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Tensión antes del comienzo del mayor festival de carne de perro en China

Los detractores denuncian malos tratos y procedencia dudosa de los animales sacrificados

Un vendedor de perros este lunes en la ciudad china de Yulin, en la provincia de Guangxi.
Macarena Vidal Liy

Yulin, en el sureste de China, abandonará este martes su carácter anodino del resto del año y se convertirá durante unos días en una de las ciudades más polémicas del país. Coincidiendo con el solsticio de verano comenzará su Festival de Carne de Perro y Licor de Lichis, un evento cuyos partidarios aseguran que tiene sus raíces en la cultura popular y cuyos detractores denuncian que causa el sacrificio de miles de canes, representa un riesgo sanitario y causa el robo y maltrato de miles de animales traídos de todo el país.

Según Peter Li, de la organización defensora de los derechos de los animales Humane Society International (HSI) y que se encuentra en Yulin para protestar contra el festival, el ambiente es “tenso”. “En varios de los restaurantes y mataderos que hemos visto, la palabra ‘perro’ se ha cubierto con pintura o cinta adhesiva”.

“Las autoridades están claramente nerviosas y han advertido a los comerciantes de perros y gatos que no hablen con nosotros, además de advertir a los funcionarios que se mantengan alejados de los restaurantes que sirven esta carne”, apuntaba. Desde la última semana, su organización ha rescatado a 54 animales que hubieran sido sacrificados para servir de alimento durante el festival.

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Li participó el pasado día 16 en una manifestación de una veintena de personas —una concentración numerosa para los estándares de una protesta pública en Pekín—, acompañados de una docena de canes, frente a la representación del gobierno local de Yulin en la capital china. Los participantes desplegaron carteles con imágenes de perros mascotas en los que se leía “No soy tu comida” y entregaron una solicitud para que las autoridades municipales de esa ciudad prohíban definitivamente el festival.

Los activistas han recabado este año 11 millones de firmas en todo el mundo contra este evento, una cifra récord.

Los defensores del festival aseguran que comer perro —según las organizaciones defensoras de los animales, en China se consumen al año unos 10 millones— representa una tradición en la región de Guangxi, donde se encuentra Yulin. Afirman también que alimentarse con la carne de este animal no es diferente de hacerlo con la de otras especies criadas para servir de comida al ser humano. Consumir esta carne, afirman, sirve para enfriar el cuerpo, por lo que es especialmente beneficiosa en verano.

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Pero sus detractores sostienen que el festival de Yulin, a diferencia de otros con más tradición y que sí se han prohibido, no representa la cultura local. De hecho, recuerda Li, comenzó a celebrarse de manera muy reciente, en 2010, en una iniciativa para intentar atraer turismo a la localidad. “La gran mayoría de los ciudadanos chinos no come esta carne” y quienes sí lo hacen no la consumen con regularidad, sostiene.

Las organizaciones proderechos de los animales apuntan también que los miles de perros que llegan a Yulin en estas fechas para ser sacrificados lo hacen en condiciones terribles. La mayoría llega hacinada en jaulas apiladas en camiones, sin recibir comida ni bebida durante un trayecto que puede durar días. A su llegada no necesariamente van a ser examinados para detectar posibles enfermedades. Muchos reciben la muerte a golpes, ante la creencia de que la liberación de adrenalina potencia el sabor de esa carne.

La ley china indica que los animales destinados al consumo humano deben pasar por un periodo de cuarentena y recibir un certificado, pero en Yulin, según el activista, no todos los canes cuentan con ese certificado. En otros casos, los comerciantes los falsifican, asegura. Un estudio de la organización Animal Asia divulgado el año pasado encontró que la mayoría de los perros y gatos destinados a los fogones no eran animales criados específicamente para ese uso, como aseguran muchos defensores del consumo, sino que son perros callejeros o mascotas robadas. “Es una industria sostenida por la actividad ilegal y el robo”, asegura Li.

“Este festival tiene una influencia muy negativa para la imagen de China en el mundo. Necesitamos cancelar este festival”, apunta Xu Yufeng, de la organización Madres de Pekín Contra la Crueldad Animal y una de las participantes en la manifestación del día 16. “No se debe comer los perros; son nuestros compañeros”.

La oposición al festival parece haber ido calando gradualmente. En 2014, el gobierno de Yulin se desvinculó del evento, que asegura que es de organización estrictamente privada. Según Animal Asia, el número de perros sacrificados ha ido cayendo gradualmente y el año pasado pudo reducirse a un millar, desde los más de 10.000 en los tiempos de mayor apogeo del festejo.

La actitud de los propios ciudadanos chinos también parece volverse contra el festival. Una encuesta para la Asociación Protectora de los Animales de China divulgada la semana pasada indicaba que un 64% de la población está en contra del festival, incluidos residentes del propio Yulin, y un 51,7% está en contra de la venta de carne de perro.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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