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Los republicanos admiten que apoyarán a Trump si es el nominado

Ted Cruz y Marco Rubio lideran dos horas de duros ataques contra el empresario

Rubio (Izda.) y Trump protagonizaron algunos de los intercambios más tensos de la noche.
Rubio (Izda.) y Trump protagonizaron algunos de los intercambios más tensos de la noche.J.Y. (REUTERS)

Un empresario que aspira a la presidencia de Estados Unidos defiende que el tamaño de sus manos es normal. Frente a él, la joven promesa del Partido Republicano, sale al escenario sin energía y con cara de no saber qué hacer. Otro senador pide abrazar la moderación durante el debate a pesar de que su carrera se sostiene sobre algunas de las propuestas más radicales de la política norteamericana reciente. El cuarto aspirante presume de ser “el único adulto en esta contienda”.

Son Donald Trump, Marco Rubio, Ted Cruz y John Kasich, los cuatro candidatos del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. Este jueves se vieron las caras por primera vez en un escenario desde la victoria de Trump en el Supermartes y en una cita marcada por la cercanía de primarias en Florida. Allí, el favorito puede obtener el próximo día 15 una distancia definitiva frente a sus adversarios sin que el Partido Republicano, en estado de alerta, haya encontrado una manera de impedir su ascenso.

Trump ha logrado sacar de sus casillas al resto de aspirantes y ninguno de sus ataques fue suficiente. Esta noche se vieron forzados a reconocer que apoyarán a Trump en noviembre si termina siendo el nominado. Rubio y Cruz son los grandes perjudicados de su ascenso. Las matemáticas del reparto de delegados hacen que cuanto más tarde abandonen su carrera a la Casa Blanca, más fácil será para el magnate neoyorquino hacerse con la nominación. Pero este jueves apenas se atacaron mutuamente. Trump es el objetivo. Horas antes acababan de recibir la ayuda de Mitt Romney, nominado a la presidencia en 2012, quien pidió a los votantes que se unan en torno a otro candidato tras calificar a Trump de “fraude”.

El favorito hasta ahora había calentado antes de empezar el partido. Desde el escenario, alzado por los abucheos a Romney entre el público, Trump respondió que el exgobernador fue un candidato “fallido” y “una vergüenza” para los republicanos “porque debería haberse librado de Obama fácilmente”. Tras este arranque, sus tres rivales lanzaron ataques contra su supuesta falta de honestidad, su falta de credenciales políticas y su distancia de las ideas conservadoras que forman los pilares del partido desde sus orígenes.

Rubio, apagado y frustrado por momentos, representó desde el arranque del debate la sensación que desprenden los conservadores estas semanas: una mezcla de incredulidad y dudas

No funcionó. Cuando Rubio pidió que el debate se centrase en las propuestas de cada candidato, Trump le hizo una burla. Cuando Cruz le pidió explicaciones por haber apoyado a Clinton en 2008, él presumió de haber hecho negocios con ella. Cuando la moderadora del debate lanzaba una de sus primeras preguntas, el candidato le interrumpió para felicitarle, “te veo bien”, le dijo. Y cuando fue el momento de defender políticas concretas, Trump prometió “deshacerse” de una parte central de la ley de educación, de la Agencia de Protección Ambiental e incluso la Agencia Tributaria. “Podemos recortar casi todas las agencias del gobierno, recortarlas de verdad”.

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La energía de Rubio, apagado y frustrado por momentos, representó desde el arranque del debate la sensación que desprenden los conservadores estas semanas: una mezcla de incredulidad y dudas. ¿Atacar a Trump y rendirse a sus ataques personales o ignorarlo y centrarse en propuestas concretas? Rubio sigue atascado en el tercer lugar a pesar de haber atacado duramente a su rival en las últimas semanas. Esta noche interrumpió en repetidas ocasiones a Trump —“Hillary Clinton te va a arrollar”— y llegó a retar a los moderadores a conseguir que el magnate respondiera a una pregunta.

Cruz, el senador de Texas que ocupa el segundo lugar en la carrera a la nominación, tampoco pudo superarle. “Esto no consiste en insultar, sino en lo que hemos atravesado durante siete años de presidencia de Obama”, aseguró en un gesto de moderación ausente en la mayoría de sus intervenciones. “El verdadero asunto es si el nominado entiende los principios que fundaron este país”. Trump no se dio por aludido. Ni siquiera cuando le acusó de haber formado parte “de la corrupción con la que todos ustedes están enfadados” desde hace cuatro décadas. “¿Por qué escribió cheques a favor de Hillary Clinton en 2008?”, dijo Cruz. Trump respondió que se trataba de negocios y reconoció con descaro que sí había apoyado a la candidata demócrata en esas presidenciales. Convirtió la defensa en ataque: “Les recuerdo que soy la última persona a la que Clinton quiere enfrentarse”.

Trump ha pasado de ser el rival sorpresa a un oponente que domina el guión de esta campaña

El favorito en todos los sondeos para hacerse con la candidatura llegó a presumir de cierta moderación entre sus propuestas de inmigración, precisamente las que han causado mayor controversia en la campaña. Donde antes dijo que México sólo aporta a Estados Unidos inmigrantes peligrosos —como violadores o narcotraficantes— anoche defendió que “la flexibilidad no está mal” a la hora de negociar. Pero Trump siempre fue Trump. “Sigo siendo el candidato más duro, por eso me ha respaldado el sheriff Arpaio”, cuya carrera en Arizona es conocida por las duras condiciones a las que somete a los indocumentados detenidos bajo su jurisdicción.

Rubio volvió a quedar a la sombra de respuestas como ésta. Su defensa de una política seria contra la inmigración ilegal, para “ponerla bajo control” y después abordar la reforma migratoria, no fue suficiente. Sus aportaciones en política exterior, columna vertebral de su currículum como aspirante, carecieron del dominio que impuso en otros debates. El senador, como el resto del partido, parece haberse quedado sin líneas de ataque: cuando cualquier candidato entra en propuestas políticas concretas —inmigración, regulación de las armas, libertad religiosa…—, Trump se aleja del terreno de juego. Pero sigue ganando.

Trump ha pasado de ser el rival sorpresa a un oponente que domina el guion de esta campaña. Si sus adversarios le preguntan por cambios de opinión en política exterior lo atribuye a malas interpretaciones de sus palabras. Si compiten por la propuesta más agresiva contra el terrorismo internacional, Trump promete técnicas “más duras que el ahogamiento simulado”. Si le invitan a explicar cómo lidiará con la inmigración ilegal, responde que "la frontera es un pedazo de queso suizo".

Los moderadores del debate recuperaron una de las primeras preguntas a las que se enfrentó Trump al comienzo de la campaña. ¿Apoyarían ustedes al magnate si es el nominado? Él se mostró escéptico con la posibilidad de que uno de sus rivales le robe la victoria. Rubio, Cruz y Kasich, cayeron esta noche al otro lado de una trampa diseñada hace meses para Trump. La promesa del partido, el líder del Tea Party y un moderado sin un hueco claro en esta campaña, reconocieron que cumplirán su palabra y respaldarán al candidato. Incluso si se llama Donald Trump.

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