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Hillary Clinton y Bernie Sanders luchan por el voto de las minorías en Michigan

La ciudad de Flint, afectada por la contaminación en el agua potable, protagoniza el encuentro

Los candidatos demócratas durante el debate en Flint.
Los candidatos demócratas durante el debate en Flint. Carlos Osorio (AP)

La desigualdad social y económica vuelve a protagonizar un debate entre los candidatos demócratas a la Casa Blanca. La ex secretaria de Estado Hillary Clinton y el senador de Vermont Bernie Sanders se enfrentaron esta noche en la ciudad de Flint, en Michigan, afectada por la contaminación en la red de abastecimiento de agua potable. La crisis de esta localidad —con ecos en muchas otras ciudades del país— se ha hecho un hueco en la campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos al escenificar la frustración de millones de estadounidenses con las autoridades y los políticos.

“Hay miles de niños envenenados, eso no es lo que debería ocurrir en este país”, aseguró Sanders al comienzo del debate, celebrado dos días antes de las primarias en Michigan este martes. El senador volvió a vincular la crisis de Flint con la desigualdad económica en un claro intento de ganarse el voto de un sector del electorado que se le ha resistido hasta ahora. “El país más rico en la historia debería reconsiderar sus prioridades”.

Clinton, acostumbrada ya a reconocer cuando está de acuerdo con Sanders, abrió la noche con un “Amén”. La senadora, sin embargo, tardó en conectar con los miembros de la audiencia, que irrumpieron en aplausos cada vez que el senador hizo referencia a ejemplos concretos de desigualdad o las consecuencias de esta crisis en concreto. “El Gobierno os ha fallado a vosotros y a vuestros hijos”, afirmó la ex secretaria de Estado. “Está lloviendo plomo en Flint y las autoridades son responsables”.

Pero no bastó. La campaña, como el debate, está marcada por la desconfianza de los ciudadanos en el Gobierno, las dudas sobre los mecanismos para que políticos negligentes paguen por el incumplimiento de sus responsabilidades y la desigualdad social y económica que viven numerosas comunidades. En respuesta, tanto Clinton como Sanders han exigido desde el escenario la dimisión del gobernador de Michigan, por lo que consideran una negligencia de las autoridades de la ciudad y del Estado.

Los candidatos se enfrentaron a las preguntas de residentes en esta ciudad afectados por la contaminación por restos de plomo en el agua potable. Desde una madre que debe desplazarse todos los días para comprar agua con la que lavar sus alimentos o duchar a sus hijos a otra que pidió a Clinton y Sanders si se atrevían a prometer personalmente que no abandonarían esta causa si llegan a la Casa Blanca. “Trabajaré todos los días para que podáis volver a confiar en nosotros “, dijo la ex secretaria de Estado.

La reacción del público fue de nuevo para el senador de Vermont. Los dos candidatos están de acuerdo en las causas de la crisis y la solución, pero su mensaje no llegó igual a los espectadores. Clinton es quien ha cosechado victorias allí donde el electorado era de mayoría afroamericana. Pero Sanders despierta a la audiencia al hablar de desigualdad, la reforma del sistema judicial y de prisiones, la educación o la sanidad. Sus respuestas basadas en experiencias personales le dieron mejor resultado que el largo currículum del que presume Clinton.

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El voto de las minorías

Cuando los candidatos fueron preguntados por su empatía con los afroamericanos, la ex secretaria de Estado compartió recuerdos sobre el reverendo Martin Luther King y reconoció que su experiencia no es la misma, que la de los ciudadanos de minorías, pero hará “todo lo posible por acabar con el racismo sistémico”. Inmediatamente después, su rival habló entre aplausos de un congresista negro que hace apenas dos décadas no tomaba taxis en la capital porque los conductores no paraban. “Cuando eres blanco no sabes lo que es vivir en un gueto, en la pobreza y acosado por la policía. Esta nación debe ser justa”.

Uno de los intercambios más tensos de la noche llegó cuando el padre de una víctima de disparos por arma de fuego les preguntó qué harían como presidentes para reducir la violencia. La única condición era que no hablaran de nuevas leyes, pero los dos candidatos lo hicieron. Clinton propuso avanzar las reformas impulsadas por el presidente Obama y aprobar nuevas regulaciones que exijan responsabilidades a los vendedores y fabricantes de armas. Sanders defendió que reformar las leyes sí funciona y, en uno de los gestos más arriesgados de la campaña, se opuso a que los fabricantes deban responder por delitos cometidos con sus productos.

Clinton volvió a estar a la defensiva sobre la ley que en 1994 aprobó su esposo, el presidente Bill Clinton, para endurecer las penas de prisión. La legislación ha sido identificada como una de las primeras medidas que contribuyeron al encarcelamiento masivo de afroamericanos en Estados Unidos. Primero exigió que se le hiciera la misma pregunta a Sanders, que respaldó la ley como senador entonces, y después reconoció que “la normativa resolvió algunos problemas y creó otros”.

Los dos candidatos han tenido este domingo una de sus últimas oportunidades para convencer a los votantes de Michigan, que celebra sus primarias el próximo martes. Allí, Clinton todavía mantiene ventaja sobre Sanders pero éste puede aprovechar el impulso de sus dos últimas victorias este fin de semana.

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