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Barack Obama, impaciente por entrar en campaña con Hillary Clinton

El presidente de Estados Unidos felicita a la vencedora y se prepara para ser su mejor aliado en la batalla contra Donald Trump

Marc Bassets
El presidente Obama, en mayo
El presidente Obama, en mayoAP

Barack Obama está impaciente por entrar en campaña por Hillary Clinton. Podría dar el paso el mismo miércoles o el jueves, una vez pasada la jornada de elecciones primarias que marca el final del proceso de nominación del Partido Demócrata. El presidente de Estados Unidos bromea que, si la Constitución y la primera dama, Michelle, se lo permitiesen, volvería a presentarse. Su talento en campaña y su capacidad para apelar a jóvenes y minorías le convierten en un arma electoral impagable para la candidata del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre.

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El martes por la noche, al conocerse los resultados de la última jornada de elecciones primarias, Obama felicitó a la exsecretaria de Estado Hillary Clinton por sumar los delegados necesarios para la nominación. Hasta ahora ha mantenido una exquisita neutralidad durante el proceso de primarias y caucus (asambleas electivas) entre Clinton y al senador Bernie Sanders. Pero es sabido que su relación con Clinton, una pieza esencial de su administración, es más cercana. También siente una mayor afinidad con el pragmatismo de Clinton que con el socialismo de Sanders. Parte del equipo de campaña de Clinton proviene del entorno de Obama.

El jueves Obama se reunirá con Sanders en la Casa Blanca. El domingo ya le informó de que en breve apoyaría a Clinton, según varios medios. El portavoz de la Casa Blanca dijo que Obama se pronunciaría pasada la jornada electoral. Según The New York Times, los equipos de Obama y de Clinton han empezado a coordinarse sobre cuál es la manera más eficaz de desplegar al presidente en campaña. Pocos presidentes, en las últimas décadas, han llegado al final de su mandato con una popularidad tan alta como Obama. En 2008 y 2012 demostró su talento para ganar elecciones.

Hay cinco presidentes vivos, incluyendo a Obama. Es un club muy exclusivo: el de las personas que han trabajado en el despacho oval, que han comandado las fuerzas armadas más poderosas del planeta y han tenido al alcance de la mano el botón nuclear. Sólo ellos saben qué supone la soledad y el poder del presidente. Ninguno de estos presidentes apoya al candidato del Partido Republicano, Donald Trump, un hombre de negocios de verbo incendiario y temperamento errático. Los dos expresidentes republicanos, George Bush padre e hijo, se han negado a darle el voto.

De los tres presidentes demócratas, Jimmy Carter está enfermo y es poco activo en campaña. Debido a su legado, ensombrecido por crisis económicas y geopolíticas, en general ha sido poco solicitado por sus sucesores. Bill Clinton, esposo de la candidata, y Obama están dispuestos a entregarse a fondo. Clinton ya ha viajado por algunos estados clave haciendo mítines. Su punto fuerte: la empatía y la experiencia. Su punto débil: se sale fácilmente del guión, a veces en perjuicio de su esposa. Trump ha hecho de sus pasados escándalos sexuales de Bill una de sus líneas de ataque contra el matrimonio.

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El incentivo de entrar en campaña, para Obama, es preservar los logros de su presidencia. Una victoria de Clinton es la mejor garantía de que la reforma sanitaria, la regularización de inmigrantes o la política exterior multilateral de los últimos años se mantendrán. También hay una parte de animosidad personal hacia Trump. A fin de cuentas, la carrera política de Trump empezó propagando la mentira de que Obama no había nacido en EE UU y por tanto era un presidente ilegal.

Obama y Clinton han mantenido diferencias en el pasado. Hace ocho años, Obama derrotó a Clinton en las primarias demócratas después de una campaña agria y crispada. Después Obama nombró a Clinton secretaria de Estado. En los últimos meses, Clinton se ha distanciado de Obama en asuntos como la política comercial o la guerra civil en Siria, pero en lo esencial su programa es continuista. La misión ahora es unir al partido: lograr que los sanderistas se sumen a Clinton y movilizar al electorado que dio al actual presidente dos victorias. Obama y Clinton forman el mejor ticket para noviembre.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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