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Inquietud en Argentina por la crisis brasileña

A Macri no le conviene una inestabilidad que alienta la versión de golpe neoliberal que promueve el kirchnerismo

El presidente argentino, Mauricio Macri.
El presidente argentino, Mauricio Macri.EFE

Brasil y Argentina son dos gigantes muy conectados que desde principios del siglo XX viven realidades paralelas. En Argentina se dice que cuando Brasil estornuda el país austral se resfría. Tanto el mundo político como el económico están viviendo con enorme inquietud la crisis brasileña, no solo por las consecuencias económicas inmediatas –Brasil es el gran socio y cliente, y su caída está hundiendo la industria automovilística argentina, por ejemplo- sino sobre todo por las políticas. Mauricio Macri vive un momento delicado en el que está empezando a sufrir protestas sociales importantes por su política de ajuste y no le interesa nada una situación de un Gobierno brasileño no elegido por las urnas en la que el kirchnerismo pueda alentar la idea, ya lanzada la semana pasada por la expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, de que en todo el continente se vive un "golpe neoliberal".

"La sociedad brasileña y argentina están muy conectadas, para bien y para mal. Argentina vive un momento de ajuste en el que basta apretar un botón para que el escenario social se vuelva complicado. La situación de Brasil, con un gobierno elegido con el voto indirecto y no en las urnas, puede alentar una reacción social en los dos países. Esto desestabiliza toda la región y por supuesto debilita aún más el Mercosur", asegura Mónica Hirst, doctora en estudios estratégicos y profesora de la Universidad Nacional de Quilmes y especialista en las relaciones entre Brasil, su país de origen, y Argentina, donde vive hace 30 años.

Hirst cree que el Gobierno de Macri se enfrenta a un dilema importante. "Es obvio que un Gobierno de Temer [el vicepresidente brasileño que ocuparía la presidencia] va a ser más convergente con las políticas de Macri. Pero él va a tener que relacionarse con un Gobierno que ha llegado al poder de manera para muchos no legítima. Algunos en Argentina ven esta crisis como una oportunidad para afianzar el incipiente liderazgo de este país pero yo, con la experiencia de tantos años, no veo de qué manera la crisis de Brasil puede contribuir al éxito de un nuevo modelo liberal argentino", remata Hirst.

El Gobierno argentino ha mantenido una cierta distancia pero dejando claro su enorme preocupación. La canciller, Susana Malcorra, llegó a promover una reunión urgente de Mercosur para apoyar la institucionalidad en Brasil que finalmente nunca se realizó. Pese a sus diferencias ideológicas, Macri buscó una alianza con Rousseff desde el primer momento y trasladó el mensaje de que a Argentina le interesaba un Brasil estable. No hizo nada, pese a los reclamos de la oposición, para ayudar a la caída de Dilma. Aunque tampoco entró en la campaña de la izquierda latinoamericana con Evo Morales como gran protagonista que habla de un "golpe" en Brasil. Macri nadó en las dos aguas pero ahora está obligado a tomar una posición. Hasta ahora siempre defendió que se actuara "conforme a la Constitución brasileña". Una vez concluido el proceso constitucional, tendrá que decidir cómo se relaciona con el nuevo Gobierno.

Federico Merke, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de San Andrés, también cree que esta crisis no beneficia de ninguna manera a Argentina. "Se está abriendo un escenario de mucha inestabilidad. Lo que viene ahora son malas opciones todas. Si [el impeachment] avanza en el Senado, estaría asumiendo un vicepresidente que también está investigado. Brasil es el país más poderoso de la región, que siempre ha contribuido a estabilizar la política, a evitar conflictos, tenía un rol de moderador. Ningún país sale ganando con un Brasil impredecible, inestable, sin energía para pensar en la integración regional", señala.

En los ambientes políticos argentinos, algunos creen que la crisis brasileña pone el foco precisamente en la estabilidad argentina, con un Gobierno recién elegido, y va a llevar al país austral inversiones que podrían ir a Brasil. Merke cree por el contrario que Brasil puede servir como espejo negativo de lo que podría pasar en Argentina. "A Macri se le dificulta tener un interlocutor confiable del lado brasileño. Y también es una señal para Macri ver que un Gobierno que asume con poca diferencia de votos, como Brasil, cuando pierde legitimidad enfrenta una crisis doméstica. Si la inflación no disminuye, el desempleo aumenta, las inversiones tan esperadas no llegan... En América Latina la gente está demostrando que se cansa más rápido de lo que los gobiernos necesitan para resolver cosas". Lo que sí cree es que Argentina puede consolidar su liderazgo. "Aunque terminó la luna de miel con Macri, todavía hay expectativas positivas. Al salir del default Argentina pasa a ocupar un rol de referente en la región. Los países van a mirar a Argentina para ver hacia donde avanza la discusión", sentencia.

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