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Los héroes panameños de enero de 1964

La inauguración de nuevas esclusas del Canal revive la gesta de un grupo de estudiantes que hicieron frente a la ocupación de EEUU

Luis Pablo Beauregard
Un asistente a la inauguración de las nuevas esclusas.
Un asistente a la inauguración de las nuevas esclusas. Oscar Rivera (EFE)

En las gradas de invitados especiales en la inauguración de la ampliación del Canal de Panamá convivieron empresarios, banqueros, funcionarios y diplomáticos. La primera fila de una zona con cinco mil asientos, sin embargo, la ocupó un grupo de hombres mayores vestidos con guayaberas de algodón que se protegió del sol con sombreros y gorras negras con la bandera del país centroamericano de 3.9 millones de habitantes. Aquí los conocen como los héroes del 9 de enero de 1964. La fecha recuerda la brutal represión de soldados estadounidenses contra jóvenes locales que intentaron izar una bandera de gala panameña en un cuartel militar.

Aquel fue el primer día de tres jornadas turbulentas. “Cayeron 22 compañeros, pero nosotros también tiramos bala”, dice orgulloso Marco Fenton, de 74 años, uno de los miembros de ese movimiento que aglutinó el orgullo panameño contra los estadounidenses asentados en el istmo centroamericano. El señor Fenton, de cuyo bolso de guayabera cuelga una medalla dorada hechiza, dice haber sido herido de bala en los pies en aquellos días. Hoy camina con ayuda de un bastón y se pone en pie con dificultad para explicar la importancia de la inauguración de las esclusas. “Significa el desarrollo de un país pequeño, pero grande”.

Este domingo, la inauguración del nuevo sistema de nivelación en Cocorí, en el lado del Pacífico, y de Agua Clara en el Atlántico, fue motivo de celebración para una generación de panameños que recuerda con viveza aquellos días de tensa convivencia. “Esto es lo más importante que ha sucedido desde la cesión del Canal”, dice José Antonio Tuñón, un ingeniero civil de 72 años que acudió al evento junto a su esposa, una profesora universitaria. Tuñón se refiere a la ceremonia del 31 de diciembre de 1999, cuando Washington transfirió a los centroamericanos la operación y soberanía de la vida interoceánica.

“Se burlaron de los panameños, decían que íbamos a usar el Canal de piscina y mira lo que tenemos hoy”, afirma Tuñón, que en 1964 cursaba el cuarto año en el Instituto Nacional. La cesión pudo nunca haber ocurrido sin los trágicos eventos del 1964. Tras la matanza, el Gobierno del presidente Rodolfo Chiari rompió relaciones con Estados Unidos. Pasaron 13 años de animadversión hasta que hubo voluntad política de cambio. En 1977 Jimmy Carter y el general Omar Torrijos firmaron los tratados que ponían en manos de los panameños el destino de la vía de 80 kilómetros. Hasta el día de hoy se pueden observar en la capital del país carteles con el adusto rostro de Torrijos, fallecido en 1981, que le agradecen con una leyenda: ¡El Canal es panameño! “Los tratados también abonaron el camino para el establecimiento de nuestra democracia”, dijo el presidente panameño Juan Carlos Varela, durante la ceremonia de recepción de la obra.

El paso interoceánico, por donde han transitado algo más de un millón de barcos en un siglo de operación, es hoy una historia de éxito para el país. El peaje por el tránsito del Canal genera para el Gobierno el 2.1% del producto interno bruto. La aportación a la economía incrementa al 4%, unos 2.200 millones de dólares, si se toma en cuenta los servicios relacionados a las actividades de la vía. La pequeña nación, de 77.000 kilómetros cuadrados, es la economía más pujante de América Latina, pues crece a un ritmo superior al 5% anual.

En 1914 fue el Ancón, un vapor estadounidense, el primero en cruzar el Canal. En 2016 el momento histórico ha sido para el Cosco Shipping Panamá, un carguero chino que llevaba más de 9.000 contenedores. Dos panameños que asistieron a la inauguración de la ampliación debatían si el hecho era producto de la geopolítica o del azar. Usted dirá.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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