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La guerra por el poder en el fútbol argentino, una gran batalla política

El sindicalista más fuerte, el showman más conocido y el Gobierno se disputan la AFA

Carlos E. Cué
La hinchada de Boca Juniors en el último clásico.
La hinchada de Boca Juniors en el último clásico.Ricardo Ceppi

Nada explica mejor Argentina que el fútbol. Pero no lo que pasa en los campos, cada vez menos interesantes en un país que exporta a sus estrellas desde niños. La clave está en lo que pasa fuera. El fútbol se ha convertido en la quintaesencia de la política argentina. Tanto que el presidente, Mauricio Macri, viene de allí. Y probablemente nunca habría podido llegar a la Casa Rosada, sede del Gobierno, si antes no hubiera sido 12 años un exitoso presidente de Boca Juniors, el club más popular. Eso le hizo famoso y cercano. Boca es el club más seguido entre los pobres, y eso acercó al rico Macri a millones de futuros votantes.

Ahora Argentina vive una guerra abierta por el control del organismo que dirige el fútbol, la Asociación de Futbol Argentino (AFA), que tiene todos los componentes de batalla política para dominar una plataforma de poder muy jugosa. Basta ver quiénes son los protagonistas para entender que no se trata de fútbol, sino de alta política. Hugo Moyano, el sindicalista más poderoso y conocido de Argentina, que hace solo tres semanas organizó una manifestación contra Macri que ha supuesto un gran problema de imagen internacional para el Gobierno, aspira a presidir la AFA, o a poner allí a su yerno, Claudio Chiqui Tapia. En Argentina casi todos los políticos y sindicalistas relevantes tienen influencia sobre un club de fútbol. Es su forma de tener “ejército”, fieles incondicionales, fama y control sobre barras bravas (ultras), que tienen una participación en política tan decisiva que es normal verles en campaña electoral repartiendo casa por casa la publicidad del candidato que los contrata. El sindicalista Moyano, líder de los camioneros, preside Independiente, uno de los grandes. Su yerno lidera Barracas Central, más pequeño.

El otro gran protagonista es Marcelo Tinelli, vicepresidente de San Lorenzo, el club del que es fanático el Papa Francisco. El multimillonario Tinelli es el gran showman argentino, el mago de la televisión, que también tiene aspiraciones políticas e influencia notable. Tanto que su apuesta por Daniel Scioli, el candidato peronista, a quien promovió en sus programas, le enfrentó duramente a Macri. Los que le conocen aseguran que Tinelli sueña con seguir los pasos de Macri y saltar del fútbol a la política. La guerra que Tinelli declaró en twitter al presidente estaba siendo tan virulenta que se organizó una reunión en la residencia presidencial para pactar una tregua.

El presidente y su Gobierno, que controla a los líderes de clubes grandes como Boca, es el tercer y definitivo actor en esta batalla. Fuentes del Gobierno argentino admiten que está encima de la mesa la posibilidad de intervenir la AFA ante una notable quiebra económica y desgobierno. Sería un enorme escándalo. La FIFA siempre ha impedido que los gobiernos intervengan las federaciones de fútbol, pero esta vez Macri parece dispuesto a todo. Los presidentes de los clubs más grandes amenazan con dimitir y formar una liga aparte, inspirada en el modelo español, mientras las cuentas no cuadran de ninguna manera. La intervención parece la única salida.

“España tiene el palco del Real Madrid, donde se mueve el poder, nosotros tenemos la AFA. Presidirla da una posición de privilegio enorme, incluso te convierte en un dirigente de perfil internacional. Este país vive el fútbol de manera muy especial. Macri no sería lo que es sin el fútbol. Tinelli y Moyano tienen ya todo y quieren la AFA porque da poder”, explica Sebastián Fest, editor de Deportes de La Nación, que vivió 18 años en España. Mientras, los pequeños y los grandes tratan de ponerse de acuerdo y Luis Segura, el actual presidente, intenta evitar la rupura definitiva. Contactado por EL PAÍS, Segura, que el día anterior negó la crisis -"no hay ninguna renuncia"-insiste en que prefiere el silencio para buscar un acuerdo, en medio de una gran tensión. "No creo en el consenso, es hora de dividir", dijo Daniel Angelici, presidente de Boca y amigo íntimo de Macri, dando alas a la ruptura. Otros dirigentes admiten que la situación es muy grave, sobre todo económicamente.

El fútbol es tan importante en la política argentina que Cristina Fernández de Kirchner prácticamente lo nacionalizó en 2009 en medio de una enorme batalla de poder con el Grupo Clarín, que tenía los derechos. Desde entonces, es el Gobierno quien subvenciona el fútbol, que le cuesta a los argentinos unos 2.000 millones de pesos al año (138 millones de dólares). “Futbol para todos”, lo llamó el kirchnerismo. Los clubes nunca tuvieron tanto dinero llovido del Estado, y sin embargo la mayoría están quebrados, y hasta el Ejecutivo habla abiertamente de corrupción. En el último intento de elección interna, en diciembre de 2015, había 75 personas votando pero cuando llegó el recuento había un empate a 38, o sea 76 papeletas. Hubo muchas bromas, pero pocos cambios.

El ex número dos del Gobierno de Kirchner, Aníbal Fernández, está imputado por la gestión de esos millones de Fútbol para Todos y acaba de lanzar una teoría muy particular. “Una vez que nosotros entregamos ese dinero, ya no es público. Es como si usted le vende un auto a alguien, no le pregunta qué va a hacer con él. Nosotros le dimos el dinero a la AFA, ellos son los responsables de administrarlo”. Nadie se hace cargo del desastre.

Para ganar las elecciones, Macri tuvo que comprometerse a mantener el fútbol gratuito hasta 2019, en contra de sus ideas liberales. No le ha cambiado ni el nombre. Eso sí, mientras los Kirchner ponían anuncios de inauguraciones oficiales de la presidenta en los intermedios, que veían millones de argentinos, el Gobierno de Macri coloca publicidad privada normal. La batalla política y mediática tiene un nuevo protagonista inesperado: Ted Turner, el millonario creador de la CNN, un conocido de Argentina, ya que tiene una mansión en la Patagonia. Ahora quiere hacerse con el negocio del fútbol argentino y comprar un canal de televisión en este país. Todos los medios publican que Barack Obama y Mauricio Macri hablaron del asunto en el reciente viaje del presidente de EEUU y nadie del Gobierno lo desmiente. Macri estaría así tratando de repartir el enorme poder que da el fútbol. Ni Moyano, ni Tinelli, ni el Grupo Clarín tendrían todo el control. La batalla acaba de comenzar, las elecciones de la AFA son el 30 de junio. Todo indica que será muy dura. Fútbol, política y poder van más unidos en Argentina que en ningún otro país del mundo.

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