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El cronista de Guantánamo podrá salir de la prisión militar

Las autoridades dan el visto bueno para la liberación de Mohamedou Ould Slahi

Silvia Ayuso
Un detenido de Guantánamo es trasladado de la base (imagen de archivo)
Un detenido de Guantánamo es trasladado de la base (imagen de archivo)PAUL J. RICHARDS (AFP)

Mohamedou Ould Slahi podrá escribir pronto la palabra “fin” en el capítulo más oscuro de su vida. Las autoridades estadounidenses han dado este miércoles el visto bueno a la puesta en libertad del mauritano convertido en cronista de Guantánamo, que lleva 14 años encerrado en esa cárcel en la base militar en territorio cubano sin que jamás se le acusara de delito alguno. Pese a que buena parte del relato está censurado, el diario de su cautiverio, Guantanamo Diary, que Slahi logró publicar en 2015 tras años de batallas legales, constituye un espeluznante recuento de los aberrantes abusos que sufrió durante su estancia en la controvertida cárcel.

La organización de derechos civiles ACLU, que asumió su defensa, celebró la decisión, pero advirtió de que aún queda camino por delante. “El nuevo capítulo en la vida de Slahi no podrá comenzar hasta que el Pentágono lo transfiera, y debería comenzar ese proceso de inmediato”, reclamó Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de ACLU.

Slahi nació en Mauritania en 1970 y ganó una beca para estudiar en Alemania. A comienzos de los años 90, se entrenó en un campo de Al Qaeda, en la época en que esta organización combatía al Gobierno comunista de Afganistán y era apoyada, como subrayaron sus abogados, por Estados Unidos. Slahi, que estudió ingeniería electrónica, trabajó varios años en Alemania y Canadá, antes de regresar a su país en 2000. Un año más tarde, después del 11-S, fue detenido a petición de Estados Unidos, lo que supuso el inicio de un infierno que lo llevó a una prisión en Jordania, luego a la afgana de Bagram y, finalmente, a Guantánamo, donde languidece desde 2002. El motivo de su detención eran sus posibles lazos terroristas, pero las autoridades estadounidenses nunca llegaron a presentar cargos contra él. Aun así, fue uno de los dos seleccionados para el programa de “Proyectos Especiales” aprobado personalmente por el secretario de Defensa de George W. Bush, Donald Rumsfeld, recordó ACLU. El propio Slahi explica en su libro en qué consistía ese trato “especial”: privación de sueño y alimentación, le obligaban a escuchar toda la noche, de pie, canciones de heavy metal a todo volumen, le volcaban un cubo de agua sobre la cabeza y luego bajaban la temperatura de su celda al máximo…

En 2010, un juez federal validó su petición de hábeas corpus y decretó su liberación, pero el Gobierno recurrió y paralizó la decisión. Hasta ahora. Una junta revisó su solicitud de libertad provisional el 2 de junio. La decisión llegó este miércoles. En el escrito, los responsables tuvieron en cuenta el “comportamiento altamente obediente” de Slahi durante su detención, así como “claros indicios de un cambio de actitud” en el preso, según The Washington Post.

Pero todavía falta una fecha para la salida definitiva del mauritano de Cuba. De los 76 detenidos que quedan en Guantánamo, 31 han recibido el visto bueno para ser transferidos. “Sigue habiendo decenas de hombres atrapados en la miseria que constituye la detención indefinida en Guantánamo”, recordó ACLU. “El tiempo se le está acabando al presidente Barack Obama para cumplir su promesa de cerrar Guantánamo y evitar que esta injusticia manche su legado”, advirtió la organización.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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