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El Pentágono teme que el pacto alcanzado con Rusia refuerce a El Asad

Los críticos en Washington rechazan que se comparta información de inteligencia y defensa con Moscú

El secretario de Defensa, Ash Carter, recela del acuerdo.Vídeo: Alex Brandon (AP)
Marc Bassets

La Administración Obama recibió ayer con escepticismo el acuerdo sobre Siria, que prevé que EE UU y Rusia lleguen a realizar operaciones militares conjuntas. El principal foco de resistencia se encuentra en el Pentágono. Los más reticentes al acuerdo temen que los rusos aprovechen el alto el fuego para reforzar a su aliado, el presidente Bachar El Asad, y ven con prevención la posibilidad de compartir información de inteligencia y defensa con una potencia rival.

Al mismo tiempo, el complejo acuerdo, si acaba cumpliéndose, es una recompensa a los esfuerzos diplomáticos del infatigable secretario de Estado, John Kerry, que ha mantenido en los últimos años una fluida relación de trabajo con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.

La guerra civil en Siria, con sus centenares de miles de muertos y millones de refugiados, es uno de los borrones de la presidencia de Barack Obama, paralizado ante un conflicto que parece intratable.

En las reuniones en Washington el viernes por la tarde para dar el visto bueno final al acuerdo entre Kerry y Lavrov, varios responsables de la administración, como el jefe de la CIA, John Brennan, manifestaron sus reservas. Pero el único disidente fue el secretario de Defensa, Ash Carter, según The Wall Street Journal. No es sorprendente. Los militares del Pentágono, el departamento que él dirige, serían los encargados de cooperar con sus socios rusos, lo que puede obligar a compartir información sensible sobre métodos y objetivos.

Antes de llegar a este estadio, en el que ambas potencias cooperarían contra el Estado Islámico (ISIS en sus siglas inglesas) y grupos afines a Al Qaeda, tiene que darse una serie de condiciones. Primero debe cumplirse un impreciso cese de las hostilidades entre el régimen de El Asad y los grupos rebeldes opuestos al ISIS. La complejidad del plan refuerza los argumentos de los escépticos e implica que la cooperación entre Washington y Moscú sea hoy una hipótesis. El fracaso de acuerdos pasados, como el alcanzado en Múnich en febrero, es otro motivo para el escepticismo.

Colaboración con Rusia

El secretario Carter, el más reticente al acuerdo, denunció hace unos días, en un discurso en Oxford (Reino Unido), que el apoyo de Rusia a El Asad hace que “la situación en Siria sea más peligrosa, más prolongada, más violenta”. También se refirió a la injerencia rusa en Ucrania e, indirectamente, a las sospechas de que piratas informáticos rusos han robado información del Partido Demócrata de Obama. “Contrarrestaremos los atentados que socavan nuestra seguridad colectiva y no ignoraremos los intentos de interferir en nuestros procesos democráticos”, dijo.

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Pese a las diferencias entre EE UU y la Rusia de Vladímir Putin, ambos países colaboraron con éxito el año pasado en la negociación del acuerdo para frenar el programa nuclear de Irán. Como ahora, Kerry y Lavrov tuvieron un papel decisivo.

Para Obama, que abandonará la Casa Blanca en enero, Siria ha sido un rompecabezas de difícil solución. Tras el estallido de la guerra civil, en 2011, pidió la marcha de El Asad y después amenazó con intervenir si usaba armas químicas. Pese a disponer de informaciones sobre el uso de armas químicas, en 2013, evitó finalmente la intervención. Un año después, el ascenso del ISIS, también opuesto a El Asad, precipitó una intervención aérea y el despliegue de fuerzas especiales. Y situó a EE UU en una posición difícil, sin aliados claros y con varios enemigos que son enemigos entre sí.

La entrada de Rusia en Siria ha acabado de complicar la situación. La política oficial de la Administración sigue siendo pedir la marcha de El Asad, pero la prioridad es luchar contra el ISIS. En las próximas semanas puede darse una paradoja. Puede ocurrir que, mientras los demócratas acusan a Putin de injerencia en la campaña para las elecciones de noviembre en favor del republicano Donald Trump, Obama y Putin sean aliados militares en Próximo Oriente.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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