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El observatorio de rayos cósmicos más grande del mundo se opera desde México

La UNAM inauguró el primer control remoto de América para el observatorio Pierre Auger de Argentina, donde buscan "la galaxia Usain Bolt"

Los telescopios que captan rayos cósmicos de altas energías son como un bebé al que hay que atender: abrir sus compuertas, cerrarlas, dirigirlos, verificar que el clima esté adecuado para su operación. Por ello, los científicos que trabajan con los del Observatorio Pierre Auger, de Argentina se turnan –igual que los padres- para ‘cuidarlos’ durante la noche, desde Alemania, España y ahora, desde México.

El monitoreo de los telescopios solía requerir que los operadores viajaran hasta la provincia argentina de Mendoza y permanecieran allí tres semanas, haciendo su ‘turno’. La fibra óptica permite ahora realizar este trabajo de manera remota, lo que permite ahorrar los recursos que se gastaban en esos viajes. Gracias a una mejora en sus conexiones, la Universidad Nacional mexicana (UNAM) logró instalar un control remoto para el Pierre Auger, que empezó sus labores los últimos días de agosto pasado.

“Con lo que costaba un solo viaje a Argentina, se pagó este centro”, cuenta el doctor Lukas Nellen, titular del proyecto. Desde un cubículo de oficina con una decena de monitores simples de ordenador, el científico y su equipo abren cada tarde –alrededor de las 18:30, hora de México- las cúpulas de los telescopios para recibir la señal de los rayos cósmicos, verifican las condiciones climáticas –que no haya demasiado aire, lluvia fuerte o algún fenómeno que reduzca la visibilidad- y almacenan la información obtenida. La inversión para este centro fue de alrededor de 45.000 pesos mexicanos (unos 2.300 dólares) a cargo de la Universidad y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

El doctor Lukas Nellen muestra los monitores con los que se controlan los telescopios desde su oficina en la UNAM
El doctor Lukas Nellen muestra los monitores con los que se controlan los telescopios desde su oficina en la UNAMSaúl Ruiz

Este control remoto es el primero en América, ubicado en el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, desde donde se monitorea y opera a través de fibra óptica el observatorio de rayos cósmicos más grande del mundo –con una extensión de 3.000 kilómetros cuadrados, dos veces el territorio de la Ciudad de México-, con 1.660 detectores de fluorescencia que involucran el trabajo de 600 investigadores de 18 países.

La principal ventaja de un cuarto de este tipo, explica Nellen, es la colaboración para el monitoreo permanente, pues debido a la diferencia de horario es posible operar el observatorio de manera remota toda la noche, en dos turnos: México concluye su labor a media noche y el equipo de Alemania toma el relevo. Todos buscando un objetivo que Nellen describe también con una analogía deportiva: “¿Por qué nos fascina tanto ver en los Juegos Olímpicos qué tan rápido es Usain Bolt ahorita? El hombre más rápido. Pues aquí estamos buscando la galaxia más energética”.

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La alta viabilidad de este proyecto permite pensar en más para otros Estados del país y otras ubicaciones en el mundo, agrega el científico. Por lo pronto, la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en ese Estado central de México, trabaja ya en su propio control remoto para el Pierre Auger, que empezará operaciones en el próximo ciclo lunar, ya que la captación de rayos cósmicos a través de los telescopios depende de ese astro, que con la intensidad de su luz puede favorecer o entorpecer este trabajo.

El de Puebla no es el único proyecto que se ha ideado fuera de la capital mexicana. Este equipo ha propuesto al Conacyt algo mucho más ambicioso: un observatorio similar al Auger –o más grande- en el norteño Estado de Chihuahua, donde hay grandes regiones desérticas cuyas condiciones son favorables para esas instalaciones. Hasta ahora, el plan ha sido imposible por dos limitantes: los pocos recursos que México destina a la ciencia –en el Presupuesto 2017 el Congreso le quitó más de 300 millones de dólares- y la inseguridad que el crimen organizado ha dejado en las carreteras de todo el país.

“Yo creo que sí vamos a tener oportunidad de hacer algo más en el futuro, pero tenemos que involucrar a más países para juntar los fondos”, confía Nellen, quien también es presidente de consejo del Observatorio Pierre Auger.

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