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Desencanto en Uruguay tras el primer año de Tabaré Vázquez

En su segundo mandato, el presidente izquierdista tiene una aprobación del 35%

El presidente electo de Uruguay, Tabare Vazquez, celebra su victoria.
El presidente electo de Uruguay, Tabare Vazquez, celebra su victoria. REUTERS

Un año de resultados económicos mediocres, que el sistema político uruguayo empleó en debatir un presupuesto estatal efectivo para dos años, ha generado un estado de parálisis en Uruguay que la opinión pública siente como la imposibilidad de mejorar la situación del país.

La pérdida de confianza se ha traducido en cifras de aprobación presidencial nunca vistas en un primer año del izquierdista Frente Amplio: el presidente Tabaré Vázquez cerró 2015 con un apoyo que ronda el 35%, según tres encuestadoras. Su antecesor en el cargo, José Mujica, cerró su primer año con una aprobación del 60%, y el propio Vázquez en su primer mandato (2005-2010), una cifra similar. 

Terminada la pausa del verano austral, todo indica que la situación seguirá igual o incluso irá a peor ya que el Gobierno arrancó 2016 con una investigación abierta en el Parlamento por irregularidades en la petrolera estatal ANCAP y anunciando una fuerte subida de las tarifas de los servicios públicos. 

“Tabaré Vázquez tuvo una luna de miel mucho más corta de lo que suele ocurrir. Era esperable porque era su segundo periodo y la experiencia en otros países muestra que en el caso de los segundos mandatos es así”, asegura Ignacio Zuasnábar, de la encuestadora Equipos. 

Tabaré Vázquez tuvo una luna de miel mucho más corta de lo que suele ocurrir

Los uruguayos se han vuelto impacientes ante un sistema político con sangre de paquidermo, capaz de pasarse 12 meses debatiendo el presupuesto del Estado en medio de peleas dentro de cada sector del Frente Amplio (mayoritario en la Cámara) para repartirse el pastel. Mientras muchos proyectos quedaban congelados, el Gobierno soportó varias huelgas y fracasó en el pulso con los sindicatos para empezar la reforma de la educación, una de las principales demandas sociales de los 3,6 millones de uruguayos.

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Esta semana Vázquez anunció que había llegado el momento de gobernar. Semanas antes, el Ejecutivo anunció un aumento de un 10% en las tarifas de la electricidad, el teléfono y el agua que cayeron como una bomba en un país con una inflación anual superior al 9%.

Mala gestión

“Durante los Gobiernos del Frente Amplio, en medio de un boom económico, la economía se blanqueó. Hace una década había una economía en negro muy grande y eso tenía inconvenientes pero por otro lado daba un poco más de aire en los aspectos impositivos. Ahora todo está controlado y nos damos cuenta del enorme peso de los impuestos. Los ciudadanos son más exigentes y sienten que las tarifas de los servicios públicos son otro impuesto”, explica Adriana Rada, de sondeos Cifra. 

Esa falta de adaptación de la izquierda a los cambios que ella misma implementó con éxito en los últimos 10 años, como la reforma tributaria, está creando una distancia con la ciudadanía, incluyendo a los votantes del Frente Amplio. Uruguay es el único país de América Latina que mantiene los servicios esenciales bajo el control de monopolios estatales. Así, las irregularidades de ANCAP, que arrastra pérdidas millonarias, son para el Gobierno producto de una mala gestión, mientras que la oposición habla de corrupción en el Parlamento. La opinión pública tolera mal los dos escenarios, teniendo en cuenta que Uruguay tiene la gasolina más cara del continente. 

El proyecto de Tabaré Vázquez incluye fuertes inversiones en infraestructuras, la modernización de la administración pública y la reforma de la educación. Estas reformas se incluyen en un proyecto que ha impulsado al alza los sueldos más bajos y luchado contra la pobreza sin poner en juego la inserción del país en la economía global.

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