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Macri frustra las expectativas de subidas salariales

El Gobierno argentino acota una bajada de impuestos y una promesa de alza de la nómina

Alejandro Rebossio
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se acerca a saludar a sindicalistas el pasado jueves tras anunciar una rebaja tributaria.
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se acerca a saludar a sindicalistas el pasado jueves tras anunciar una rebaja tributaria. EFE

El Gobierno de Mauricio Macri anunció la semana pasada medidas a favor de los trabajadores de Argentina, en medio de una rápida aceleración de la inflación, del 25% al 30% en tres meses, pero con el correr de los días las promesas han ido quedando diluidas. Por un lado, el ministro de Educación argentino, Esteban Bullrich, ofreció un día a los maestros un alza salarial del 40%, fpero 72 horas después el propio Macri advirtió que ninguna de las provincias argentinas podrá otorgar más del 25%. Por el otro, el jefe de Estado anunció una rebaja del impuesto a la renta, pero al día siguiente aclaró que sería menor a la prevista por lo menos hasta 2017 mientras que la prensa argentina advirtió que podría haber más perjudicados que beneficiados por la reforma tributaria.

En los primeros dos meses de Gobierno, Macri, un exempresario que hace 13 años se metió en política, se concentró en adoptar medidas que impulsaran la inversión, como la devaluación del peso, la eliminación de impuestos a la agricultura, la minería y la industria o la subida de tarifas de la electricidad. Todas esas medidas fueron justificadas por el nuevo Ejecutivo en la necesidad de corregir desaguisados de 12 años de kirchnerismo, pero han tenido impacto en el poder de compra de los asalariados. Y eso que el encarecimiento de la energía eléctrica aún no se ha materializado en las facturas de los hogares, industrias y comercios. Bajo una incipiente presión social por la inflación, Macri ha buscado mantener la luna de miel de la que suelen gozar los nuevos presidentes en sus primeros 100 días de gestión y ha respondido con algunas medidas, que también incluyen un alza de las pensiones, de acuerdo con un mecanismo aprobado por ley durante el kirchnerismo, y otra de las asignaciones por hijo.

Pero lo que ha quedado en el camino es la promesa de una fuerte alza de salarios para los docentes. La negociación de nómina de los maestros es la que abre el año en Argentina y establece cierto parámetro para las demás. Las clases deben comenzar el lunes próximo, pero pesan sobre ellas la amenaza de huelga.

La rebaja del impuesto a la renta quedó materializada, pero puede que beneficie a pocos. El Gobierno argentino había dicho que unas 180.000 personas dejarían de pagar el tributo y que otros 1,3 millones abonarían menos, con lo que percibiría un alza salarial neta del 22%. Pero un día el Ejecutivo prometió que también ajustaría las alícuotas del impuesto por inflación y 24 horas después Macri aclaró que no lo harán hasta 2017 por su impacto en la recaudación tributaria en tiempos en que Argentina busca reducir su déficit fiscal (7% del PIB, según cálculos oficiales). De este modo, los aumentos salariales que se negocien en 2016 pueden acabar diluyendo la rebaja tributaria que anunció el presidente argentino con tanto entusiasmo.

La prensa ha puesto en duda los beneficios de la rebaja anunciada por Macri. El periódico ‘Clarín’ ha calculado que si un trabajador que paga el el tributo recibe este año un aumento salarial del 29,5%, un poco menor a la inflación actual, en los hechos solo percibirán un 20% o 23% más porque el resto se lo quedará Hacienda. Por tanto, sufrirá una pérdida del poder adquisitivo. El diario ‘Página/12’ calcula que la subida de nómina, que suele ocurrir entre marzo y junio, también llevará a que unos 221.000 trabajadores comiencen a pagar el gravamen. Además, otros 230.000 beneficiados por una exención dispuesta por el kirchnerismo ya mismo pasarán a abonar el impuesto. En conclusión, en lugar de 180.000 exceptuados del impuesto, como anunció el Gobierno argentino, entre sumas y restas al final del día habrá 270.000 más que lo abonarán, según ‘Página/12’. La cuenta también será negativa para los pensionistas: unos 40.000 quedarán exceptuados, pero otros 110.000 será incluidos, según ‘Clarín’. Los sindicalistas que en un principio habían elogiado la reforma tributaria de Macri ahora la critican.

En la campaña electoral, Macri había negado que fuera a devaluar y su actual ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, había dicho que una subida del dólar frente al peso, como la que ocurrió desde diciembre pasado y que asciende ya al 54%, “no afectaría prácticamente a nadie”. No obstante, la devaluación ocurrió y ha impactado en la inflación. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, prometió en diciembre que buscaría que los supermercados y la industria cárnica retrotrajeran los precios de los alimentos al nivel de noviembre, pero nada de eso ocurrió. El ministro Prat-Gay también habló de un pacto social con la patronal y los sindicatos en enero, pero tampoco se concretó. El asunto de la inflación, que Argentina arrastra desde hace nueve años, y el deterioro del poder de compra, ahora amenazante, preocupa a las clases medias y bajas en un país cuyo 51% de los ciudadanos eligió a Macri, en lugar del kirchnerismo, hace tres meses. Habrá que ver si la población responsabilliza del ajuste a la herencia kirchnerista o al modo en que el nuevo presidente la está desarmando, o a ambas cosas.

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