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La Iglesia argentina presiona a Macri por la agenda social

Más de 10 millones de personas sufren problemas de empleo, según un informe no oficial

Trabajadores de un centro de reciclaje de residuos en José León Suárez.
Trabajadores de un centro de reciclaje de residuos en José León Suárez. Ricardo Ceppi

La Iglesia argentina presiona al presidente, Mauricio Macri, para que corrija el rumbo del país. Después de que el papa Francisco expresara su inquietud por "la situación social, económica y política" que atraviesan varios países latinoamericanos, entre ellos Argentina, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) ha tomado el relevo. Para los obispos existen "señales de alerta que no se pueden desoír", entre ellas, el aumento de la pobreza en los últimos meses, la "fragilidad" del mercado laboral y la desnutrición infantil. Según datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, el rápido incremento del costo de vida ha generado cerca de 1,4 millones de nuevos pobres en el primer cuatrimestre del año y más de 10 millones de personas sufren "problemas de empleo".

"Está claro que la Argentina tiene un problema de pobreza y laboral", admite el jefe de Gabinete, Marcos Peña

"Nos preocupan los rostros concretos de quienes viven en la miseria y no cubren sus necesidades más elementales", dijo la CEA en sus conclusiones de la Semana Social, celebrada en la localidad costera de Mar del Plata con la participación de líderes sindicales y sociales. La situación descrita por los obispos afecta a una de cada tres personas que vive en Argentina. Con una inflación interanual superior al 40%, el fuerte aumento del precio de los alimentos, del transporte y de la factura de luz, agua y gas ha perjudicado las condiciones de vida de la población más vulnerable.

A la presión inflacionaria se suma "la fragilidad de la condición laboral de miles de hermanos" y la falta de acceso a derechos sociales y protección del Estado de numerosos trabajadores, en palabras de los obispos. El último informe del Observatorio lo corrobora: a fines del año pasado, sólo el 43% de los argentinos poseía un trabajo "con calidad plena de derechos laborales". Por ese motivo, son los trabajadores de la economía informal las principales víctimas de "la situación crítica generada por la caída del consumo, el aumento de los precios y el mayor riesgo de despido o caída de la actividad", agrega el documento. Se trata de dueños de pequeños comercios o microempresas, trabajadores eventuales, asalariados precarios y empleados en negro, que pertenecen a la clase baja y media baja. Estos trabajadores no se benefician de los aumentos salariales colectivos, pero además están excluidos de las ayudas estatales, por lo que "constituyen los 'nuevos pobres' que emergen de las medidas 'normalizadoras' adoptadas por el actual Gobierno".

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, asegura que comparten el planteo de la Iglesia. "No es un ataque a este Gobierno, la realidad hay que enfrentarla. Está claro que la Argentina tiene un problema de pobreza y laboral y tiene también la certeza de que estos problemas no arrancaron ahora", ha respondido en rueda de prensa.

Se dispara el miedo a la falta de trabajo

Entre marzo y abril se disparó 10 puntos el porcentaje de argentinos con miedo a perder el trabajo. Son ya más de la mitad del total los que ponen el desempleo entre sus máximas preocupaciones, según el último sondeo del Grupo de Opinión Pública (GOP).

A la cabeza se mantiene la inflación, de acuerdo al 72,2% de los encuestados. Con un aumento interanual de los precios por encima del 40%, el más alto de los últimos 14 años, tres de cada cuatro argentinos cree que su salario este año subirá por debajo de la inflación.

"Estamos en la cresta de la ola de ajuste y del estancamiento económico", opina el director del Observatorio de la Deuda Social, Agustín Salvia. Este sociólogo destaca que hasta que se produzca la reactivación económica anunciada por el Gobierno, deben aprobarse medidas de protección temporales para ese "segmento intermedio especialmente vulnerable a esta transición", que abarca entre cinco y seis millones de personas.

Las duras críticas de la Iglesia, con el Papa a la cabeza, a la situación social argentina han creado tensiones en el país suramericano. En las filas macristas crecen los detractores a Francisco, como la diputada Elisa Carrió, socia del Gobierno, que le acusa de involucrarse en la política local. El arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, uno de los más cercanos a Francisco, considera "un escándalo" las declaraciones de Carrió, que ha cuestionado el encuentro mundial de jueces organizado por el Vaticano sobre la trata de personas y el crimen organizado. A juicio del arzobispo, también se trató de un montaje para criticar al papa el desaire realizado a una dirigente social cercana a Macri, Margarita Barrientos. "Si no la recibieron, es porque no sabían quién era o porque vino con la gente que no tenía que venir. Cuando le ofrecieron una audiencia no viene", dice Sánchez Sorondo. También Salvia defiende el trabajo del pontífice y cree que las críticas carecen de fundamentos y son una mera "construcción política". Aunque el Observatorio depende de la Universidad Católica Argentina, asegura que no ha recibido ningún tipo de presión en su trabajo académico.

En un pequeño gesto de acercamiento, Francisco envió una misiva al presidente argentino para felicitarle por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo. En la carta, el pontífice asegura también que reza para que el Señor ayude a los argentinos a "avanzar continuamente en la búsqueda del bien común, la reconciliación y la fraternidad". Macri no dejó pasar la oportunidad para acercar posiciones. En una respuesta epistolar aseguró al Santo Padre que desde la tierra que lo vio nacer sigue "con admiración su tarea evangélica en procura de la paz y el bien común". Además de su agradecimiento, el mandatario le transmitió su más decisión de avanzar en la concreción de los objetivos que Francisco menciona -reconciliación y fraternidad- "para alcanzar la unión de todos los argentinos". Tiene un arduo trabajo por delante.

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