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La ansiedad carcome a los empresarios tras el Brexit

El limbo que se abre en la relación de Reino Unido y la UE siembra de incógnitas el futuro de la City de Londres, la inversión extranjera y las exportaciones

Trabajadores londinenses bajo la lluvia, este lunes.
Trabajadores londinenses bajo la lluvia, este lunes.ODD ANDERSEN (AFP)

Sobre el papel hay todavía por delante dos largos años antes de que Reino Unido se desgaje definitivamente de la UE como han querido sus ciudadanos. Pero los tiempos de los negocios son otros y en los despachos de las empresas y de la City cunde la impaciencia. Tras meses de incertidumbre a la espera del referéndum, el resultado ha llegado, pero ahora falta saber qué significa ese resultado y cuáles sus implicaciones. “Siempre ha sido muy fácil hacer negocios en Reino Unido, pero eso ahora se ha acabado. Vivimos en un estado de completa incertidumbre y eso va a desanimar a muchos inversores”, piensa Simon Wagman, socio de Partner Blick Rothenberg LLP, una empresa que asesora a capital extranjeros que quiere implantarse en Reino Unido.

La encuesta publicada por la asociación empresarial Institute of Directors da una idea de los estragos que ya ha empezado a causar la incertidumbre. Indica que al menos un cuarto de los más de mil empresarios consultados ha decidido congelar las contrataciones después del referéndum y un 5% va a empezar a despedir. Uno de cada cinco piensa trasladar parte de sus operaciones fuera de Reino Unido. “Muchos de nuestros miembros están ansiosos. La mayoría piensa que el Brexit es malo para ellos y se han paralizado planes de inversión y contratación”, ha dicho el director del Institute of Directors Simon Walker en un comunicado. La asociación recomienda abrir oficinas en Dublín, para acceder desde allí al mercado Europeo con todos los privilegios.

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Para empezar, los empresarios necesitan saber si Reino Unido seguirá teniendo acceso al mercado común y en qué condiciones, o en su lugar qué tipo de acuerdos comerciales se adoptarían. El 44.4% de las exportaciones británicas fueron a parar el año pasado a la UE, según datos de Eurostat. Lo mismo para los trabajadores comunitarios —hay tres millones de ello. Las nuevas reglas del juego se conocerán cuando Londres y Bruselas acuerden el nuevo encaje de Londres en la Unión, pero ese pacto tardará en llegar. “Es prudente que el Gobierno británico retrase el comienzo de las negociaciones, pero las empresas quieren un calendario claro”, ha dicho la Cámara de Comercio británico, que pide que las grandes inversiones en aeropuertos, generación de energía y construcción no se paralicen. “El impacto no ha hecho más que empezar. La situación cambia cada día y nadie sabe lo que va a pasar”, vaticina David Lea, analista de Control Risks.

Wagman explica que hasta ahora todo era muy fácil. Que por ejemplo un empresario español cogía un Easy Jet, venía a Londres, trabajaba el tiempo necesario y contrataba a ciudadanos de la UE por el tiempo que hiciera falta. Sabía además, que le protegía la legislación europea y las reglas del mercado único. “Ahora no sabemos si va a hacer falta un visado para venir, si los empresarios van a necesitar un permiso de trabajo, si va a pagar aquí la seguridad social o a conservar la cobertura sanitaria de su país”.

A las preocupaciones empresariales concretas se le suma la incertidumbre sobre el futuro de la economía británica en la que operan. Gigantes financieros como Goldman Sachs, UBS, Deutsche Bank y HSBC ya están advirtiendo a sus clientes que Reino Unido se adentra en un periodo de menor crecimiento y mayor inflación, según recoge el Financial Times. Goldman Sachs prevé un crecimiento del 0,2% en 2017, frente al 2% previo al referéndum. La caída de la libra advierten, provocaría una subida de la inflación.

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Nervios en la City

Los nervios están también a flor de piel en la City de Londres, el corazón financiero de la UE, que concentra el 40% del comercio de divisas mundial y donde los rumores de despidos se intensifican. Temen que sin privilegios como el passporting, la norma europea que permite a los inversores operar desde Londres en el resto de la UE, la City deje de perder parte de su atractivo y se traslade a Frankfurt o a París. La City acoge a 251 bancos extranjeros y 400.000 empleados, el 11% de la UE. JPMorgan ha llegado a hablar de 4.000 traslados.

Prueba del daño que los banqueros intuían que les podía causar la salida es un sondeo interno del grupo de presión TheCityUK que decía que el 84% de la City votaría contra el Brexit. “Nuestros clientes pensarán, ¿por qué no me voy a Frankfurt, donde no hay barreras comerciales y no necesito otra licencia para operar?”, se pregunta cerveza en mano a la salida del trabajo Craig Nugant, un joven vendedor de seguros de la City.

El fantasma de las deslocalizaciones también planea también sobre el mapa de las islas británicas. Que alguna gran multinacional decida hacer la maleta y emigrar a un país de la UE donde le resulte más fácil importar y exportar “es solo cuestión de tiempo”, cree Lea. La planta de Nissan en Sunderland, al norte del país, por ejemplo, da trabajo a 7.000 personas y produce más de 475.000 vehículos, 80% de los cuales exporta. En Sunderland, el 61,3% de los habitantes votó por dejar la UE. En Neath Port Talbot, donde se asienta la planta del gigante del acero Tata y cuyo portavoz asegura que “de momento no va a haber ningún cambio”, el leave ganó con el 56,8%. Y algo parecido sucedió en Flintshire, en la costa oeste, donde Airbus emplea a 5.000 personas. Estos datos sugieren que la importancia que los británicos concedieron al impacto económico de su voto, incluso en su entorno más cercano, fue tal vez secundaria.

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