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Los empresarios dan la espalda a Rousseff

El sector industrial lanza una campaña para acelerar la destitución de la presidenta

Carla Jiménez
Trabajadores de General Motor protestan contra Rousseff en Sao Jose dos Campos.
Trabajadores de General Motor protestan contra Rousseff en Sao Jose dos Campos.ROOSEVELT CASSIO (REUTERS)

La Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP) se reunió el pasado jueves de urgencia con el fin de tratar un único tema del día: el expresidente Lula iba a ser nombrado ministro de la Casa Civil, casi un primer ministro dentro del régimen presidencialista brasileño. La federación, que agrupa a diferentes sectores de la industria y la empresa brasileñas, había asumido un papel central en la pelea para expulsar a la presidenta Dilma Rousseff del poder desde el año pasado. Ese día, en la reunión, se llegó a proponer, para acelerar la caída de Rousseff, una huelga de patrones: dejarían de trabajar por un día. Pero finalmente decidieron cambiar de táctica y lanzaron la campaña “Impeachment ya” (Destitución ya). “Firmamos un manifiesto junto con otras entidades en apoyo a la destitución de Rousseff porque Brasil va a la deriva”, explica Humberto Barbato, miembro de la Asociación Brasileña de la Industria Eléctrica y Electrónica.

Los empresarios apoyaron en su tiempo al Partido de los Trabajadores de Lula y Rousseff, cuando el país crecía sin parar y el Gobierno les concedía todas las facilidades. Hoy no esconden la urgencia de ver a la presidenta fuera del Gobierno. El pasado jueves, al mismo tiempo que la comisión de destitución parlamentaria se formaba en el Congreso, la Bolsa brasileña tuvo la mayor alza desde 2009. Paralelamente, el dólar caía.

La FIESP asumió una postura radical con el objetivo de encontrar un atajo para la crisis. Y usa todos los recursos que puede para que Rousseff salga del Gobierno antes de 2018, aprovechando su localización privilegiada, en el corazón de la avenida Paulista, punto de encuentro de quienes se manifiestan contra el Partido de los Trabajadores.

Protestas

Los patos gigantes vistos en las televisiones de todo el mundo entre la multitud que tomó la avenida en las masivas manifestaciones del día 13 pertenecen a la federación. Integran la campaña “No voy a pagar el pato”, que rechaza la creación de nuevos impuestos, como deseaba el Gobierno de Rousseff.

El presidente de la FIESP, Paulo Skaf, se alió a los movimientos callejeros contra el PT. Tiene, también, conexión estrecha con el vicepresidente, Michel Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño, hasta hace semanas aliado de Rousseff pero que, con la crisis, amenaza con abandonar el Gobierno, coincidiendo con la celebración del impeachment.

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La Confederación Nacional de la Industria, por otro lado, que representa el sector industrial de todo el país, adoptó un tono un poco menos agresivo. “Los empresarios, así como todos los brasileños, estamos perplejos ante el grave deterioro del escenario político”, aseguró en un comunicado enviado el pasado jueves. La CNI califica de “espectáculo deprimente” la actual política brasileña y añade que ya es hora de proferir un “basta”.

 

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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