El jefe de la OEA, preocupado por la amenaza chavista contra opositores

Luis Almagro aguantó sin casi inmutarse las casi tres horas que estuvo el jueves pasado la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, clamando en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) que dirige contra el organismo y, sobre todo, contra su persona. El secretario general no habló ni para defenderse de la acusación directa de obrar siguiendo “instrucciones de Estados Unidos”. Ahora sin embargo ha roto su silencio. Lo ha hecho por la “preocupación”, dice, que le causan las acusaciones de “traición a la patria” emitidas por el Gobierno de Nicolás Maduro en contra de los diputados opositores que acudieron a la OEA a pedir una mediación en la crisis del país, incluida una eventual aplicación de la Carta Democrática Interamericana, algo que Caracas rechaza vehementemente.

“Todo aquel que quiera para su patria más derechos, más libertad, más democracia, y que para ello recurra a la ayuda de las instituciones americanas (…) debería ser considerado un patriota y un defensor de la democracia, más allá de a qué partido político pertenezca”, sostuvo Almagro en una declaración pública reiterada en varios tuits.

Esta llega después de que, en los pasados días, el Gobierno de Maduro haya criticado a los legisladores opositores que se reunieron con Almagro hace dos semanas para pedirle que la OEA observe el referéndum revocatorio y que analice también “los diferentes mecanismos a su alcance” para “la protección de la democracia” venezolana.

“No vayan a creer que aquí [en Venezuela] hay inmunidad para la traición a la Patria, tiene que haber justicia con los traidores a la Patria”, dijo Maduro a comienzos de mes sobre el viaje de los diputados, quienes también se reunieron con legisladores estadounidenses.

Mientras, en el mismo día que la canciller Rodríguez viajaba a Washington, el 5 de mayo, la fracción oficialista del Parlamento de Venezuela solicitó a la Fiscalía de ese país que investigue a varios diputados de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que, a su juicio, "traicionaron la voluntad del pueblo venezolano" al promover en la OEA la activación de la Carta Democrática Interamericana, informa Efe.

El Gobierno venezolano rechaza rotundamente la aplicación de este mecanismo para su país, argumentando que, sin su visto bueno a este paso, se trataría de un “abuso flagrante del espíritu y contenido” de la Carta. Almagro todavía no ha decidido si dará ese paso o no. Aun así, la OEA argumenta que el secretario general podría invocarla amparándose en el artículo 20 del documento, que le da autoridad para hacerlo aun cuando no haya consentimiento del gobierno afectado “en caso de que en un Estado miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”. En los tres lustros de vigencia de la Carta no se ha invocado nunca hasta ahora sin la aquiescencia del gobierno que está legítimamente en el poder, que es lo que molesta al ejecutivo de Maduro.

Por otro lado, tal como recordó este martes Almagro, no sería la primera vez que se estudia dar este paso en tiempos del chavismo. Eso es algo que ya sucedió en 2002, en aquella ocasión “a pedido del presidente Hugo Chávez”, aunque nunca se llegó a activar puesto que el mandatario había sido restablecido en el poder antes de que concluyeran las discusiones en la OEA.