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EN CONCRETO
Columna
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Anteproyecto de Constitución

Quien ejerza un derecho humano debe saber cuál es el órgano que debiera satisfacerlo

José Ramón Cossío Díaz

Hace una semana se publicó en Internet un borrador del anteproyecto de la Constitución de la Ciudad de México. Con él probablemente deberá trabajar el Constituyente para dar a los capitalinos su Constitución en febrero de 2017. Se trata de un documento con una estructura temática adecuada, rico en ideas y principios de diverso tipo. Entre sus elementos más destacados está un muy amplio catálogo de derechos, unos reiterados y otros adicionales a los previstos en el artículo 1 de la Constitución nacional. En vía de ejemplo están los derechos a la autodeterminación personal, a la sexualidad plena, a la ciudad, a una buena administración pública, a la plena gratuidad educativa, al acceso y uso de la innovación, a un nivel de vida digno, al cuidado, a la alimentación y la nutrición, al más alto nivel de atención a la salud, al consumo de cannabis, al desarrollo sostenible, al bienestar y la redistribución de la riqueza, al libre ejercicio de la orientación sexual, a la adecuada prestación de los servicios públicos, a los espacios públicos, a la vía pública, a vivir en un ambiente seguro, a la convivencia pacífica y solidaria, a la memoria y a la reparación integral, entre otros. Los redactores del documento rechazaron que los derechos sean meras normas programáticas al no hacer depender su eficacia de desarrollos legales o presupuestales. Aceptaron así su pleno carácter normativo al entender su exigibilidad directa frente a todas las autoridades de la Ciudad. Ante las retóricas y los disimulos de tantos años, es un gran paso.

Que todas las autoridades y, en muchos casos, los habitantes de un país o ciudad queden comprometidos jurídicamente a la realización del proyecto político y social contenido en un texto normativo, es un antiguo ideal humano. Las dificultades para lograrlo han sido desde siempre inmensas, en ocasiones por lo grandioso del proyecto y en otras por lo inadecuado de las soluciones previstas para lograrlo. En este segundo aspecto radica mi visión crítica del anteproyecto. Si de antemano sabían los redactores de la dificultad de alcanzar la plena eficacia de los derechos dado el statu quo prevaleciente, ¿por qué no previeron con inteligencia y técnica jurídica las vías concretas de su realización? El entendimiento cabal de los derechos no pasa sólo por su asignación a las personas, sino también por la imposición de obligaciones a quienes deban cumplirlos. Me refiero a la previsión de facultades diferenciadas y concretas a las diversas autoridades involucradas en su satisfacción.

Uno de los problemas más complejos que genera el modelo constitucional de la Ciudad es la falta de competencias expresas a las demarcaciones territoriales y sus alcaldías. Ello implica que es el Constituyente de la Ciudad el que deberá asignar las que correspondan al Gobierno central y a las demarcaciones. Quien ejerza un derecho humano tiene que saber cuál es el órgano que debiera satisfacerlo. Pensar las cosas de otro modo es suponer que las bondades de lo previsto y sólo por ello, serán condición suficiente para lograrlo. El anteproyecto dispone que las competencias a las demarcaciones son en materia de "gobierno, administración, asuntos jurídicos, obras, servicios, desarrollo urbano, rural y social, protección civil, bienestar y seguridad ciudadana, promoción económica, cultural y deportiva y las demás que señalen las leyes". Muy bien. Queda una pregunta por hacer: ¿en qué "partes" de una obra, promoción económica o seguridad, actúa el Ejecutivo de la Ciudad y su administración, y en cuáles las alcaldías? Si cuestiones como éstas, ya sé, poco atractivas y técnicamente complejas, no son previstas en la Constitución de la Ciudad, los derechos no serán eficaces. El mundo jurídico, para bien y para mal, tiene una racionalidad propia. Si de lo que se trata es de cambiar la realidad social a través de ella, es importante entender cómo funciona y aprovecharla como palanca del cambio mismo. De no procederse así, seguiremos teniendo más de lo mismo que ya tenemos, así sea en una nueva y resplandeciente forma.

@JRCossio

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