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Triaca: “Tomaron el Estado argentino como un botín”

El ministro de Trabajo argentino ve "madurez" en los dirigentes sindicales ahora que viene una negociación salarial muy difícil

Carlos E. Cué
El ministro argentino de Trabajo, Jorge Triaca, en su despacho.
El ministro argentino de Trabajo, Jorge Triaca, en su despacho.Ricardo Ceppi

Jorge Triaca es la cara amable del Gobierno de Mauricio Macri. Hijo y nieto de sindicalistas, su padre llegó a ser, como él, ministro de Trabajo, en la época de Carlos Menem. A Triaca, por ese contacto histórico con el mundo sindical, le toca suavizar las posiciones y negociar para lograr lo más difícil: frenar la inflación y negociar una contención salarial sin que haya un estallido social. En Argentina todas las negociaciones salariales se hacen con la mediación del todopoderoso ministro de Trabajo. Cada día, a la puerta de su ministerio, en pleno centro, hay manifestaciones, petardos, cortes de calles. Es el sonido que acompaña siempre en la Avenida Leandro N. Alem, donde está Trabajo, y al que él ya se está acostumbrando.

Pregunta. ¿Cómo se vive con manifestantes en la puerta cada día?

Respuesta. Argentina viene de esa cultura. Nos tenemos que acostumbrar que antes de la protesta debería venir el diálogo. Venimos de una Argentina donde eso no existía, había amigos y enemigos, en casi todos los sectores. Nosotros queremos reconstruir la posibilidad de trabajar acuerdos. Es un fuerte cambio cultural el que tenemos que hacer.

P. La presión es fortísima, sobre todo para el ministro de Trabajo. ¿Esto va a seguir o empeorar?

R. Como estás cambiando la forma de hacer política, el cambio se va notando sobre todo en algunos sectores que están perdiendo una situación de privilegio, que tenían una ventaja otorgada por el Gobierno anterior.

P. Se habla de al menos 10.000 despidos en la administración en las primeras semanas. ¿Va a aumentar el desempleo con Macri?

R. No tenemos esos datos. Esos números son muy aventurados de momento. Cada ministerio está haciendo sus evaluaciones. Por supuesto que la planta política del Gobierno que se fue se le ha pedido que dé un paso al costado. Algunos lo han hecho siguiendo la lógica de lo que había que hacer y otros se resisten a asumir esa responsabilidad.

P. Pero además de la planta política hay muchos trabajadores despedidos.

R. Hemos detectado que en los últimos tiempos se ha tomado el Estado como un botín, se puso gente en distintos cargos sin una función específica, sin una asignación concreta, a veces con recursos ilimitados, sin ceñirse a los Presupuestos. Estamos revisando todo. Es un acto de justicia. Los trabajadores que no cumplen funciones, que tienen un contrato por vínculos políticos, dañan al que hace una tarea específica y cumple bien con su trabajo.

P. Hay denuncias de que se mira el facebook de los trabajadores para saber si son kirchneristas. ¿Cómo se sabe que alguien es un ñoqui [el que solo va para cobrar pero no trabaja]?

R. Porque uno ve las funciones que se le han asignado, cuanto tiempo lleva, revisa la supuesta tarea. Lo estamos analizando todo. En algunas partes de la administración hay un gran sobredimensionamiento, en otros no tanto.

P. También está habiendo despidos en empresas privadas. ¿Algunas habían resistido hasta el cambio de Gobierno y aprovechan ahora para despedir?

R. Argentina se está transformado de a poco en un país de mucha oportunidad. Eso que usted dice pasa en algunos sectores que estaban en otro tipo de economía, subsidiada por Estado, sobredimensionada. Vimos el caso que nos tocó al principio de Cresta Roja [una empresa de carne de pollo con 3.000 trabajadores en riesgo que bloquearon Buenos Aires. Después de una dura negociación la situación se calmó gracias a que el Estado garantizó ayudas]. Era una empresa que recibía una infinidad de ayudas en subsidios. Ese sobredimensionamiento se notó en cuanto acabaron los subsidios o cuando se cortó el vínculo de negocios con Venezuela.

P. Ahora en la puerta están los manifestantes de un grupo de medios, el 23, de Sergio Szpolski [cercano al kirchnerismo].

R. Otro sector en el que vemos claramente esa realidad de los subsidios es el de los medios. Devolver la pauta publicitaria a un sistema normal, que respete la proporcionalidad de la difusión, con reglas de juego claras, hace que muchas empresas que encontraban beneficios por su cercanía al Gobierno los pierdan. Hemos visto cosas como lo que denunciaba el ministro de Cultura del convenio que tenía el ANSES (la seguridad social argentina) con el programa 6,7,8 (de la televisión pública, referente del kirchnerismo) donde hay cosas increíbles. Hay muchos temas en los que tiene que haber una rendición de cuentas de todos los recursos que se les han dado.

P. Todo esto no va a provocar un aumento del desempleo en los primeros meses de Macri?

R. No, creemos que el cambio de expectativas económicas va a empujar el aumento del empleo privado. Hay algunos sectores que ya se han puesto a trabajar en eso como el agroindustrial. Hay algunas economías regionales que están empezando a tener una demanda que no tenían en los últimos años. Pero hay otros sectores con problemas, como el petrolero. Estamos trabajando para evitar despidos, es una industria estratégica, pero claro, es muy distinto producir a 100 dólares el barril que a 26 como está ahora. Hay cosas que impone la realidad. Obviamente no se pasa bien sabiendo que hay alguien despedido de su trabajo pero nos tienen que poner mucho más contento conseguir la creación de puestos de trabajo y de inversión productiva para crear trabajo genuino. Ahí está nuestro foco. Solo vamos a resolver los problemas de la economía y la pobreza si generamos una enorme cantidad de puestos de trabajo con economía sana, no artificial y subsidiada.

P. El kirchnerismo exhibió como gran logro que redujo el desempleo. ¿Puede haber un repunte?

R. No, creemos que al quitar el cepo cambiario se han puesto en marcha energías muy positivas, en especial en el sector agroindustrial, sobre todo exportadores, que son un motor muy fuerte. Esos sectores impulsan mucho las economías regionales. Cuando avanza la industria vitinícola, el tabaco, la fruta, la madera, todo se pone en marcha en esas zonas.

P. ¿Teme que los sindicatos peronistas intenten tumbar a Macri como hicieron con Alfonsín o De La Rúa?

R. No, para nada. El Gobierno de Macri tiene una agenda política y social que va a resolver muchos de los problemas que han planteado los sindicatos en los últimos años, como por ejemplo el tema de ganancias [el impuesto que pagan los trabajadores que ganan por encima de 15.000 pesos (1.100 dólares) y que Macri ha prometido reducir mucho] o la inflación. No todo se resuelve al mismo tiempo, no hay una fórmula mágica, y la transición genera ámbitos de conflicto, pero yo veo una madurez de la mayoría de los dirigentes sindicales. Y también del Gobierno. Hemos optado por escucharnos aún a pesar de no tener un vínculo ideológico o político. Pero todos los dirigentes saben que si discuten desde el pragmatismo nos tienen a su disposición.

P. ¿La inflación disparada no complica mucho la negociación? Algunos están pidiendo aumentos del 35%.

P. Nosotros no la vemos disparada. No vemos esos números de los que se habla. Se aceleró en noviembre-diciembre pero en enero está a la baja, está igual que en septiembre. Primero tenemos que reordenar un sistema estadístico que genere confianza. Nos va a llevar un tiempo.

P. ¿Se puede negociar cuando durante ocho meses no habrá cifras oficiales de inflación?

R. Los argentinos hemos vivido mucho tiempo sin datos estadísticos y hemos encontrado mecanismos para hacer negociaciones con ceguera de datos. Se van a hacer esfuerzos fiscales muy grandes que van a paliar este contexto, con bajada de impuestos. Hoy cuesta mirar una canasta que esté en 35% para el último año. No se encuentra, algunos están sobreactuando. El ministro de Economía dijo que para el último año fue 28% la inflación. A nosotros en Trabajo nos daba 26%. Está ahí. Ahora depende de cada negociación, de cuando empiece.

P. ¿La primera prueba de fuego son los maestros?

R. Bueno, acá todos los días hay una negociación. Queremos ir a un programa que baje la inflación a un dígito. No en este primer año, va a ser difícil. Pero sí en dos o tres.

P. Los trabajadores entonces en un principio van a perder capacidad adquisitiva, si sus salarios no suben tanto como la inflación.

R. No tiene por qué. Los vamos a ayudar con bajadas de impuestos y eso va a compensar la diferencia. Todos vamos a hacer un esfuerzo.

P. ¿Los sueldos argentinos están altos?

R. Creo que Argentina tiene muchas ventajas comparativas en preparación de sus recursos humanos. Y algunos déficit, como el alto nivel de conflictividad, el poco cuidado de la seguridad jurídica. Tenemos que arreglar esta parte. El salario no es el principal problema argentino. Es lograr que Argentina crezca, y si hay más productividad habrá más salario. Vamos a cuidar las inversiones que generen puestos de trabajo para el objetivo de fondo que es pobreza cero.

P. ¿Moyano, el sindicalista más conocido, no va a ser un problema?

R. No, lo veo con un enorme grado de madurez de acompañar a que la economía vaya bien.

P. ¿Y la detención de Milagro Sala [una líder social del Norte argentino encarcelada hace 10 días] no puede ser entendida como un gesto agresivo por los sindicatos?

R. Ninguno de los sindicatos peronistas la defendió. Y el lógico porque su estrategia es muy distinta a la de ellos.

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