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Las madres repudiadas de Marruecos

Miles de mujeres con hijos fuera del matrimonio son echadas de casa y se ven marginadas por la sociedad

Francisco Peregil

Rachida asume que hubiese preferido un cáncer antes que quedarse embarazada del bebé que acuna en sus brazos. “Por lo menos estaría con mi familia”, explica. Rachida vive junto a otras siete madres solteras en una casa de acogida en Tánger gestionada por la organización 100% Mamans. Esta ONG es una de las pocas en Marruecos que ofrece hasta seis meses de albergue a las madres solteras, les proporciona una guardería para sus hijos, asesoría jurídica y cursos para insertarse en la vida profesional.

Sanan, madre soltera, reposa con su bebé en la casa de acogida de la ONG 100% Mamans, el martes 26 de abril en Tánger
Sanan, madre soltera, reposa con su bebé en la casa de acogida de la ONG 100% Mamans, el martes 26 de abril en TángerFRANCISCO PEREGIL

Miles de mujeres como Rachida se ven de la noche a la mañana echadas de las casas de sus padres, repudiadas por amigos, vecinos y compañeros de trabajo. En Marruecos, las relaciones fuera del matrimonio están prohibidas por el Código Penal. Y a los hijos de ellas se les desprecia con el nombre de ‘wlad ihram’, en el árabe dialectal de Marruecos. O sea, hijos del pecado.

A lado de Rachida, nombre supuesto, se sienta una mujer que acaba de entregar en la mañana del martes 26 de abril a su hijo en adopción. Y frente a ella se encuentra Sanan, de 30 años, con su bebé en brazos. “Para mí el peor momento fue cuando me quedé embarazada y tuve que mendigar para comer”, explica Sanan. “Me vi en la calle, fui a un hotel con el bebé, pero no me daban habitación sin carné de identidad. Anduve hasta la comisaría a las once de la noche para pedir un justificante y me echaron”.

Rachida añade: “A mí también me echaron de casa en pleno invierno”. Otra madre, de 21 años, explica: “En Marruecos las mujeres no estamos preparadas para vivir sin la protección de la familia, para salir del hogar con 18 años y con un niño. En mi caso, yo sé que he destrozado toda mi vida. Me he quedado sin familia, sin posibilidad de casarme, de estudiar, de encontrar un buen trabajo”.

Mustafá el Maarauf es un asistente social que trabaja con niños abandonados de madres solteras en la sede de una orden religiosa española afincada en Tánger. Y cree que muchas de estas madres están abocadas a la prostitución. “La sociedad las trata como prostitutas y a veces a ellas no les queda otra salida”. Sin embargo, los responsables de la asociación 100% Mamás consideran que eso es un mito, que son muchas las mujeres que logran salir adelante sin prostituirse.

La sede de 100% Mamás dispone de varias habitaciones compartidas con literas. Ahí podrán alojarse 12 personas hasta un máximo de seis meses. Después tendrán que salir para dejar el techo a otras madres. La vida laboral después no será fácil. “En cuanto te quedas embarazada si estar casada, tu jefe te echa. Y el que te alquila la casa, también. Y es difícil encontrar gente te vaya al alquilar un piso sabiendo que no estás casada y tienes un bebé”, afirma la madre de 21 años.

Ghnimi Jalib, vicepresidente de 100% Mamás, dice que nada ha cambiado en Marruecos desde que la francesa Claire Trichot fundara la organización hace diez años. Han atendido a más de 1.300 mujeres desde entonces, cada una con una historia tremenda a cuesta. A Claire Trichot se le quedó en la memoria el caso de una joven deficiente mental a la que trajo un funcionario municipal desde un pueblo del Rif muy pequeño y aislado. Llegó embarazada a causa de una violación. Los padres no la querían en casa.

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Varias madres solteras, en el centro de acogida en Tánger de la ONG 100% Mamans, el martes 26 de abril.
Varias madres solteras, en el centro de acogida en Tánger de la ONG 100% Mamans, el martes 26 de abril.FRANCISCO PEREGIL

“Se llamaba Fátima, era encantadora y se adaptó enseguida a la convivencia. Cuidaba de los bebés de las demás”, recuerda Trichot. “Pero en cuanto nació su niña vimos que ella sentía rechazo hacia el bebé. La niña tenía el pelo rubio y los ojos azules, como la madre. Pero a la madre se le notaba la deficiencia en la cara y la niña había nacido sin ninguna tara. Era lindísima. El tiempo pasaba y nosotros no podíamos alojarla de forma indefinida. Así que me puse en contacto con la familia y les amenacé incluso con denunciarles ante el procurador del rey. Finalmente, vino el padre. Se quedó en nuestro piso de abajo esperando”.

“Cuando apareció Fátima con la niña en brazos”, continúa Trichot, “ella se puso a gritar de alegría y a llorar al ver a su padre. Y el padre y todos los que estábamos trabajando allí en ese momento no podíamos dejar de llorar tampoco. Aquel padre, como tantos otros, quería a su hija. Pero la presión social y la vergüenza parecían más fuerte que él”.

Eso sucedió en 2009 y, desde entonces, poco o nada ha cambiado en Marruecos respecto a las madres solteras. Continúa vigente el artículo 490 del Código Penal que prevé hasta un año de cárcel para quienes mantengan relaciones sexuales fuera del matrimonio. Y el gobernante Partido de la Justicia y Desarrollo (PJD), islamista moderado, no tiene intención de cambiarlo. Desde la oposición tampoco se lucha por su derogación. No está en la agenda de nadie.

Ghnimi Jalib, el vicepresidente de la asociación, cree que la discriminación que sufren las madres solteras es la misma que hace una década “porque la ley sigue siendo discriminatoria”. No obstante, en 2004 se produjeron algunos avances. Trichot explica que desde que entró en vigor ese año el nuevo Código de la Familia a las madres solteras se les permitió, al menos, inscribir a sus hijos en el registro civil. Y después se les concedió la opción de darle su apellido al niño o escoger entre una lista de 200 que la administración ofrece. “Pero la paternidad en Marruecos solo puede ser legítima, es decir, bajo el matrimonio, mientras que en Túnez se reconoce la paternidad ilegítima”, señala Trichot.

La asociación de Trichot busca resquicios legales para conseguir que finalmente el niño tenga derecho a llevar el apellido del padre. “Llevar el apellido no le permitirá al hijo acceder a la herencia ni a una pensión. Pero nuestra estrategia consiste en que todas las madres que quieran poner una denuncia contra el supuesto padre para que reconozca su paternidad, lo hagan. Así se irán acumulando los expedientes y se irá haciendo visible el problema”, explica Trichot.

“En los medios de comunicación oficiales”, esgrime Ghnimi Jalib, “se evita hablar de este tema. En los hospitales se las trata mal cuando van a parir. Sobre todo, si no van acompañadas por alguien de nuestra asociación o de otras organizaciones. En los tribunales, igual. Es muy difícil que un juez ordene una prueba de ADN”.

A la discriminación legal se la añade el repudio social. “A los dos o tres meses de embarazo ya las echan a muchas de ellas de casa”, continúa Jalib. “Suelen dejar sus pueblos y se marchan a las ciudades. Llegan a la estación de autobuses de Tánger y ahí se quedan a dormir. Nosotros tenemos contactos con los empleados de la estación para que nos avisen cuando ven a alguna durmiendo en el suelo con el bebé”.

“Hay gente que les ofrecen albergue”, aclara el vicepresidente de 100% Mamás, “pero muchas veces lo hacen a cambio de explotarlas de forma sexual o laboral. Y otras veces, son familias las que las acogen a cambio de que ellas les cedan los bebés”.

En Marruecos, el cálculo oficial de madres solteras no se conoce. La cifra de niños abandonados, tampoco. “El ministerio de Salud es muy reacio a ofrecer estas cifras”, explica Trichot. “Y nunca suelen ser reales, porque hay mucho tráfico de niños y adopción informal”, añade. Una de las asociaciones con más experiencia en la ayuda a madres solteras, Insaf, con sede en Casablanca, publicó un estudio en 2010 en el que señalaba que entre 2003 y 2009 se habían registrado una media de 30.000 nacimientos anuales provenientes de madres solteras. Por tanto, solo en esos seis años un total de 210.434 mujeres debieron descubrir el oprobio y la exclusión que la sociedad depara a las que traen sus hijos al mundo fuera del matrimonio. Un tercio de ellas tenían entre 15 y 20 años.

“El problema no se va a solucionar hasta que el Estado asuma que no puede cerrar los ojos ni dejarlo en manos de unas cuentas organizaciones humanitarias”, señala el educador social Mustafá el Maarauf.

La mayoría de las ocho mujeres acogidas en estos momentos en la casa albergue creen que nunca podrán regresar con su familia. “Y si lo hago, la relación no será jamás la misma”, señala una madre de 21 años. Hay gente como Sanan, que aún espera que su madre termine convenciendo al padre para que la deje volver. Y algunas, las menos, que deciden desprenderse del hijo.

“Uno de los casos que más me impresionó”, relata Afaz Barakha, empleada de 100% Mamás, “es el de una mujer que con tal de vivir cerca de su hijo decidió entregárselo a un tío de la familia. Renunció oficialmente al niño a cambio de vivir cerca de él, como señora de la limpieza en la casa”. En situaciones así la que lleva las de perder es la madre, que perderá todos sus derechos ante el hijo biológico y quedaría en una situación muy vulnerable respecto a quien acoge al bebé.

El camino para cambiar las leyes discriminatorias y los prejuicios respecto a las madres solteras parece largo y tortuoso en Marruecos. Mientras tanto, la labor de algunas asociaciones humanitarias se vuelve indispensable.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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