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Estados Unidos ya halló en 2004 fallos de inteligencia sobre la invasión de Irak

Las conclusiones de la investigación británica coinciden con las estadounidenses

Las conclusiones de la investigación, difundidas este miércoles, sobre la participación de Reino Unido en la guerra de Irak propician en Estados Unidos una sensación de déjà vu. La determinación de que el ex primer ministro británico Tony Blair basó su decisión de participar en la invasión de 2003 en “inteligencia defectuosa” que “se presentó con una certeza que no estaba justificada” es similar a los resultados de una investigación del Senado estadounidense, divulgados en 2004.

Blair y Bush, en septiembre de 2002
Blair y Bush, en septiembre de 2002PAUL J. RICHARDS (AFP)

En Estados Unidos ha habido dos grandes investigaciones sobre la decisión del expresidente George W. Bush de impulsar una intervención militar en Irak, en la que murieron cerca de 4.500 estadounidenses, bajo el pretexto de que el régimen de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. Ambas determinaron que hubo errores en la recolección de la información con la que se justificó la invasión, incluyendo duplicidades entre agencias y falta de preparación del personal. Pero las investigaciones apenas abordaron la responsabilidad de Bush en la toma de decisiones.

El Comité de Inteligencia del Senado empezó en junio de 2003, a los tres meses del inicio de la guerra, su investigación. La primera fase de conclusiones se difundió un año después y la segunda en 2008.

Bush insiste en que el mundo está "mejor" sin Sadam

Tras la publicación de la investigación británica, el expresidente estadounidense George W. Bush volvió a defender la intervención militar y elogió el papel de Reino Unido. “Pese a los fallos de inteligencia y otros errores que ha reconocido previamente, el presidente Bush continúa creyendo que el mundo entero está mejor sin Sadam Husein en el poder”, dijo Freddy Ford, portavoz de Bush, en un comunicado.

“Está profundamente agradecido por el servicio y sacrificio de las fuerzas estadounidenses y de la coalición en la guerra contra el terror. Y no hubo un aliado más fuerte que Reino Unido bajo el liderazgo del primer ministro Tony Blair”, agregó la nota.

Por su parte, presionado por la ausencia de un hallazgo significativo de armas, el presidente Bush anunció en febrero de 2004 la creación de otra comisión de investigación, supervisada por un senador demócrata y un jurista republicano. El objetivo era analizar qué información dieron al Gobierno las agencias de espionaje pero sin examinar el papel de Bush, que ese año afrontaba su reelección. Las conclusiones se difundieron en 2005 y coincidieron con las del Senado, aunque el lenguaje empleado fue más duro.

Las investigaciones determinaron que las principales conclusiones del informe de la CIA en 2002 sobre las armas de destrucción masiva -a partir del cual el Congreso aprobó la invasión- “exageraron o no estaban respaldadas por la información subyacente de inteligencia”. También acusaron a las agencias de espionaje de dar por segura información que era ambigua y no comunicar a las autoridades las posibles incertidumbres alrededor de sus conclusiones.

La comunidad de espionaje estadounidense quedó “paralizada por su incapacidad de recolectar [información de] inteligencia significativa sobre el programa de armas nucleares, biológicas y químicas de Irak” y confió en “viejas asunciones” de que el régimen de Sadam disponía de un extenso arsenal para “facilitar información secreta que parecía respaldarlas, pero que en realidad apenas carecía de valor si es que no era engañosa”, concluyó la comisión creada por Bush.

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Sin examinar a fondo el papel del presidente, la investigación del Senado acusó a Bush y sus más estrechos colaboradores de exagerar repetidamente la amenaza iraquí y minimizar la inconcreción de los análisis de inteligencia y las discrepancias entre las ramas del Gobierno. También reprochó al Gobierno haber exagerado los posibles lazos entre Al Qaeda y el régimen iraquí.

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