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Las embarazadas brasileñas, entre la expectativa de ser madres y el miedo al virus del zika

La rutina de las gestantes se ve alterada por el miedo a que los bebés nazcan con microcefalia

Una mujer con ocho meses de embarazo en su casa de Recife, Brasil.
Una mujer con ocho meses de embarazo en su casa de Recife, Brasil. Felipe Dana (AP)

No abrir las ventanas después de las seis de la tarde. Si tiene el privilegio de contar con aire acondicionado, aprovéchelo. Si no, a aguantar el calor del verano. Independientemente de a qué altura esté el sol, al salir de casa no se olvide de ponerse pantalones largos, manga larga y todos aquellos accesorios que tenga a mano que puedan cubrir partes expuestas del cuerpo. Donde no consiga cubrirse, échese repelente una, dos, tres veces, pero sin exagerar, pues tanto veneno no puede sentar bien. No se olvide de poner aparatos eléctricos antimosquitos en todos los ambientes. En caso de que viva en la ciudad, no viaje al campo. En caso de que viva cerca del campo, redoble los cuidados. Pero, sobre todo, manténgase informada sin obsesionarse, ya que dicen que tanto nerviosismo no le sienta nada bien al bebé.

Esta es la rutina de las futuras madres brasileñas desde que, a finales del año pasado, hubo una sospecha de que el virus zika, una enfermedad transmitida por un viejo conocido, el mosquito Aedes aegypti, estaría relacionada con el aumento del número de casos de niños nacidos con microcefalia. En poco tiempo, el virus se convirtió en una fuente de preocupación para todo el planeta y en la actualidad es el principal foco de atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha declarado la microcefalia, causada por el zika, un caso de emergencia mundial.

Al poner las cosas en perspectiva, se ve que es necesaria mucha calma para no sucumbir al miedo al virus. Por ejemplo, de octubre a diciembre de 2015, nacieron más de 600.000 niños y, desde que se identificó la relación entre el virus y el síndrome, se registraron 3.448 casos sospechosos. Es decir, un porcentaje de aproximadamente un 0,5% de los recién nacidos está bajo sospecha, aún no confirmada, de microcefalia. Pero no se debe bajar la guardia ante un tema que ha hecho sonar la alarma global por su singularidad y que puede les puede producir consecuencias irreversibles a los bebés.

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“Si hubiera planeado mi embarazo, habría esperado más tiempo. Lo que más me aflige es quedarme sin información, nadie está seguro de nada, así que ya no viajo, me quedo lo máximo posible en casa y me he convertido en la loca del repelente. Lo tengo todo el tiempo en el bolso, me lo paso sin parar y lo llevo a todas partes”, dice RafaelaPascowitch, de 31 años, embarazada de tres meses. En diciembre tuvo problemas para encontrar el repelenteExposis, uno de los más fuertes del mercado, en las farmacias. “Había una lista de espera de semanas y solo se podían comprar tres a la vez”, explica.

La rutina de las embarazadas ha sido en todo semejante: convivir con días de aprehensión, inseguridad y poca información. Este último punto es precisamente el más sensible. Hay pocas respuestas definitivas sobre cómo el virus afecta a la formación del bebé. No se sabe, por ejemplo, si una futura madre que ya haya contraído la enfermedad permanecerá inmune a ella. Tampoco se puede decir con certeza en qué mes de la gestación el virus del zika tiene impacto sobre el feto. E incluso el número de notificaciones de casos de microcefalia sigue siendo controvertido.

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Todo esto hace que los propios médicos no sepan bien qué recomendarles a las pacientes. “Mi médica me ha prohibido viajar durante los próximos cinco meses”, dice Beatriz Junqueira, de 25 años, también embarazada de cuatro meses. El relato no es una excepción . Sin mucha información, los médicos han aconsejado tener el máximo cuidado posible. Alarmada, Beatriz trata de informarse; pero evita ver las noticias o buscar mucho sobre el tema: “La presión ya es demasiado grande; sin saber nada con seguridad, lo mejor es tener cuidados básicos, pero sin obsesionarse”.

La falta de información fue lo que llevó a la bióloga Juliana Evelyn, de 29 años, a crear el grupo de Facebook Mães contra o zika vírus (Madres contra el virus del Zika), que, en menos de una semana, ya reúne a cerca de 300 personas de diferentes Estados del país. El próximo mes de mayo, Juliana iba a tener una reunión de trabajo en São Paulo; pero fue anulada. Su jefe, que acababa de regresar de la región Nordeste, estaba preocupado por el virus del zika, y, como ella estaba embarazada de tres meses, decidieron que sería más seguro que se quedase en Santa Catarina, donde vive. El Estado, al sur del país, aún no ha registrado ningún caso oficial de microcefalia. Incluso así, las ganas de entender el tema de forma más profunda y de ayudar a otras madres la llevaron a iniciar el grupo en la red social.

“Están buscando apoyo, información, que las reconforten. Todos los días recibimos dudas sobre repelentes, relatos de mujeres que han contraído el virus y están sintiéndose perdidas, sin saber a quién acudir”, cuenta Juliana. Según ella, el espacio también es excelente para deshacer alarmismos e información falsa, que surgen en tiempos de crisis.

“Si nos fijamos en las cifras, nos daremos cuenta de que los casos de microcefalia no son mucho más numerosos que los de otros síndromes, como el de Down, y nadie deja de tener bebés por eso”, comenta Bruna Narcizo, de 33 años, que no está enel grupo de Facebook, pero que, a pesar de tomar todas las precauciones posibles, está de acuerdo en que es importante no crear alarma. ¿Esto significa que es posible dejar de preocuparse? “Por supuesto que no, pero estar informada sobre la situación real es muy importante para confortar a las mujeres”, afirma Juliana, que está en su segundo embarazo. “Lo que no se puede hacer es responsabilizar a la mujer, pedirle que no se quede embarazada o que contraiga la enfermedad intencionalmente [como sugirió el controvertido ministro de Sanidad, Marcelo Castro]”, afirma.

Para ella, incluso las cuestiones más sensibles, como el aborto, forman parte de lo que debe debatirse. Cuando se le preguntó sobre el procedimiento, dijo, a bote pronto, que estaba a favor. Más tarde, en una publicación en el grupo, trató de ampliar la discusión. “¿Si lo haría? No lo sé, pero me gustaría tener esa opción y recibir respaldo psicológico y legal. Sin embargo, obviamente, la información en este caso es más que esencial. La microcefalia puede afectar de manera diferente a los portadores. En realidad, estamos buscando a tientas en la oscuridad. Necesitamos luz y aclaraciones”, escribió. Lo que Juliana parece sugerires que la desesperación es inútil. La situación es grave; pero solo la calma y el apoyo podrán ayudar a las gestantes en sus nueve meses de embarazo.

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