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El Zoológico de Buenos Aires cierra después de 140 años

Creado en 1874, fue emblema de una ciudad que miraba a Europa. Desde entonces apenas alteró su modelo victoriano de exhibición de 1.500 animales

Federico Rivas Molina
La elefanta asiática Mara, rescatada de un circo, exhibida en el Zoo de Buenos Aires.
La elefanta asiática Mara, rescatada de un circo, exhibida en el Zoo de Buenos Aires.Zoo de Buenos Aires

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha anunciado la revocación de la concesión privada del Zoológico de Buenos Aires, paso previo a una profunda reconversión del predio de 18 hectáreas que desde hace 142 años funciona en el barrio de Palermo, uno de los más tradicionales de la capital Argentina. El jefe del Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, anunció la construcción de un ecoparque interactivo que supone el traslado a reservas naturales y santuarios de todo el país de unos 1.500 animales, desde elefantes africanos y rinocerontes hasta serpientes.

El cierre del Zoo ha sido un viejo reclamo de las organizaciones defensoras de los derechos de los animales. De hecho, 2015 fue un año especialmente dramático: murieron una cría de jirafa, dos lobos marinos y una mara. Los reclamos, sin embargo, apenas avanzaron en forma de proyectos de ley en la Legislatura de la ciudad. Ahora ha sido el Ejecutivo quien decidió resolver el asunto. "El Zoo no da para más. Estamos convencidos de que la transformación en un ecoparque es el paso correcto, en sintonía con decisiones similares que se toman en otras grandes ciudades del mundo. Ahora será un complejo interactivo que promoverá la educación ambiental", con una paulatina reducción en el número de animales, dijo Rodríguez Larreta.

El Zoológico de Buenos Aires fue fundado en 1874 por el expresidente Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) en lo que entonces eran unos bañados alejados del centro. Para su construcción se diseñaron 52 edificios que recrean la arquitectura del origen geográfico del animal. La idea fue emular los grandes zoológicos de las ciudades europeas que servían de modelos a las clases más acomodadas de una nación que llevaba menos de 60 años como independiente. Hoy esos edificios son monumentos históricos y no es posible venderlos ni destruirlos. Con el correr de los años el Zoo quedó en medio de barrios de altos edificios, frente al predio de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y a metros del jardín Botánico. Hacia el este se extiende el parque Tres de Febrero, el mayor espacio verde de la capital argentina. En 1991, el Zoo fue privatizado y sus jaulas modernizadas. Se construyó un acuario, se reacomodó a los leones en fosos abiertos y los osos polares, hasta entonces encerrados en jaulas tradicionales, contaron con una piscina. Sin embargo, se mantuvo intacto el modelo victoriano de exhibición de la fauna exótica.

“Lo más importante es romper con el modelo de cautiverio y de exhibición”, dijo de Gerardo Biglia, abogado de la ONG SinZoo, una de las que más ha luchado por el cierre del Zoo. “Un zoológico transmite un mensaje perverso, sobre todo porque apunta a un público infantil al que le decimos que encerrar a un ser vivo para nuestro ocio es válido. Yo creo que ahora viene un cambio de modelo para el cual ya estamos preparados, porque cuando le planteas a los chicos que no está bien encerrar animales les parece una obviedad”, explica Biglia.

El Zoo de Buenos Aires volvió al Estado tras 25 años de concesión privada.
El Zoo de Buenos Aires volvió al Estado tras 25 años de concesión privada.Ricardo Ceppi

Las presentaciones judiciales contra el mal estado de los animales de Zoo fueron múltiples, pero pocas prosperaron. La caída de ingresos convirtió al paseo en un negocio poco rentable y la empresa concesionaria dejó hace 6 meses de pagar el canon, precipitando los planes oficiales de reconversión. Una Comisión para la Transformación del Zoológico de Buenos Aires, recomendó avanzar hacia un modelo de ecoparque, abierto a la comunidad. Antes se censarán los animales, se determinará su estado de salud y se decidirá hacia donde serán trasladados.

El Gobierno estima que unos 50 ejemplares permanecerán en el lugar porque moverlos pondría en riesgo su vida. Entre ellos estará la orangután Sandra, famosa tras un fallo judicial que la consideró "sujeto de derechos" por ser una "persona no humana". “El problema de Sandra es que es híbrida, mezcla de orangután de Borneo y de Sumatra, y por lo tanto no socializa con otros de su especie”, explica Biglia. Con todo, la intención es que los residentes que se conviertan en vitalicios ya no sean exhibidos. “Lo que hay que hacer es retirarles el estrés de la exhibición, porque hoy son piezas de museo. Los animales duermen en un lugar que cuando llega el público se cierra, obligándolos a la exposición ante la gente”, dice el abogado de Sin Zoo.

La idea oficial es reconvertir los edificios del Zoo en espacios interactivos de educación ambiental, con apoyo de soportes tecnológicos. También funcionará una clínica para animales víctimas del tráfico ilegal. El diseño del parque será sometido a un concurso internacional de urbanistas y paisajistas. Los vecinos de Buenos Aires, además, podrán aportar proyectos para la transformación del espacio verde que serán evaluados por un jurado.

Animales con historia

Ramiro Barreiro

Cecilio: este mono araña mide aproximadamente un metro, pero cuando percibe la presencia de humanos su comportamiento cambia en forma radical y su cuerpo negro se estira entre los caños de la jaula hasta superar los dos metros. Esa es su forma de seducción hacia los humanos, a los que confunde con pares tras años de cautiverio. El mono llegó al zoo a finales de la década del ’90 rescatado por la policía en un piso de Buenos Aires.

Mara: la elefanta asiática del Zoo de Buenos Aires todavía levanta una pata trasera cuando pide comida, aunque ya no tan seguido como cuando estaba en el Circo Rodas. Nacida en cautiverio, la elefanta es uno de los ejemplares más famosos del lugar, donde lleva más de 20 años. Como comparte cautiverio con dos elefantas africanas tiene un cronograma de paseos por turnos que evita cruces potencialmente peligrosos.

Charly: a los 25 años, la pantera negra pasa las tardes lamiéndose una de sus patas. Desde la muerte de Marcela, su compañera, ha adquirido un comportamiento rutinario que le produce escoriaciones.

Sandra: la orangután nació hace 30 años en Alemania. Se hizo famosa en 2015 tras un fallo judicial que la declaró "persona no humana" y "sujeto de derechos", producto de la demanda de una ONG que denunció su condición de encierro. El juez ordenó su traslado a un santuario, pero Sandra no estará entre los animales que dejarán el Zoo porque su estado de salud no lo permite.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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