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Turbia ejecución de un jefe de Hamás en Gaza

Un comandante islamista es condenado a muerte por robo y prácticas homosexuales tras ser detenido y torturado durante un año

Juan Carlos Sanz
Mahmud Esthewi.
Mahmud Esthewi.

En el hermético y asfixiante ambiente de la Franja de Gaza, controlada con mano de hierro por Hamás desde 2007 y aislada del mundo desde entonces por el bloqueo de Israel y Egipto, un comunicado de la organización islamista daba lacónica cuenta el pasado 7 de febrero de la ejecución de uno de sus principales comandantes militares.

Mahmud Esthewi —jefe de un batallón de las brigadas Ezedin al Qasam, el brazo armado del movimiento islamista y de la red de túneles secretos en Zeitun, un distrito de la capital de la Franja— murió al recibir varios disparos en el pecho tras haber sido condenado a muerte por un tribunal religioso y militar por el impreciso cargo de “violaciones morales y de conducta”.

Esthewi —de 34 años, con dos esposas y dos hijos— lo había confesado todo después de permanecer detenido sin cargos durante un año y, según denuncian sus familiares, ser sometido a torturas y malos tratos durante todo ese periodo.

Luego las autoridades de Hamás guardaron silencio. La prensa israelí se apresuró a calificar la ejecución del comandante de ajuste de cuentas en las filas de Hamás, al considerar que Esthewi había sido un informante del Ejército israelí, al que habría facilitado indicaciones sobre el paradero de Mohamed Deif, el máximo jefe de las brigadas Ezedin al Qasam, en plena guerra en Gaza durante el verano de 2014.

Escrito que el comandante de Hamás hizo llegar a su familia para denunciar las torturas que sufría.
Escrito que el comandante de Hamás hizo llegar a su familia para denunciar las torturas que sufría.

Israel lanzó entonces varios misiles contra una casa de la Franja en la que supuestamente vivía Deif. El máximo líder militar palestino —que había sobrevivido a cuatro operaciones de asesinato selectivo por parte de Israel— no se encontraba allí, según aseguró más tarde Hamás, pero su esposa y su hijo perdieron la vida.

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Una investigación del diario The New York Times, sin embargo, acaba de rebatir esa versión y apunta ahora a que Esthewi, perteneciente a la élite dirigente del enclave costero palestino, fue víctima de una purga ejemplarizante para toda la sociedad de Gaza tras ser acusado de haber desviado fondos de su unidad para fines privados y de mantener relaciones homosexuales con uno de sus subordinados.

El dinero robado fue empleado, según los acusadores, para remunerar los favores sexuales o para pagar supuestos chantajes de quienes amenazaban con desvelar su identidad gay. En última instancia, Hamás temía que Israel descubriera la orientación sexual de uno de sus comandantes y lo utilizase para presionarle, según sostiene el portal informativo YetNews, versión digital inglesa del diario Yedioth Ahoronot.

El comandante del distrito gazatí de Zeitun fue detenido en enero de 2015 por los servicios de inteligencia militares de Hamás, que no informaron oficialmente sobre su situación hasta que su ejecución se hizo pública. La organización no gubernamental Human Rights Watch, que investigó el caso a petición de sus familiares, llegó a la conclusión de que Esthewi fue sometido a intensas torturas como permanecer colgado de los brazos durante tiempo prolongado o estar recluido en una celda con altavoces que emitían música a todo volumen.

La familia del detenido recurrió a sus contactos en la cúpula del movimiento islamista para pedir la mediación de los dirigentes de Hamás Ismail Haniya, en el interior de Gaza, y Jaled Mashal, en el exilio. Samira, su madre enferma de cáncer, envió un vídeo a Deif en el que pedía entre lágrimas clemencia para su hijo preso ante el jefe de Ezedin al Qasam.

Pero las súplicas de sus familiares no dieron frutos. Cuando recibieron el cadáver del ejecutado, sus parientes aseguraron que comprobaron que había grabado con un clavo en su piel la palabra “machacado”, para dejar constancia de sus torturas. También mostraba signos de haber iniciado una huelga de hambre que podría haberle causado la muerte por inanición, de manera que el cuerpo habría recibido los disparos cuando hacía tiempo que ya se encontraba sin vida.

Escrito de inocencia

Durante una de las visitas que recibió en el centro de detención de Ezedin al Qasam pudo entregar varias hojas escritas de su puño y letra en las que denunciaba los malos tratos que había sufrido y proclamaba su inocencia.

A pesar de sus desesperados intentos para salvarle la vida, que les llevaron a manifestarse ante la casa del gobernante Haniya en Gaza, los miembros de su influyente familia ya no pudieron verle más desde el pasado 10 de agosto. “Han estado a punto de matarme”, les dejó escrito. “He confesado cosas que nunca había hecho en mi vida”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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