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Columna
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Cuba ayuda a Zapatero

La Habana facilitó al expresidente español, un viejo amigo, su reunión en prisión con Leopoldo López

Juan Jesús Aznárez
Seguidores de Lepoldo López piden su liberación en Caracas, en febrero
Seguidores de Lepoldo López piden su liberación en Caracas, en febreroAP

La intervención de Cuba ante el Gobierno de Nicolás Maduro para facilitar las gestiones mediadoras de José Luis Rodríguez Zapatero parece evidente a juzgar por el último movimiento observado en Caracas: la autorizada reunión entre el ex presidente español y el dirigente político Leopoldo López, preso en la cárcel militar de Ramo Verde desde febrero de 2014. Su liberación es una de las condiciones exigidas por la oposición para dialogar con el ejecutivo sobre una crisis nacional limítrofe con el descarrilamiento, que no interesa a La Habana, ni a Estados Unidos enfrascado en la normalización política con América Latina y en un incierto proceso electoral.

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Zapatero conserva una buena relación con Cuba, cuya influencia sobre Maduro y el gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela, (PSUV) está fuera de toda duda, y es amigablemente recibido por las autoridades de la isla desde su activismo en Bruselas contra la Posición Común establecida en 1996 por José María Aznar en la Unión Europea, que condicionó las relaciones con Cuba al respeto de los derechos humanos y la introducción de cambios democráticos. El ex presidente socialista y su exministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, son expertos en las triangulaciones diplomáticas para excarcelar presos cubanos de conciencia, facilitar encauzamiento de las relaciones bilaterales y la liberalización del régimen.

Durante el bienio 2009- 2010, su Gobierno acompañó las gestiones de la Iglesia católica para poner en libertad a los detenidos de la denominada primavera negra del 2003, algunos condenados a 28 años de prisión, y acogerles en España con sus familiares. Barack Obama también pidió a Zapatero una gestión con Cuba durante la reunión que ambos mantuvieron en la Casa Blanca el 13 de octubre de 2009 al conocer que Moratinos tenía previsto viajar al país caribeño. Le encomendó que transmitiese al castrismo sus intenciones de secundar cualquier apertura. Esas gestiones, y fundamentalmente la tesis de Zapatero de que no hay que forzar la democracia en Cuba sino fomentarla pacíficamente, le permitieron consolidar una interlocución que puede resultar provechosa si lleva a la liberación de Leopoldo López.

Una mediación exitosa conviene a Cuba, que habrá informado a Maduro sobre la ‘fiabilidad’ del ex presidente español. Al Gobierno de Raúl Castro, inmerso en un proceso de cambios internos, no le interesa distracciones y menos el derrumbe de Venezuela, su principal suministrador del petróleo. La ascendencia de la revolución cubana sobre la Venezuela bolivariana es antigua y se institucionalizó a partir del dos de febrero de 1999 en que el difunto Hugo Chávez, que ya idolatraba a Fidel Castro de cadete, asumiera la presidencia de Venezuela. Le consultaba frecuentemente y todo indica que el comandante en jefe y su hermano Raúl algo tuvieron que ver en la designación de Maduro como su sucesor, anunciada en vida del caudillo de Barinas.

La comunicación entre el mandatario y los hermanos Castro es fluida. La Habana sabe perfectamente que Leopoldo López en el presidio de Ramo Verde aglutina las cruzadas opositoras, fortalece las reclamaciones de la comunidad internacional y resta apoyos en una América Latina progresivamente alejada del dogmatismo ideológico. Probablemente hayan aconsejado a Maduro que permita a Zapatero visitarle y que reflexione sobre su eventual liberación con un formato que permita salvar la cara entre el extremismo bolivariano. 

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