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“No puede ser que adapten la evidencia física a la testimonial”

Los peritos argentinos que acaban de presentar su informe sobre el lugar donde supuestamente quemaron a los normalistas critican a la fiscalía

Pablo Ferri
Los peritos Miguel Nieva y Mercedes Doretti.
Los peritos Miguel Nieva y Mercedes Doretti. FELIPE LUNA

El 3 de diciembre de 2014, Mercedes Doretti y Miguel Nieva, peritos del Equipo Argentino de Antropología Forense, EAAF, se reunieron con sus pares de la fiscalía mexicana. Era una reunión habitual por aquellos días. Habían pasado apenas dos meses de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala, en el estado de Guerrero. Doretti, Nieva y su equipo mantenían juntas con los peritos de la fiscalía casi cada día para hablar de la evolución de su labor. Un mes antes, ambos equipos habían trabajado conjuntamente en el basurero de Cocula. De acuerdo a los primeros testimonios de presuntos sicarios del cartel de Guerreros Unidos, detenidos poco después de la desaparición de los estudiantes, los 43 habían acabado allí, en el basurero. La banda delictiva los habría conducido a la parte baja del vertedero, habría acabado con sus vidas, quemado sus cuerpos en una hoguera y echado los restos a un río cercano.

Aquel día, 3 de diciembre, los peritos de la PGR informaron a los argentinos de que el 15 de noviembre habían vuelto al basurero. Entonces, dijeron, habían encontrado 42 casquillos de bala que no habían visto la primera vez. Doretti y Nieva se extrañaron. En primer lugar, les pareció raro –“irregular”– que la fiscalía hubiera vuelto al basurero sin avisarles; en segundo lugar, más extraño todavía, que hubieran encontrado tantos casquillos en un zona, la parte alta del vertedero, que ya habían revisado en su primera inspección; en tercer lugar, que el mismo basurero, cosa que atestiguaron los mismo peritos de la fiscalía, carecía de custodia, cualquiera podía entrar y salir sin mayor problema. Y por último, que hubieran pasado 18 días sin decirles absolutamente nada. Dos semanas y media de juntas casi diarias sin saber de esto.

“Es imposible”, apunta Nieva, que el martes presentaba junto a Doretti el informe del EAAF sobre el basurero de Cocula, “que si uno va a analizar una escena del crimen encuentre casquillos producto de disparos, todos amontonados en el mismo lugar, porque los casquillos, cuando alguien dispara van cayendo en diferentes lugares. Eso indica que alguien los colocó en el mismo lugar. No importa el motivo, o el modus, pero alguien lo hizo”. “Y además”, añade Doretti, “en esa época nos sentábamos ahí todos los días y de repente aparecen 40 casquillos. No pude ser que no los hayamos visto”.

En su informe, el equipo argentino concluye que no existe evidencia que indique que los estudiantes fueron incinerados en el basurero. Dejando a un lado los peritajes que prueban su tesis –y desbaratan la versión oficial, la de la hoguera–, Nieva y Doretti, que encabezaron un equipo de entre 10 y 12 especialistas, además de las aportaciones puntuales de peritos expertos en algunas disciplinas, dinámica de fuego, por ejemplo, critican duramente las irregularidades cometidas por la fiscalía mexicana.

“Fueron meses complicados”, comenta Doretti, refiriéndose a los últimos de 2014, cuando la sociedad mexicana contemplaba el horror de la desaparición de los estudiantes y la aparición, durante su búsqueda, de decenas de cadáveres en fosas clandestinas en los alrededores de Iguala. “Estada la falta de custodia del sitio, lo de los 40 casquillos y luego lo de Alexander”. Doretti se refiere a la identificación de Alexander Mora Venancio, uno de los 43, después de que buzos de la Secretaría de Marina encontrasen supuestamente una bolsa con restos óseos en el cercano río San Juan. Uno de los huesos coincidía con el perfil genético de Alexander. “Se trata de un fragmento muy distinto a los que encontramos en el basurero, menos quemado, más grande. Nosotros llegamos al rio y los peritos de la fiscalía ya estaban sacando huesos de la bolsa y dejándolos sobre una lona. Nunca vimos cómo lo encontraron y desde luego no vimos buzos de la marina. Solo de la Policía Federal”, dice Doretti. “Y luego la cadena de custodia”, añade Nieva. “Pedimos la cadena de custodia de la bolsa y nunca nos la dieron”.

En esa época nos sentábamos ahí todos los días y de repente aparecen 40 casquillos. No pude ser que no los hayamos visto
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La divulgación del informe del EAAF coincide con la publicación de las declaraciones de un supuesto sicario de Guerreros Unidos aprehendido recientemente. Se trata de Bernabé Sotelo Salinas, alias El Peluco, quien dijo que él fue uno de los que condujo a los estudiantes al basurero. El Peluco indica que al menos 19 estudiantes fueron asesinados en el basurero y quemados allí, lo que coincidiría en parte con la versión oficial. “Lo que tenemos entendido, de acuerdo a los abogados que participaron en el interrogatorio”, contesta Doretti con cierta ironía, “es que en realidad eran 46. Y creo que luego cambió la versión y dijo 19. Si vamos a confiar en la evidencia testimonial, van a tener que mantenerse. Si llevó a 19 no llevó a 46 y viceversa. Al inicio de esto, en la conferencia de Murillo [se refiere a la rueda de prensa del fiscal general en enero de 2015, Jesús Murillo, que ha divulgado la única versión oficial conocida hasta ahora] la evidencia física se estaba acomodando a una evidencia testimonial. Y luego, como la evidencia física no da, estamos acomodando otra vez la evidencia testimonial. Esto no es una manera de investigar”.

Hasta hoy, uno de los elementos más polémicos de la versión oficial atañía al fuego: ¿Es posible que Guerreros Unidos hubiera armado una hoguera de las dimensiones necesarias para pulverizar todo resto de 43 personas? La respuesta del equipo argentino es contundente: no. “Nuestro peritaje es coincidente con el de Torero”, añade Nieva. Se refiere al experto en dinámica de fuegos José Torero, que ha trabajado con el equipo que mandó a México la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para realizar su propio peritaje.

- Hubo mucha polémica cuando Torero dijo que no había habido una hoguera así, porque otro experto, John Dehaan, le contradijo, ¿Por qué hubo un choque frontal?

- Bueno, dice Mercedes Doretti, lo que Torero dice es que lo que dice Dehaan es correcto, pero está fuera de contexto. Si Dehaan llegara acá y viera todo el contexto, toda la evidencia, no tengo ninguna duda de que pensaría igual que nosotros.

Los expertos, que continuarán trabajando en el caso Ayotzinapa, apuestan ahora por realizar una junta de peritos que permita que el caso avance. “Nuestro trabajo”, señala Nieva, “está preparado para discutir y llegar a conclusiones. Tenemos que cerrar este capítulo, concluyamos esta discusión que no lleva a ningún lado, el trabajo en el basurero ya está hecho. Tenemos que seguir con la búsqueda, eso es lo que tenemos que hacer. Hagamos una junta de peritos y cerremos esta discusión”.

Nieva, experto en búsqueda de fosas por georradar, lleva 20 años en el EAAF, Doretti es una de sus fundadoras. Ambos han trabajado en más de una veintena de países en todo el mundo. Cuando se les pregunta por su independencia, dicen: “nosotros trabajamos financiados por fundaciones estadounidenses, la Ford, la Open Society, la Macarthur y algunos gobiernos europeos que se preocupan por los derechos humanos, entre ellos España o Suiza. Nunca hemos recibido dinero de la fiscalía mexicana, o del Gobierno o de las partes”.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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