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Una Grecia agónica afronta el desafío de tramitar miles de peticiones de asilo

Las solicitudes superan las 10.000 aunque el número de Skype para la cita está colapsado

Naiara Galarraga Gortázar
Migrantes se enfrentan a los antidisturbios este jueves en Idomeni.
Migrantes se enfrentan a los antidisturbios este jueves en Idomeni.BULENT KILIC (AFP)

Cuando los Juegos Olímpicos regresaron a casa, a Grecia, en 2004 hubiera sido un delirio imaginar que los estadios de hockey y de béisbol se pudieran convertir en campos de refugiados en la Europa de 2016. Pero el césped en el que se ganaron aquellas medallas es una sucesión de tiendas de campaña de Acnur. Los estadios, donde hay más de 2.800 personas, nacieron como una respuesta de urgencia de un Gobierno que debe gestionar una crisis acuciante, la de los refugiados, que se agrava día a día y la consolidada crisis económica, que tras seis años es todavía muy profunda. Los funcionarios han hecho este jueves una huelga que ha paralizado los aeropuertos y dejado los hospitales a medio gas en protesta por las enésimas reformas de pensiones y fiscales que exigen los acreedores a cambio del rescate.

La abogada Maria Papamina, de la ONG más grande y antigua que asesora a los que buscan asilo en el país, la ONG Consejo Griego para los Refugiados, se declaraba “exhausta”. Llevaba atendidos “no sé… 70, 80 casos, estoy exhausta”, repetía. Un sentimiento seguramente extensible a sus compatriotas. Agotados por la crisis económica, deben afrontar una descomunal crisis migratoria. Cuando este julio Grecia se alejó unos pasos de abismo económico al aceptar su primer ministro, el izquierdista Alexis Tsipras, un rescate de 86.000 millones por tres años con durísimas contrapartidas, cada día llegaban más de dos mil migrantes a las islas desde Turquía. Pese al frío y la mala mar, el flujo aumentó en otoño, aumentó en invierno… En todo diciembre arribaron más de 200.000 personas (sobre todo sirio), pero Grecia era una escala. Bastaba atenderles unos días.

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Pero ahora es imposible marchar al norte porque la frontera cerró. La única opción legal es pedir asilo no en la rica Alemania, como casi todos desearían, sino en la devastada Grecia. Un Estado que ha bajado las pensiones a sus mayores once veces en el último lustro. Y que esta semana debe llegar a un acuerdo con los acreedores para superar otro examen y recibir más dinero.

El desafío en crisis migratoria también es inmenso porque desde enero han recibido 10.000 solicitudes de asilo, según el diario Financial Times. Sumaron 13.000 en todo 2015. “Grecia no está preparada. Y no sé cuándo estará”, asegura Papamina, sobre el proceso de evaluar con las garantías que la ley exige cada una de esas solicitudes. Es decir, de manera individualizada, confidencial, entrevistados por expertos en asilo, con intérprete, abogado y derecho a apelar, como explica Juan Carlos Arnáiz, oficial de protección de Acnur en España. Un proceso que será escrutado por profesionales del asilo, académicos y ONG de todo el mundo.

Preocupa porque faltan funcionarios –la plantilla se duplicará con 260 nuevos expertos y han llegado 30 de los 400 prometidos por la UE--, por la celeridad con la que se pretende tramitar y porque cada día llegan embarcaciones. El Gobierno griego aprobó el viernes (tres días antes de las primeras expulsiones a Turquía) una ley por la que examinará por una vía exprés de 15 días de las solicitudes de asilo, un proceso que demoraba incluso años.

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“Europa no quiere a esta gente y han conseguido que sean Turquía y Grecia las que lo afronten. Los países europeos están obligados por la ley internacional y por la ley europea ((a recibir a quien pide asilo). Están infringiendo la ley”, recalca la abogada Papamina en su despacho en un barrio céntrico de Atenas donde hay manzanas enteras en las que todos los comercios han echado el cierre. Pese a la crisis, muchos particulares y empresas logran que los migrantes coman tres veces al día, tengan zapatos, compresas, médico y abogado. “Todos tenemos refugiados en nuestras familias o emigrantes a Estados Unidos, a Australia, a Alemania, a Canadá”, recuerda la letrada.

En un guiño cruel porque no tiene el visado o el dinero necesario para volar al destino ansiado, la terminal de salidas del aeropuerto que con los Juegos Olímpicos fue sustituido por el actual es otro de los 42 campos que el Estado ha tenido que improvisar –queda al lado de los estadios- y que acogen a 53.000 migrantes. Un cartel indica que el Servicio Griego de Asilo ha abierto un número de Skype (al que llamar gratis por Internet) que en inglés y francés funciona los miércoles de 11.00 a 13.00. Sí, dos horas a la semana. Hay otros tramos para otras lenguas, pero no es de extrañar que sea imposible conectar con la oficina. Y eso es solo para lograr una cita para presentar oficialmente la solicitud de asilo.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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