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Prohibidos los narcocorridos en la tierra de El Chapo

Sinaloa veta a las bandas que loan al crimen después de una balacera con cinco muertos en un concierto

Pablo de Llano Neira
El grupo Enigma Norteño en una presentación en California, EE UU.
El grupo Enigma Norteño en una presentación en California, EE UU.Facebook

Al norte de México, en el Estado de Sinaloa, en la tierra de Joaquín El Chapo Guzmán, donde las vidas de los traficantes se convierten en leyenda popular con banda sonora, el Gobierno local ha decidido cortar con el culto musical al crimen organizado. Los narcocorridos, síntesis de música norteña mexicana y loas al poder de los capos, han sido prohibidos.

El detonante ha sido una balacera mortal al calor de la narcomúsica. El domingo de madrugada en el municipio sinaloense de Elota (42.000 habitantes), una actuación del grupo Enigma Norteño terminó con cinco difuntos. Sobre las dos de la mañana se lió una discusión bronca en el aparcamiento del bar donde actuó la banda y el cruce de reproches acabó en plomo. Uno de los cinco muertos era policía federal.

Sinaloa (2.800.000 habitantes) es el Estado icono del narco en México, dado que es el feudo del mayor cártel del país, el de Sinaloa, encabezado por Guzmán. Para el mítico narco sinaloense, Enigma Norteño, la banda que amenizó la noche de esta última escabechina, también había compuesto su himno: Para el joven de las naranjas/para el señor de la montaña/el que se fugó del presidio/y que fue humilde desde niño/el que supo bien cuidar/Culiacán, por su pueblo luchar/ya va de regreso a La Tuna/él es Don Joaquín Guzmán. Esa letra ensalzaba la fuga de Guzmán en 2014. Hoy el narco de Sinaloa está otra vez preso, desde enero pasado. Pero la música sigue.

El veto a los narcocorridos ha sido decidido por el gobernador Mario López Valdez. “Estamos restringiendo que se haga apología del delito”, ha dicho el hombre que dirige Sinaloa, uno de los Estados más violentos de México, con 1.129 homicidios en 2014, último dato oficial. La nueva norma prohíbe, concretamente, que bandas de esa clase actúen en eventos masivos en los que se venda alcohol. Se trata de cortar el lazo entre noche, licor, armas y lírica criminal. La medida estará vigente al menos hasta las próximas elecciones al Gobierno estatal, que se celebrarán el 5 de junio, e incluye operativos en espacios de reunión como las cantinas y los camiones de transporte público, que recorren las ciudades de Sinaloa del alba a la medianoche con sus bocinas atronando música sobre kilos de coca, maría, plomo y curvas.

López Valdez ha precisado que la medida no afecta a los domicilios privados. En sus casas, los sinaloenses aficionados al género podrán seguir escuchando narcocorridos sin que se lo impida el nuevo empeño del gobernador, que ya en 2011 había impulsado una reforma por la que se prohibía vender licor a los establecimientos que pusiesen dicha música. Pero al cabo de dos años la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que López Valdez se había extralimitado y había legislado en el ámbito “de la moral y las buenas costumbres”, que corresponde a los alcaldes de los municipios, no al Gobierno del Estado.

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Sinaloa no es el único Estado que lidia con los narcocorridos. Su vecina Chihuahua en 2015 optó por sancionar con 36 horas de prisión y hasta 20.000 dólares de multa a quienes los interpretasen. En 2014, la ciudad de Cuernavaca vetó la actuación de uno de los más famosos bardos del gatillo, el sinaloense Alfredo Ríos El Komander. Cuando le comunicaron que no podría cantar en Cuernavaca, el autor de temas como Trato de muerte, Cuernito Armani o Descansa mi amor, protestó por Twitter: “La censura es la característica de un régimen autoritario”.

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