesta Rápida (ERR), en la que el Gobierno se dedicará a desarrollar proyectos en materia de justicia, desarrollo y gobernabilidad para tratar de ganar confianza. En cualquier caso, el proyecto tiene un horizonte de 10 años que requerirá mucho más dinero que esos 470 millones de dólares y el Gobierno va a tener que esforzarse mucho en lograr financiación para un proyecto tan crucial como ese.

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La incipiente desconfianza exterior ya se refleja en la cotización de la divisa. El peso perdió un tercio de su valor frente al dólar en 2015 y solo en lo que va de año se ha dejado ya un 3,6% en su cambio con la divisa estadounidense. Ello ha obligado al banco central a subir los tipos de interés en 125 puntos en apenas cuatro meses, hasta el 5,75%.

Los colombianos comienzan a notar los efectos de esa depreciación en sus bolsillos. El país cerró el pasado año con una inflación del 6,7%, la más alta en los últimos años y claramente por encima de la meta del Banco de la República, entre el 2% y el 4%. En el caso de algunos productos, como los alimentos, el incremento de los precios llega al 10% y los efectos del fenómeno meteorológico de El Niño no van sino a agravar esa tendencia al encarecimiento de los productos frescos. Todo ello ha contribuido a enrarecer el ambiente, a dar alas a los opositores al proceso de paz y a incomodar al Gobierno, quien, constantemente, trata de enviar mensajes de tranquilidad a la población y a los inversores.

“El Gobierno tendrá que adoptar recortes de gasto en los próximos meses y, con la subida de los tipos de interés, el consumo y la inversión se resentirán. Así las cosas, no esperamos que el crecimiento logre superar el 2,5% este año y los riesgos son claramente a la baja”, apunta Collins.

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