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Mandamiento de China: no pondrás el nombre de Liu Xiaobo a mi calle

Pekín habla de "graves consecuencias" si Washington da el nombre del disidente a la vía

Macarena Vidal Liy
Liu Xiaobo, en 2008.
Liu Xiaobo, en 2008.AP

Pekín se lo ha advertido a Estados Unidos: habrá “serias consecuencias” si rebautiza la plaza donde se encuentra la Embajada de China en Washington. El Senado de EE UU aprobó el viernes un proyecto de ley que propone cambiar la denominación de la vía, hasta ahora llamada International Place, para convertirla en plaza Liu Xiaobo, en homenaje al disidente más famoso de toda China y premio Nobel de la Paz.

Liu cumple desde 2009 una condena de 11 años de prisión por “incitar a la subversión del Estado”, el cargo del que se le declaró culpable tras redactar el manifiesto Carta 08, en el que pide democracia para su país. Su esposa, Liu Xia, se encuentra bajo arresto domiciliario.

La propuesta de ley del Senado se aprobó por unanimidad y a mano alzada. Había sido presentada por Ted Cruz, uno de los principales aspirantes a la candidatura republicana en las elecciones presidenciales de EE UU.

Convertirla en norma obligaría a la Embajada china -un mastodóntico complejo de color blanco y 39.000 metros cuadrados de superficie en plantas, diseñado por el arquitecto I. M Pei en un selecto barrio del noroeste de Washington- a indicar su dirección como “1 Liu Xiaobo Plaza” en sus documentos. Una circunstancia que Pekín no está dispuesto a aceptar bajo ninguna circunstancia.

En su rueda de prensa diaria este martes, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hong Lei, consideró que la medida “viola las normas básicas de las relaciones internacionales”. Si el proyecto llega a convertirse en ley “habrá serias consecuencias”.

“Exigimos que el Senado de EE UU suspenda sus deliberaciones sobre el mencionado proyecto de ley, y también esperamos que la Administración estadounidense detenga y ponga fin definitivo a esta farsa política”, reclamó el portavoz.

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El domingo, el periódico Global Times, propiedad del Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista de China, ya había aludido a la polémica y había considerado el posible cambio de nombre algo “fútil”.

“Estados Unidos está desesperado a la hora de gestionar su relación con China y es reacio a emplear amenazas militares o sanciones económicas que puedan volverse en su contra”, explicaba el medio en un editorial. “La única opción que le queda a Washington parece ser actos petulantes que molestan a China”.

La posibilidad del cambio de nombre viene rondando desde 2014, cuando un grupo de 14 congresistas se lo pidió al entonces alcalde de Washington, Vincent Gray. Ya hay precedentes: durante la Guerra Fría, la capital estadounidense cambió el nombre de la calle donde se encontraba la Embajada de la Unión Soviética para denominarla calle Andréi Sajarov.

En este caso, no parece que vayan a verse cumplidos los temores de China de tener que incluir en los membretes e invitaciones de su Embajada el nombre del que considera un delincuente y uno de sus enemigos más odiados.

Tras el visto bueno del Senado, el proyecto tiene que recibir aún la luz verde de la Cámara de Representantes. Si lo lograra, se enviaría a la Casa Blanca. Solo con la firma del presidente Barack Obama podría convertirlo definitivamente en ley.

Pero la Casa Blanca ya ha dejado claro que no piensa apoyar una iniciativa que le parece provocadora; ni contribuir, con la firma presidencial, a dar credibilidad en pleno año electoral a la idea de un rival político en pos del sillón que ocupa Obama.

En declaraciones a la publicación Politico, un alto funcionario de la Casa Blanca indicó que “aunque seguimos presionando a China sobre la necesidad de respetar los derechos humanos y poner en libertad a Liu Xiaobo, así como otros prisioneros políticos, no creemos que la táctica del senador Cruz de cambiarle el nombre a una calle en Washington sea una manera efectiva de lograr ninguno de estos objetivos. De hecho, este tipo de trucos legislativos complican nuestros esfuerzos”.

Pese a sus protestas de ahora, China ha recurrido también en el pasado a este tipo de maniobras. Durante la Revolución Cultural, la vía donde se encontraba la Embajada de la Unión Soviética, con la que Pekín mantenía entonces pésimas relaciones, pasó a llamarse calle Antirrevisionista. Según recuerda Ji Fengyuan en su libro Linguistic Engineering: Language and Politics in Mao´s China, otra avenida donde se encontraban numerosas legaciones occidentales se renombró como “del Antiimperialismo”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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